Revista Cultura y Ocio

Reflexiones de una lectora: Calidad de la literatura. ¿Aporta algo la novela romántica?

Publicado el 30 enero 2016 por Alaluzdelasvelas


Reflexiones de una lectora

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Llevaba mucho tiempo queriendo hacer una entrada de este tipo, así que, dándole vueltas, he dicho: ¡qué demonios, allá voy! Supongo que alguna vez os he dicho lo mucho que me gusta poder debatir con todas vosotras, con todos vosotros. Y es cierto. Así que, ahora que por fin se han acabado los exámenes y que estoy un poco más relajada – y tengo más tiempo libre, todo sea dicho –, he decidido traer la primera reflexión del año.
Calidad de la literatura. ¿Aporta algo la novela romántica?
Reflexiones de una lectora: Calidad de la literatura. ¿Aporta algo la novela romántica?


Aprovecho para deciros que me repatea la moral que la gente no respete mi opinión, porque yo suelo respetar la de los demás – a no ser que sea algo que no tiene ningún tipo de sentido y que sólo pretende ofender e imponerse, por supuesto –. He aquí, pues, un tema que me tiene frita. ¿Qué tiene de malo leer novela romántica? ¿Debemos reducirla a “persona conoce a persona, personas se enamoran, viva el sexo por el sexo, vivan las conversaciones ñoñas y que se eleven a la décima potencia los clichés, pues todos son pocos”? NO. NO. NO. NO. NO. ¡Maldita sea, vamos a superar de una vez esas estupideces! No hay nada de malo en la novela romántica. No, no es un manual de supervivencia en el Amazonas, ni un cuaderno de viajes por toda Asia, ni siquiera un libro en el que se nos explique la diferencia entre dos términos científicos que difieran en un par de matices. No. Una novela romántica no es sólo sexo, no es sólo el hecho de que dos personas – o más – se conozcan y caigan rendidas a los pies de la contraria. Una novela romántica es un entorno, un espacio.Un lugar que puede mostrarnos una cultura diferente de la nuestra. ¿Qué hay de malo en leer el día a día de dos personas en EEUU, en China, en el Congo, el Madrid, en París, en Londres, Amsterdam…? Cultura, amig@s, es cultura.Porque yo puedo saber de primera mano cómo se comporta la gente en mi ciudad, a más apurar en las comunidades autónomas de España. ¿Pero qué sé de EEUU si en mi vida he salido de aquí? ¡Nada, no sé nada! Una novela romántica es, pues, un paseo por diferentes entornos. Podemos vernos transportad@s al mejor restaurante de la ciudad, a un parque, a un bosque, un museo… Cualquier lugar. Segundo tópico a analizar. Clichés. Sí, haberlos los hay, en la novela romántica, en la distópica, en la fantástica, en la policíaca, la de terror… En todo libro hay un patrón a seguir. Porque, ¿sabéis qué? Nadie es original. Todo el mundo cumple una serie de patrones, patrones en los que, por supuesto, se puede despuntar de un modo u otro. Pero son patrones.Así que si estoy leyendo una novela romántica y aparece el personaje tipo número 1, el 2, el 3 y el 4…. ¡Bienvenidos sean todos! Da igual que él sea el fuerte y ella la débil. No me importa si ella es fuerte y él es débil, ni siquiera si ambos son débiles o fuertes… Porque, de un modo u otro, con esas novelas crecemos. Con esas y con todas. Por último quiero destacar lo que “puede aportarnos” a nivel “intelectual”. ¡Valiente estupidez!Vamos a ver, ¿me dice alguien qué me aporta a mí un ensayo sobre los herretes, si en mi vida voy a fabricar unos por el mero hecho de que me limito apasear mi culo hasta la tienda para comprar unos zapatos que ya están hechos? Pues eso. Nada de nada. Sé que parezco una súper haterahora mismo, pero simple y llanamente me ciño a los hechos. Sed sinceras y sinceros ahora. ¿Cuántas veces habéis oído “eso es literatura barata”? Porque, a las mentes brillantes que sueltan esas perlas por la boca yo les contesto que “mi literatura barata” cuesta lo mismo que un ejemplar sobre física cuántica. No menos de veinte euros, quince si en la librería se sienten generosos.


Dejo aquí mi pequeña reflexión, para que a quien le interese pueda debatirla conmigo – con respeto, por favor, gracias –, porque es gracias al debate, al comentar las cosas, que las ideas preconcebidas cambian.

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