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Recorrido teatral en Mi Librería

Publicado el 12 febrero 2010 por Ad

Recorrido teatral en Mi Librería

¿Se lee teatro?
Hice un repaso por los libros más vendidos en Mi Librería de este género literario y lo más solicitado recayó, como esperaba, en las obras que forman parte del sistema de enseñanza y en segundo lugar, en obras clásicas cubanas que con frecuencia están en el repertorio de los grupos aficionados.

De las primeras, la más demandada fue Romeo y Julieta, la tragedia de Shakespeare, ya una vez les conté una anécdota humorística con esta obra.  Muchos se asombran de su brevedad, entonces yo aprovecho y descargo toda una conferencia para terminar recomendando  esa alocada fantasía de amor que es Sueño de una noche de verano, de la que recuerdo siempre su grata versión cinematográfica, protagonizada por Michelle Pfeifer y Kevin Kline. Muchos la criticaron, pero yo, que no sé nada de cine, la disfruté bastante.

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De España: La Casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, donde aparece mi querida tocaya  Adela, que me pone a conversar sobre su rebeldía,  su afán de ir contra las reglas, ella me gusta, aún con su trágico final. Lorca tiene una historia en Cuba que algún día contaré. Le siguen Fuenteovejuna, de Lope de Vega y La Vida es sueño, de Calderón de la Barca. Por cierto, un día me sorprendí releyendo esta última con un lápiz en la mano y terminé destacando citas muy interesantes y enamorándome del texto. ¿No la has leído aún? Inténtalo, te llevará poco tiempo.

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Otra muy pedida fue Casa de muñecas, de Henry Ibsen, que se editó aquí en una antología llamada Teatro realista escandinavo y que incluía obras  tan buenas como La Señorita Julia, del sueco August Strindberg. Estos teatros que tratan el tema de los conflictos cotidianos, aparentemente inadvertidos, se leen como novelas. Creo que a esos que saltan sus lecturas de diálogo en diálogo deben gustarle mucho. Pero son mucho más, son un acercamiento a la pìel misma del dilema moderno de la mujer, no se pueden pasar por alto.

De América, solo recuerdo haber vendido Un Tranvía llamado deseo,  de  Tennessee Williams  y sé que solo lo buscaron los muchachos que cursan estudios universitarios de Teatrología o Historia del arte. Claro que pienso en  Marlon Brando ¿cómo olvidarlo?.  Me gustó mucho su autobiografía Brando por Brando.

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También ellos solicitaron a los antiguos: Sófocles,  Esquilo y Eurípides  fundamentalmente. Menos mal.

En fin, solo clásicos. Nadie se aventura con algún autor desconocido, como ocurre con la novela y la poesía. El teatro latinoamericano parece que no existe… ¿o sí?

De lo cubano, También predomina lo ya establecido y madurado: Requiem por Yarini, de Carlos Felipe, que narra la historia de un chulo del barrio de San Isidro por los años cincuenta; María Antonia, de Eugenio Hernández, que toca elementos de la religión afrocubana y la emblemática Santa Camila de la Habana Vieja de  Brene, con los conflictos de los años 59 y 60, y que ha sido representada en todos los tiempos y tiene varias versiones para la televisión.

Las comedias costumbristas de Héctor Quintero  son las más representadas por nuestros grupos de aficionados: Contigo pan y cebolla y Sábado corto, simpáticas y agudas, siempre bien recibidas. Una de las últimas películas cubanas está basada en una obra de este autor: El Premio flaco, ya la verán por ahí. No faltó tampoco  Virgilio Piñera, Son sus obras muy complejas, verdaderos retos para grupos de teatro profesionales, excelentes joyitas.

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Y esta es la parte en que alguien me pregunta: ¿y tú, lees teatro?. Y no me queda más remedio que responder sinceramente: no. Confieso que no es porque no me guste el género, sino porque ¡no me cae nada en las manos!

Por eso dejo en el aire la inquietud: ¿no se lee teatro porque no se escribe? ¿o se escribe y no se publica? ¿no gusta el género? ¿o está hecho solo para verlo y no para leerlo? ¿es un libro técnico?

¡Tanto teatro infantil que leímos y dramatizamos en nuestra infancia!… ¿a dónde fue a parar? ¿sólo al teatro, de vez en cuando?

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