Revista Comunicación

Reflexiones como lector en el año 2018

Publicado el 04 enero 2019 por Carmelo Carmelo Beltrán Martínez @CarBel1994

El artículo Reflexiones como lector en el año 2018 es propiedad de Carmelo Beltrán.

El año 2019 ya ha aterrizado. Ahora mismo, me encuentro disfrutando de los primeros compases de unas vacaciones navideñas que agradezco como si fuera oro. Desde hacía muchas no tenía la oportunidad de no tener más obligaciones que las propias en estas fechas. Se trata de algo verdaderamente maravilloso. De esta manera, en este clima en el que la literatura toma protagonismo en mi día a día, me apetece echar la mirada atrás y reflexionar como lector sobre el 2018. Ha sido un año muy interesante en esta faceta propia.

Mis reflexiones como lector del año 2018

A nivel personal, 2018 no ha sido un año fácil. Ha habido muchos cambios en mi vida. Desde el final de la universidad y el paso a una vida adulta sin darme cuenta, a una serie de transformaciones a nivel personal y de relaciones que, sin verlo venir, convirtieron en bastante oscuros mi día a día. Sin embargo, la literatura siempre estuvo presente. Probablemente, se trató de una de las pocas realidades que me mantuvo a flote y por ello, si echo la mirada atrás, creo que tendría que estar presente.

La idea de este artículo surge de una charla que una vez mantuve con una profesora en el instituto. Por aquel entonces no me gustaba leer, pero los problemas familiares han sido siempre una constante desde hace demasiados años en mi hogar. Ella me recomendó leer, me decía que, pasara lo que pasara, la literatura siempre sería un lugar donde poder sonreír, me contaba que ella nunca había tenido un mal día alrededor de un libro y que todos los fantasmas parecían menos poderosos con el filtro de unas páginas de papel.

Puede que en aquel momento no fuera capaz de discernir la sabiduría que se escondía en sus palabras. Pero, a día de hoy, puedo afirmar que era muchísima. La mejor medicina para cualquier corazón, independientemente de por qué sufra o ría, es una buena historia.

Por ello, las cinco reflexiones como lector del 2018 son:

  • Año en el que menos libros he leído en mucho tiempo.
  • La literatura puede ser el mejor salvavidas del mundo.
  • Me he atrevido con la literatura infantil.
  • A veces he caído en cantidad por calidad.
  • No hay mejor regalo que un libro

Si me quieres acompañar, toca viajar por cada uno de estos puntos con la delicadeza que merecen.

Año en el que menos libros he leído en mucho tiempo

De eso no hay ninguna duda. Goodreads atestigua la cuantía. Es cierto que he actuado como lector beta de diferentes novelas y que hay historias que he consumido y no se encontraban en la plataforma. Pero la cifra es, sin ninguna duda, inferior a la de años previos.

Nunca me ha preocupado demasiado la cuantía de libros. Es solo un número. En este espacio siempre se ha defendido la premisa de que la calidad tiene que primar sobre la cantidad. Que, en definitiva, lo importante es pasárselo bien delante de los libros. Sin embargo, no deja de ser una bajada interesante y como una persona a la que le encanta encontrar causas y consecuencias, he querido arremangarme durante un instante.

Existen dos razones primordiales ante esta disminución. La primera de ellas es simple. He tenido mucho menos tiempo. Trabajo a tiempo completo sumado a Máster implica un agujero en las horas que tiene cada día. Por mucho que quiera leer como antes, la vida evoluciona y no es tan fácil. Por ello, estoy bastante orgulloso de haber podido seguir sacando pequeños espacios de tiempo para lograr esta tarea.

En el otro lado de la moneda pongo la escritura. Creo que 2018 ha sido el año en el que me he tomado más en serio esta vertiente propia. Antes también me gustaba hacerlo. Sin embargo, durante el año que se marcha algo ha hecho clic en mi cabeza. Y, por mucho que madrugue para dedicarme a la escritura y que no condicione el resto de mi día a día, es evidente que el tener ideas en la cabeza o invertir tiempo en esta tarea, afecta al tiempo libre que le puedo dedicar a las letras.

Stephen King siempre afirma que un escritor tiene que escribir cuatro horas al día y leer otras tantas. Sin embargo, no todos tenemos la suerte de haber vendido los derechos de una primera novela por una millonada. A veces nos toca luchar. Pero, como siempre se dice, una pasión se mide en cuánto estás dispuesto a alterar tu vida para lograrla. Es evidente que la lucha por leer y por escribir permanecerán en 2019.

Es una parte inherente a mi persona.

La literatura es el mejor salvavidas del mundo

Los primeros seis meses de 2018 no han sido para enmarcar. Mi objetivo no es aburrirte con todo lo que ha ocurrido en mi vida. Simplemente te quiero contar que no son los que querría recordar en mi lecho de muerte. Sin embargo, lo mejor de que haya habido tanta oscuridad es que ha sido tremendamente más sencillo el hecho de vislumbrar las pequeñas luces que funcionaban como estrellas. La literatura ha sido una de ellas.

Porque en el momento no te das cuenta. Bueno, en el instante preciso no te percatas siquiera de todo lo que te pasa por la cabeza. No obstante, el momento en el que la sobriedad de emociones vuelve a tomar el control y echas una mirada hacia atrás, te percatas de que si no llega a ser por unos determinados anclajes a los que te has amarrado con todas tus fuerzas, probablemente hoy en día sería mucho más difícil restaurar la normalidad.

En mi caso, la marea de emociones mareaba menos porque la literatura siempre estuvo presente. Cuando no tenía más ganas que de autodestruirme por dentro, la lectura me permitía sacar la cabeza del agua y respirar para mantenerme estable.

Cuando hablo de literatura no me refiero solo a leer, sino también a esto que estás leyendo. La posibilidad de seguir generando contenido para internet me ha dado mucha estabilidad y calma. Ha sido una de las pocas realidades que no quise hacer saltar por los aires y que hoy, cuando miro atrás, agradezco profundamente. Después de todo, el blog es el trabajo de casi una vida. No quiero que desaparezca, aunque no quiero mentir. Pensé mucho en dejarlo. Necesitaba encontrarme.

Cuando ahora miro hacia atrás me percato que quizá debería de haber parado y haberme recluido en mí mismo y mi entorno hasta encontrarme. Seguramente, el camino hubiera sido mucho más rápido. No obstante, en la vida no se puede volver atrás, así que toca seguir remando hacia adelante.

Nunca le estaré lo suficientemente agradecido a la literatura por salvarme en tantas ocasiones. Es mi pequeño refugio particular.

Me he atrevido con la literatura infantil

No sentía ningún prejuicio por este tipo de historias, pero, por alguna razón, nunca les había dado una oportunidad. El único exponente que había aparecido por el blog —cuando era, encima, El Rincón de las Páginas—, había sido algo infructuoso en mi perfil como lector. Por ende, supongo que, de manera inconsciente, había alejado este tipo de obras. Grave error.

Este año comencé siendo lector cero de una serie de novelas infantiles. En un panorama en el que la literatura no era mi mejor acompañamiento y que me costaba sentarme delante de una obra y fundirla por completo, halle en ellas una razón para sentarme cada día delante de un archivo de ordenador.

Tras ello, no hubo ninguna duda. Tenía que leer muchísima más novela de carácter infantil. Y así lo hice. El primer paso que me atreví a dar fue Rexcatadores. El primer episodio de una serie de novelas cortas de Juan Gómez-Jurado y Bárbara Montes. Todo un acierto. Redescubrí sensaciones que habían desaparecido con la literatura. Quería y necesitaba leer a partes iguales y me dio muchísima rabia que fuera tan corto. Por mí me hubiera perdido muchísimo más en su mundo. Sin duda, seguiré comprando las partes de su serie.

Entonces, también apareció Diarios de Tony Lynx. Una historia de la mano de Miguel Griot que me trasladó la idea de que la literatura no tenía por qué conformar un entretenimiento pasivo, sino que podía retar al lector, convertirle en partícipe y hacerle volar su astucia. Creo que puede ser, sin duda, uno de los regalos más acertados estas navidades.

Creo que en este 2019 quiero leer muchísima más literatura infantil. Si hoy en día conforman unos de los pocos estilos que me consiguen apasionar, ¿cómo lo voy a dejar ir’ Soy totalmente consciente de que cuanto más disfrute con ellas, más ganas voy a tener de seguir volando en el resto de aspectos literarios. Así que no puedo echarme atrás.

A veces he primado la cantidad sobre la calidad

De toda reflexión que hoy puebla este espacio, es la que tiene un toque menos positivo. Pero, oye, a veces también es fundamental percatarse de qué estamos haciendo mal para poder cambiarlo. Dicen que para entender quiénes somos hay que estar en constante evolución. Apliquemos la sabiduría de grandes mentes a este momento.

La realidad es que, ligado a todo el tema de que no me ha apasionado leer, ha habido algunas historias que, de manera inconsciente, he disfrutado en diagonal. Es decir, estaba más pendiente de terminarlo que de entender qué era lo que me querían contar. Y esto es algo que, desde mi propio punto de vista, no me gusta nada.

El tema es que hasta el año anterior, cada vez que un libro no me gustaba y que me incitaba a ser leído en diagonal, lo dejaba un tiempo. Quizá no fuera su momento. Entonces, no quería dedicarle las energías que podría hacer que en otro momento me pudiera enamorar. Prefería disfrutar en ese momento de una historia más proclive a mi estado de ánimo.

Sin embargo, este 2018 he caído en el error de continuar hacia adelante. De seguir, aunque no me apeteciera. De, a veces, tener que sumar un libro más. Seguro que todo ello ha influido a mi idea de que ya no leo como antes. Por ello, ahora que me he percatado de este mal, es hora de solventarlo.

El año 2019 no va a ir de números, sino que se va a centrar en sensaciones. No quiero leer una burrada. Me conformo con disfrutar de cada párrafo. Creo que es la manera más honesta de enfocarlo como lector.

No hay mejor regalo que un libro

Cuando este año 2018 he tenido que hacer un regalo, siempre me he decantado por una novela. Creo que, además de ser terriblemente difícil, porque hay que tratar de comprender los gustos de la otra persona y regalarle su historia, y no la primera que encuentres en una librería, es un acierto. No estás regalando nada material, sino una experiencia y, salvo que fuera algo necesario y útil, no hay mejor opción.

Me ha sido indiferente el momento. Cumpleaños, navidades, santos o cualquier festividad. Siempre he acudido con un libro en las manos y, por alguna razón, creo que las sonrisas al abrirlo han sido las más sinceras que me he encontrado a la hora de regalar nada.

Además, me he percatado de lo absurdo que es regalar una novela solo en estas fechas. Cuando una amiga estuvo mal y quedamos a tomar algo, fui con un libro debajo del brazo. Lo que cuenta no es el objeto en sí, sino el detalle, el acordarte de la persona y el haber pensado durante un tiempo en lo que le estás regalando. Pensar en ella.

Y, para que negarlo. Si a ti te encanta recibir regalos, es muy probable que suceda lo mismo con el resto.

Estas son las cinco reflexiones como lector del año 2018. Espero que te hayan gustado y que te hayan invitado a reflexionar a ti también. Si ese es el caso, me encantaría que las dejaras en los comentarios. Siempre es un placer compartir la literatura desde esta perspectiva.

El artículo Reflexiones como lector en el año 2018 es propiedad de Carmelo Beltrán.


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