Revista Cultura y Ocio

Recogiendo del bosque los frutos silvestres del otoño

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
Esos frutos que crecen asilvestrados durante el otoño. Redondeados, alargados. De un color intensamente rojo, anaranjado, de un azul y morado profundo. Muy dulces, crujientes, algo ácidos…Todo un reto asomarse al bosque para buscar, coger, paladear; llevarlos en nuestra cesta para elaborarlos en casa y darles un sabor, color y aroma nuevo.

Recogiendo del bosque los frutos silvestres del otoño

Moras

Melancólicos ambientes esos del otoño en los que el bosque se tiñe de colores muy cálidos, atractivos, ensoñadores. Donde los árboles comienzan a prepararse para un desafío más por sobrevivir durante el invierno. Mientras, las brumas comienzan a invadir los campos y la vegetación va en busca de la delicada luz del sol. Algunas de las flores se convierten en fruto para dar de comer a los animales; otras para que lo podamos disfrutar nosotros. Los caminos se alfombran con las hojas y huelen a tierra mojada y así, los frutos con sus colores radiantes y sus formas llamativas se quedan a la vista para alimentar a los suyos. No todos son comestibles. Debemos tener mucho cuidado porque existen muchos que son tóxicos y venenosos para los hombres.
Recogiendo del bosque los frutos silvestres del otoño


Vamos a recorrer cualquier camino, cualquier bosque. Seguro que en él nos encontraremos algún fruto para nosotros. ¿Vamos a descubrirlos?

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Incluso existen viñas solitarias sin encontrarse en campos de cultivo

Podemos sentirnos orgullosos porque tenemos una gran variedad de diferentes especies, formas, sabores, colores, tamaños… Pero ¿para qué sirve un fruto silvestre?Dejamos por un momento a un lado nuestra glotonería y vamos a centrarnos primero en quienes esparcen las semillas de estas plantas más allá de donde se encuentran.En ocasiones, el encargado de dispersar las semillas de estas plantas es el viento, sobre todo de aquellas especies que se encuentran en espacios abiertos. Todos hemos visto flotando ante nuestros ojos al diente de león a la vez que nos preguntamos adonde terminará cayendo.

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Nogal y su fruto, la nuez

En otras ocasiones las plantas dejan su expansión a los animales porque con su movilidad alejan la semilla de ellas mismas para que la nueva plantita no compita por un trozo de tierra y luz. A veces las semillas están cubiertas con una especie de pelusa que se engancha fácilmente al pelo del animal o a su piel. Así es transportada a cierta distancia de allí.Otras, se transforman en frutos muy llamativos para los animales que los utilizan como alimento. Los digieren y los expulsan lejos de donde se los han comido. Y además, la futura plantita silvestre viene con un cargamento de abono gratis…Y para ser más atractivos los frutos se visten de colores brillantes como rojos, anaranjados o morados para llamar la atención y ser fácilmente reconocidos por los animales que solo los toman cuando sus colores son espectaculares.Pero nosotros también podemos disfrutar de algunos frutos silvestres y recién cogidos, que es el mayor placer. O elaborados en casa para transformarlos en mermeladas, licores, confituras, infusiones…

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Moras

Quizás sea el fruto silvestre más popular, el que reconocemos enseguida que aparece en el lindero de los caminos o a la orilla de un río. Y lo es porque casi siempre debemos hacer ligeros equilibrios para coger las moras. Y es muy posible que salgamos con más de un arañazo por nuestro atrevimiento. No existen dos clases de moras, porque en la zarza suele aparecer esa de color rosáceo y la que tiene un intenso color morado. Fruto pequeño y redondeado que su madurez oscura nos produce un deleite especial. Hay que coger muchas porque si eres goloso, de cada dos que arranques, una irá a la cesta y la otra a tu boca. Con las moras muy maduras podemos preparar unas excelentes mermeladas, licores y batidos.

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Erizo de castaña

Para muchos el castaño es uno de los árboles más bellos. Porque allí donde crece crea entornos mágicos propios de los seres mitológicos más simpáticos. Paisajes que se tiñen de fuego cuando en el otoño sus hojas y frutos entran en su esplendor. Una especie que desde siempre ha sido explotada por el hombre tanto por la calidad de su madera como por las posibilidades que ofrece su fruto. La castaña no se ve porque aparece recubierta de una capa redondeada y espinosa que la protege. En su interior, el fruto marrón suele venir de tres en tres. Un clásico en la cocina y en las barbacoas… Porque además de ser muy nutritiva con ella podemos elaborar deliciosas salsas, mermeladas, licores y confituras.

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Higos

¿Quién puede resistir a la tentación de ver una higuera repleta de higos y no intentar saborearlos? Un árbol que sobre todo nos encontraremos en el área mediterránea y que va fructificando despacio desde julio hasta septiembre. Hay que recogerlos algo maduros pero no debemos dejar que se agrieten en las ramas. Frescos están deliciosos y son muy dulces aunque también los podemos consumir en conserva, mermeladas y secos.

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Escaramujos

Hay unos frutos pequeños, alargados y muy rojos que se llaman escaramujos. Son los pertenecientes a los rosales silvestres. Arbustos pequeños que nos lo encontrarnos en laderas de caminos, matorrales y cobijados en los bosques. El escaramujo podemos encontrarlo hacia el final del verano y con él podemos elaborar tisanas, mermeladas incluso jabones. Debemos abrirlos y retirar las semillas que son muy amargas y algo tóxicas.

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Madroño

El madroño y esos frutos… Un arbusto que abunda en la zona mediterránea y en el centro de la Península y que, si por casualidad un día te encuentras y pruebas su dulce fruto, comerás uno y otro hasta que, de pronto, te sientas como si hubieras bebido algo de alcohol. Te puedo asegurar que la experiencia no es muy grata y si desconoces su efecto comienzas a pensar que has comido algo tóxico. Me sucedió en plena montaña de Náquera un día cualquiera buscando caminos para una actividad de ocio. Y ya no lo olvidé. Uno, dos, pero no más. Si estos frutos anaranjados con aspecto verrugoso están maduros pueden contener hasta un 0,5 por ciento de alcohol. Así que mejor dedicarlos para elaborar mermeladas, licores y confituras.

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Serbal de cazadores

El serbal es un árbol mediano que gusta de las montañas del norte y cuyos frutos silvestres que crecen en racimos maduran entre los meses de septiembre y octubre. Y aunque su sabor dicen que es ácido y sobre todo alimenta a los pájaros se pueden utilizar para emplear confituras y mermeladas. Son anaranjados y del tamaño de una cereza.

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Granada

Grandes, redondeadas, muy atractivas, de un rojo o anaranjado intenso, así son las granadas. Y aunque esta fruta nos llame mucho la atención y nos lancemos a recogerla debemos tener mucho cuidado porque medio escondidas entre las hojas del granado existen unas espinas lacerantes en sus ramas que son muy molestas si nos hieren la piel. La granada es una fruta muy dulce que tiene muchas propiedades medicinales. El fruto es rico en antioxidantes y su madera se utiliza para aliviar los dolores de la garganta. La granada la podemos recoger desde septiembre hasta noviembre y puede ser consumida fresca extrayendo sus granos, en zumo y confitura.

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Endrino

Con las endrinas, un pequeño fruto morado parecido a la ciruela se elabora el delicioso pacharán. No se consumen crudos porque resultan muy amargos. El endrino es un pequeño arbusto que lo encontramos en el norte y centro peninsular con ramas que también tienen espinas. Su fruto suele recogerse después de las primeras heladas y también posee una gran cantidad de taninos.

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Saúco

El saúco casi siempre nos aparece como un arbusto aunque a veces puede ser un arbolillo bajo. Mientras que sus hojas pueden resultarnos ligeramente tóxicas, sus frutos resultan muy sabrosos una vez elaborados. Maduran al final del verano cerca de los ríos y cursos de agua donde existe mucha humedad. Sus bayas que son muy pequeñas, negras y muy brillantes, tienen propiedades medicinales. Pueden utilizarlas como laxante, para potenciar el color del vino y para elaborar jarabes, zumos y vinagre.
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Y… ¡prohibido tocar! O casi… Mucho cuidado con los higos chumbos. Frutos de color naranja que ponen una nota de color a las chumberas, esos cactus que llegaron de América y fueron esparciéndose sobre todo en la zona mediterránea. Hay que recogerlos con guantes de tela o tenazas porque tienen miles de espinas finísimas, muy dolorosas y difíciles de extraer… Además, hay que pelarlos y con ellos se pueden preparar zumos y licores. Pero no todos los frutos silvestres que descubrimos en nuestras salidas al campo durante el otoño son comestibles. Hay muchos que son ligeramente tóxicos y otros venenosos. Debemos tenerlo en cuenta porque su consumo puede acarrearnos trastornos digestivos y respiratorios muy graves.

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Muérdago. Fotografía de Manel. Flickr

Un ejemplo pueden ser las pegajosas bayas del muérdagoque es una planta parasitaria que crece invadiendo los árboles. Sus frutos blancos maduran entre mitad del otoño e inicio del invierno. Pueden llegar a causar problemas respiratorios.

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Nueza negra. Fotografía de Manuel Martín Vicente. Flickr

Otro de los frutos tóxicos o venenosos es la nueza negra, una enredadera común que crece a finales de verano y principios del otoño con frutos redondeados y rojos que resultan muy tóxicos al provocar nauseas y dolores abdominales. Sin embargo suelen utilizarse para tratar la alopecia y las manchas de la piel.

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Acebo

Un árbol que brilla, tanto sus hojas como sus frutos, es el acebo. ¡Qué bonito es! Con unas intensas bayas rojas, pequeñas y redondas. Un arbolillo que suele crecer aislado entre otros de gran porte. Con  forma piramidal y hojas de un verde oscuro muy brillante lo podemos encontrar en sitios umbríos donde busca el cobijo de otros árboles mayores como hayas, robles y castaños. Aunque no lo reconozcamos a simple vista, seguramente sus bayas sí porque son las típicas que se utilizan para las decoraciones navideñas. Y aunque resultan muy tóxicas para nosotros porque nos pueden provocar alteraciones digestivas a los animales les encantan.

Así que no tengamos en cuenta si vemos comer algún fruto a un animal porque su aparato digestivo no es como el nuestro. Antes de coger cualquier fruto silvestre, estemos seguros que no nos va a provocar ningún problema digestivo ni respiratorio sino un gran placer gastronómico. 
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