Real Ridículo

El Real Madrid, un club que un día fue el más grande de todos los tiempos, es hoy una sombra gris que vaga triste y errante por las competiciones nacionales e internacionales. La decadencia empezó cuando los actuales gestores, en su época anterior, decidieron echar al que hasta entonces era el entrenador perfecto: Vicente del Bosque, que hoy triunfa con la Selección. A partir de ahí todo ha sido un carrusel de malas experiencias y fracasos, un baile de entrenadores sin coreografía, un despropósito institucional con gomina y corbatas de seda. Para mí, todo esto tiene dos culpables principales: Florentino y su lacayo Valdano. Ellos echaron a Del Bosque y Makelele, ellos trajeron a Queiroz, ellos compraron a Beckham para vender camisetas, ellos se fueron por la puerta de atrás dejando el club en manos de un sinvergüenza. ¿Y ahora qué? Ni Liga, ni Copa, ni, por supuesto, Champions. A punto de acabar la temporada y después de haberse gastado 300 millones en jugadores que no han demostrado que valen lo que se ha pagado por ellos, el entrenador, que sabe de fútbol menos que mi abuela, acaba el partido contra el Barça jugando con las sombras de antaño: los Raúl, Guti, Gago, Marcelo y demás. Un despropósito que va desde el palco hasta el césped pasando por el banquillo, un ridículo espantoso ante el que nada se puede hacer, una lección que, me temo, no va a servir para aprender, porque el Madrid, Valdano y su prepotencia, no va a querer reconocer que en el fútbol se trata de hacer buenos proyectos a largo plazo y no de fichar jugadores puntales que sirvan de parche a la balsa de goma picada, y casi hundida.