Revista Cultura y Ocio

Rara avis

Publicado el 21 agosto 2016 por María Bertoni

Rogelio detesta el fútbol. Una vez, durante un partido del Mundial ’78, entró en la habitación donde estábamos los tres hijos viendo Argentina-Perú. Gritamos el gol de Houseman. Rogelio miró la pantalla unos segundos y dijo ‘Éste es un país de cretinos que miran fútbol’. Y se fue.

A veces íbamos de vacaciones a Miramar en un remise Fairlaine. Rogelio iba a la playa con zapatos, medias, camisa de mangas largas y pantalón largo. Se acostaba dentro de la carpa. Se tapaba con diarios y dormía la siesta. Ése fue su único nexo con el periodismo durante la dictadura, además del archivo, tarea que nunca abandonó”.

El documental de García Isler se proyectó en el Malba hace justo dos años.

El documental de García Isler se estrenó hace justo dos años.

Ante la noticia de la muerte de Rogelio García Lupo, sus admiradores encontramos consuelo en el retrato cinematográfico que Santiago García Isler hizo de su padre, referente insoslayable del periodismo argentino de investigación. A vuelo de pajarito se titula el documental que se estrenó en agosto de 2014, y que desde mayo de 2015 figura en YouTube, gracias a la generosidad del realizador.

La anécdota doble que encabeza este post es una de las pocas que García Isler relató en primera persona, desde su perspectiva filial. De hecho, la mayor parte de la película se basa en testimonios de colegas y del propio García Lupo.

Todos los recuerdos reconstruyen la trayectoria profesional de quien trabajó como redactor publicitario antes de dedicarse de lleno al periodismo de investigación, es decir, de escribir media docena de libros, de desempeñarse como colaborador en Clarín, de participar de proyectos históricos como la agencia cubana de noticias Prensa Latina, el periódico de la CGT de los Argentinos, la editorial Eudeba.

Entre las anécdotas que contó el propio Pajarito (ése era su apodo), figura la siguiente con Jorge Luis Borges.

Había una librería Ulises en la calle Corrientes. Un día entré y estaba Borges con José Edmundo Clemente, mi amigo y ex director de la Biblioteca Nacional. Debe haber sido en el año ’65, ’66… Cuando me vio, Clemente se dirigió a Borges y le dijo: ‘Eh, Borges, aquí está García Lupo’.

‘¡Ah, García Lupo! -dijo Borges- ¿siempre conspira?’.

Ése fue el diálogo más rápido y más comprometedor en boca de Borges… Efectivamente, el periodismo de investigación en los años ’60 se parecía mucho a una conspiración”.

Rara avis

Garcia Lupo, cuando era redactor publicitario.

Juan Gelman y Eduardo Galeano fueron algunos de los colegas y amigos entrevistados. El poeta argentino se refirió al trabajo en el semanario de la CGT de los Argentinos. “Una vez Rogelio me comentó que era algo que lo llenaba de orgullo y de gusto trabajar gratis para un periódico obrero”, rememoró con una sonrisa.

El escritor uruguayo definió de esta manera a Pajarito: “En primer lugar, era un hombre informadísimo… Tenía fuentes en todas partes. Tenía todo un servicio de espionaje organizado, que le pasaba datos. Pero, además de ser informado, era muy formado. Era un hombre de cultura profunda, que sabía interpretar los datos”.

García Isler también consiguió que su padre y Osvaldo Bayer aceptaran ser filmados mientras mantenían esta breve charla de entrecasa:

“- O.B: Los años que hemos hecho, ¿no?, de periodismo… ¡Mamita!
R.GL: ¡De periodismo y de vida!
– Y de vida, sí… Yo, 85. En febrero voy a tener 86…. Y como te decía, todos los amigos y compañeros y todos los demás de Clarín ya han muerto. No queda nadie de mis tiempos.
– Sí… Tengo la impresión de que no.
– Y de Noticias Gráficas tampoco, ¿no?
– No, tampoco…
– No… Quedamos los dos nomás.
– A mí me está pasando lo mismo. Es decir, a partir de los 80, uno empieza a quedarse sin amigos.
– Sí… Y por eso me invitan tanto a mí. Porque quieren saber cómo eran esas épocas. Porque no hay nadie.
– Sí… Ésta es una década que me preocupa. Me preocupa mucho esta década”.

El rodaje de A vuelo de Pajarito coincidió con la entrega del archivo personal que García Lupo le hizo a la Biblioteca Nacional, entonces dirigida por Horacio González. En el encuentro que selló el acuerdo de donación, Don Rogelio dijo:

García Lupo, siempre atento a los avisos fúnebres y al boletín oficial.

García Lupo, empilchado para una de las entrevistas que le hizo su hijo.

Parece una exageración pero hay algunos temas a los que estoy tan ligado que van a salir de mi casa porque van a venir acá, pero ya estoy pensando en habilitar algunas carpetas más pequeñas para seguir con esos temas… Por ejemplo el estudio de cierta trama del poder económico y político a través de los avisos fúnebres. Eso es algo que he hecho a lo largo de cincuenta años… Sinceramente me cuesta desprenderme.

También, en una época, yo leía todos los días el Boletín Oficial. Eso me permitió tener, por ejemplo, un éxito -digamos entre comillas- profesional. En el año ’72 o ’71 yo leí el Boletín Oficial, y veía que había sociedades anónimas, una detrás de otra, integradas por ciudadanos chilenos. Entonces me apliqué en revisar hacia atrás, y me encontré con que había una poderosa transferencia de valores que planteaban precisamente los enemigos del gobierno de Salvador Allende. Y me encontré un día que tenía cincuenta sociedades cortadas prolijamente y escribí un informe sobre el tema que tuvo gran repercusión en Chile, porque nadie había estado revisando el Boletín Oficial, que es una lectura muy aburrida”.


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