Revista Opinión

Reflexión y memoria

Publicado el 24 marzo 2010 por Gonza_z

¿Vos que estabas haciendo el 24 de marzo de 1976?, le pregunto, por separado, a mis padres. "Estábamos preparándonos para ir a la escuela cuando mi viejo vino y nos dijo que había marcha militar en la radio que las clases y toda la actividad pública estaba paralizada hasta nuevo aviso". El discurso de ellos fue, palabras más palabras menos, parecido.
La última dictadura militar, El Proceso de reorganización nacional, fue una consecuencia. La peor consecuencia que pudo (y puede) vivir y sufrir un país. A 34 años de aquel trágico episodio, podemos decir que, efectivamente, el clima social, político y económico estaba como mínimo caldeado y el país se encontraba al borde del precipicio. Abismo que, lamentablemente, vino a continuación. Sin lugar a dudas, el remedio fue muchísimo peor que la enfermedad. Pero en aquel entonces muchos no se quejaron.
¿Qué pasó? ¿Cómo fue que se llegó a ese estado de locura? La historia es larga y se retrotrae a los primeros tiempos de Perón en el poder. Las conquistas del General posibilitaron la inclusión de una gran masa social a la vida política y económica de la nación. Pero también acrecentó el poder sindical y burocrático. Ambos hechos, ponían los pelos de punta a la puta oligarquía ya que el país dejaba de tener una economía agroexportadora para pasar a tener industrias nacionales.
Luego de aquel período peronista se suceden una cadena de hechos que, a mi entender, desencadenan en el horror. En primer lugar, el odio de cierto sector al avance no sólo político y económico sino ideológico y cultural del peronismo fue creciendo a tal punto de proscribir al movimiento. Lo que llevó a la imposibilidad de gobernar sin esa gran masa de trabajadores.
Cuando en 1966 Onganía asume con su Revolución Libertadora, precisamente libertadora del peronismo y sus maldades, comienza una etapa de represión y locura en contra de trabajadores y estudiantes. Hecho que produjo la intervención de universidades y, posteriormente, la fuja de cerebros. La masa inquieta pedía por Perón. La economía era un desastre y la represión crecía a pasos agigantados.
Perón desde su exilio en España alentaba a luchar por la patria socialista. Razón por la cual, grupos de jóvenes y estudiantes comenzaron con la actividad guerrillera: Montoneros y ERP. En los '70 estas agrupaciones crecieron en popularidad y pedían por el retorno de su líder. Sin embargo, la Juventud Peronista junto con las organizaciones guerrilleras no eran los únicos representantes peronistas en el país. Las organizaciones sindicales, el ala derecha del peronismo (como les gusta decir a algunos) (¿al peronismo le cabe esa categorización y diferenciación histórica entre derecha y izquierda?), también bregaban por la vuelta del General. La masacre de Ezeiza y el descredito en el discurso de Perón fueron el fiel reflejo de la feroz interna del peronismo.
Tras la muerte del único que podía contener las diferencias partidarias, comenzó el caos. La asunsión de María Estela Martínez de Perón dejó en claro su fragilidad de su poder. La constante ola de represión se acrecentaba mientras que la interna era cada vez más feroz.
Hoy, a 34 años de aquel día, es muy saludable que los culpables de la masacre sean enjuiciados. La situación actual dista mucho de aquella pero tiene algunos puntos en común. El peronismo sigue siendo el actor político principal en el país y, a pesar de todo, sigue teniendo internas feroces. Por ejemplo, que Duhalde enfrente a Kirchner siendo él mismo que lo impulsó como presidenciable es tragicómico. Por otro lado, también está el arco opositor. Por su parte el radicalismo también está divido entre aquellos que apoyan a Cobos y quienes lo hacen por Carrio (o alguna fórmula que responda a ellos). La derecha, neoliberal por cierto, encarnada en Macri o De Narváez (que poco tienen de peronismo claro está) corre con viento a favor a partir de la influencia de los medios masivos de comunicación. Ayer tocaban las puertas de los cuarteles, hoy la de los canales de televisión, aseguró, palabras más o menos, Hebe de Bonafini. Alguna razón tiene.
El día de la Memoria debe servir para esto. Para reflexionar sobre el pasado. Preguntarnos quiénes fueron y qué hicieron. Si es verdad, como dicen algunos militares, que hubo una guerra interna, habrá que aprenderse los por qué. Por qué unos hablaban de liberación o muerte y otros contestaron con balas y picanas. Ojalá la sociedad recapacite y entienda que las pérdidas humanas no son ni justas ni necesarias, siempre son muertes y que la manera (la mejor conocida por el hombre hasta ahora) de pelear, politicamente hablando, es la democracia.

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