Revista Opinión

Rajoy y sus jefes europeos

Publicado el 23 octubre 2015 por Rgalmazan @RGAlmazan

Ahí estaban todos. Europa reunida entorno al gran Mariano. “Todos los hombres buenos del presidente”. Encantados de la vida. Ellos viviendo en su país y con recursos, en parte, esquilmados del nuestro.

Es gente ejemplar, que nunca ha roto un huevo, que simplemente se comen la gallina sin pelar. Toda la derecha europea, los promotores y seguidores fanáticos del gran subalterno Rajoy.

Ayer se celebró, en Madrid, el circo de la derecha europea. Con sus magos trileros, sus fieras, sus equilibristas, sus payasos. Todos juntos, no faltó ninguno. Había que inaugurar la nueva temporada circense del Austericidio. Y Mariano era la gran vedette. Ayer, el artistazo Rajoy, con ese espíritu mamporrero que le caracteriza, fue feliz.

Gente de “gran valía” le ensalzó, le vitoreó, le aplaudió. Él, que fuera del ámbito de su partido no encuentra nunca buenas acogidas, ayer supo lo qué era las mieles del éxito.

Todos sus maestros estaban allí. A todos ha rendido y rinde pleitesía. Eso siempre se le ha dado bien. Ha sabido vivir arrodillado, aunque haya sido pisando a sus conciudadanos. Obediente, eficaz en los recortes y en beneficiar a los suyos, salvador de bancos y de grandes empresas, pudo ver cómo se lo agradecían sus maestros. ¡Magníficos maestros! Y vinieron todos:

Juncker, el presidente de la Comisión Europea. Un hombre cuya mérito mayor es haber hecho de Luxemburgo un paraíso fiscal auténtico. Consiguió acuerdos con más de 300 empresas para que evadieran impuestos en su país. ¡Un gran ejemplo!

Rajoy Merkel Sarkozy

Merkel, la gran dama teutona, reina de las Europas Imperiales. Capaz de hacer apretarse el cinturón a los países del sur hasta la asfixia, para que sus bancos, sus empresas y su gente puedan seguir viviendo mejor. En Grecia ha pisado tan fuerte, que hoy Merkel es sinónimo de ruina, de desprecio, de indignación, de crimen.

Sarkozy, un expresidente que pretende volver a la cima de Francia, a pesar de haber tenido y tener innumerables problemas con la justicia. Un ser que se cree un dios y que, de acuerdo con los tiempos que corren, se acerca bien a los socialistas, o bien al Frente Nacional. Él lo que quiere es ganar, y para ello hace lo que sea.

Viktor Orban, presidente de Hungría. Un tipo duro, fascista y xenófobo. Una alhaja que no sólo no deja entrar a los refugiados en su país, a los que ha maltratado y atacado con la policía y el ejército, sino que les echa la culpa de la decadencia de Europa y suelta soflamas que podrían pertenecer a un lugarteniente de Hitler. Y sin embargo, ahí estaba entre todos, apoyado, aplaudido por todos los prohombres europeos.

Durao Barroso, el que fue presidente de la Comisión Europea, conocido como un tipo flojo, capaz de pelotear a los poderosos con el fin de trepar y conseguir sus fines. Así pudo llegar a lo más alto de Europa, y desde allí apoyar e incentivar en sus acciones criminales al trío de las Azores, mientras él, permanecía en la retaguardia.

Silvio Berlusconi. No necesita presentación. Ha cometido delitos varios, ha estado en la cárcel y ha sido procesado por numerosas causas: desde fraude fiscal a abuso de menores, pasando por otros delitos económicos y sociales. Otro ejemplo más que vino a ayudar al gran Mariano.

Y es que se ha iniciado la campaña electoral y los jefes han venido a ayudar al subalterno Rajoy, al obediente Mariano. Han querido pagarle su fidelidad, que haya hecho bien los deberes, que haya demostrado que hay que defender a los poderosos.

Lo que no sabe Rajoy es que de no ganar y no gobernar el 20-D, todos estos politicastros que mandan en Europa, no le volverán a hablar, le despreciarán y pedirán su cabeza. Si le ayudan, debería saber que es para que siga cumpliendo sus órdenes, y si no gobierna no tendrán motivos para hacerlo, muy al contrario, le despreciarán por perdedor.

Eso sí, mientras tanto, todos juntos y en unión, defendiendo a la putrefacta Europa, a esa Europa que sigue perdiendo el tiempo, mientras que los refugiados siguen esperando y empiezan a morirse de frío. Ellos sólo tienen tiempo para reunirse y, todos enfervorecidos, gritar a los cuatro vientos: ¡Viva Mariano!

Salud y República


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