Revista Cultura y Ocio

Reflexiones en torno al fin y principio del año

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Reflexiones en torno al fin y principio del año

Daniel de Pablo Maroto, ocd
  “La Santa” (Ávila)

1 – Consideraciones de presente

La imagen de un gigante moribundo me parece muy adecuada para reflexionar sobre el año 2021 que está para concluir. Es imposible en unas páginas volanderas hacer un balance de los acontecimientos que hemos gozado y sufrido en el año que termina. Que cada uno lo haga de los bienes gozados y los males sufridos que quizá será lo más persistente y universal la pandemia del virus COVID 19 que no cesa, con sus permanentes variantes.

Estamos asistiendo a una guerra entre la ciencia y la persistente aparición de nuevas cepas. Los virus son nuestros compañeros de camino desde los comienzos de la vida sobre la tierra, los enemigos invisibles y nosotros, gentes del siglo XXI, somos privilegiados en comparación con la aparición de otras epidemias sufridas y que diezmaban las poblaciones de la tierra. Y aquí seguimos sin encontrar un remedio eficaz y universal contra la enfermedad que sigue contagiando, con ingresos en los hospitales, las vacunas, el cansancio del personal sanitario, etc. Este es el negro panorama que nos ha tocado vivir durante el año que termina, mejor que el año pasado, pero todavía sin resolver el problema definitivamente.

Por otra parte, aparecen los profetas de calamidades que están anunciando catástrofes en el planeta tierra como tsunamis que anegan ciudades y volcanes en erupción, terremotos en varias partes del planeta, clamores de guerra en algunas partes del mundo, etc. y la apelación al libro del Apocalipsis como prueba de que todo ello anuncia el fin del mundo, al menos del planeta tierra y sus habitantes. No es la primera vez, ni será la última, que, en épocas de crisis reaparecen los videntes del futuro, sobre todo al comienzo del año con pronósticos que generalmente no se cumplen. O también Cristos o Vírgenes que comunican profecías o castigos divinos por la maldad de la humanidad.

Pero, por otra parte, no todo es un caos el que nos ha tocado vivir. La pervivencia de la enfermedad ha evidenciado algunas notas positivas en las relaciones humanas: por ejemplo, la solidaridad de la buena gente que ha aumentado; la dedicación al trabajo de todos los que están al cuidado de los enfermos en los hospitales en un rendimiento pleno, etc. Y ¿por qué no pensar también en el buen comportamiento de una ciudadanía silenciosa que ha soportado la soledad y el silencio en los sucesivos enclaustramientos en domicilios tan prolongados? Lo mismo digamos de los trabajadores que han convertido sus casas en oficinas con el trabajo telemático. En fin, cuando se escriba la historia completa de la guerra contra el virus, aparecerán los verdaderos héroes que son muchos más de los aquí enumerados.

2 – Consideraciones de futuro

Filiado o no con la pandemia, el futuro de la humanidad se presenta con signos de esperanza y con muchos interrogantes abiertos todavía en proceso. Las ciencias experimentales están haciendo avances de gigantes y no sabemos dónde estará el final. Hay experimentos en marcha que asustan. ¿Se podrá en un futuro manipular el genoma humano para crear en los laboratorios seres a la carta de los peticionarios, como previó Adolf Husley en su Mundo feliz, tipos Alfa, Beta, Gamma, etc.? ¿Podrá en un futuro el ser humano manipular el cerebro para poder conducirlo a voluntad de las instituciones poderosas que dominen el mundo? ¿La llamada “Inteligencia artificial” podrá controlar las voluntades de los seres humanos? Interrogantes para pensar en las posibilidades de la ciencia si no está condicionada y dirigida por la ética

Descendamos a problemas menores pero que están amargando la vida a las personas ancianas. Por ejemplo, pensemos en los medios de comunicación modernos que deshumanizan las relaciones personales; por ejemplo, llamas a una oficina y te responde una máquina y te da una serie de opciones que no te da tiempo a memorizar o no entiendes el significado. Y, al final, cuando responde un alma viva, le dices: gracias por atenderme y lamentas que, aunque seas una persona instruida, con un alto nivel cultural, terminas sintiéndote un analfabeto radical, un  cibertonto. Y pienso: si yo tengo problemas para defenderme en este mundo tan tecnificado, ¿cómo podrá hacerlo, por ejemplo, un labriego, que nos ha dado de comer y no pudo instruirse por falta de medios o de oportunidades? Que alguien lo remedie haciendo ciudadanos de doble vía: la real de muchos y la de los cibernautas.

Para concluir, y como complemento de lo dicho, recuerdo la valentía de una mujer, santa Teresa de Jesús, que sufrió percances dolorosos en los duros inviernos de Castilla los años 1580-1582, contando ella con 65-67 años y enferma de gravedad. Su ejemplo de fortaleza no aliviará nuestras penas, pero nos ayudará a soportar las inclemencias de la vida que son compañeras de camino en tiempos de pandemia o de vida más sosegada de ancianos y jóvenes.

En el mes de agosto de 1580 sufrió el “catarro universal”, “una enfermedad tan grave que pensaron muriera -escribe-. Quedé tan desganada y tan fuera de parecerme podía hacer nada” (Fundaciones, 29, 1). Siguieron los achaques múltiples, parálisis, flaqueza de cabeza, etc. “Yo nunca he acabado de volver en mí del todo” (Carta a María de San José, 27-XII-1580, nn. 1 y 7). El P. Gracián confiesa que la Madre ya no fue la misma desde entonces.

No obstante, fueron dos años de asombrosa actividad: El 28 de diciembre de 1580 salió de Valladolid para la fundación de Palencia. Previamente, el 25 de diciembre de 1577, estando en el convento de San José, en Ávila, rodó por una escalera fracturándose el brazo izquierdo del que no se repuso del todo nunca y que ella atribuyó al demonio (¡!). Y, finalmente, el día 2 de enero de 1582 salió de Ávila para la fundación de Burgos en medio de tormentas de nieves y aguaceros llegando sin percances a su destino pasando aventuras sin cuento. Allí le esperaban días y meses memorables hasta la fundación después de una larga espera.

El retorno a casa meses después fue para ir a descansar en Alba de Tormes el día 5 de octubre del 1582, convertido, por el curioso destino del calendario, en el día 15. Que ella nos ayude a sobrevivir en este tiempo de tribulaciones.


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