Revista Psicología

Reflexiones en un día de lluvia

Por David Salinas @psicopositivo
REFLEXIONES EN UN DÍA DE LLUVIAParticularmente, me encanta el buen tiempo, los días soleados, la playa, estar en una terraza junto a buena compañía y una cerveza bien fresca...
Pero hoy, al despertarme, he ido a la ventana, y me he puesto a observar. Y mientras observaba, he pensado: "Qué bonita la lluvia"
He sentido que realmente era hermosa, sólo que unos segundos después, mi mente siempre inquieta, demasiado inquieta a veces, me ha apartado de mi enamoramiento transitorio, y me ha susurrado: "Sí, qué bonita ahora, pero si estuvieras debajo de ella, dirías que qué mier... la lluvia".
Desde luego, no hubiera sido la primera vez que lo digo. Insultar a la hermosa lluvia.
Solemos valorar, etiquetar y clasificar todos los eventos que nos suceden como buenos o malos, mejores o peores, "me gusta" o "no me gusta" o "me beneficia" y "no me beneficia", en función del momento, las circunstancias, nuestro propio estado de ánimo y, cómo no, nuestras falsas y mezquinas necesidades ególatras.
Y lo cierto es que, independientemente de nuestras necesidades ególatras, estado de ánimo, y de las circunstancias y el momento, las cosas no son buenas ni malas ni mejores ni peores. Las cosas son. O como dijo un hombre sabio de Almáchar (pueblo de Málaga): "Lo que é, é".
Sin embargo, como un niño caprichoso que no entiende que sus padres no es que no quieran regalarle un viaje a Disneyworld sino que no pueden, nos obcecamos en no pocas ocasiones en negar que "lo que é, é", y no como nos gustaría que fuera. Y como no es como me gustaría que fuera, es "malo", y entonces debo sentirme triste. Y después (y ésta es la parte realmente chunga), como me doy cuenta de que me siento triste (porque nos damos cuenta, por supuesto), pienso que eso también está mal, muy mal, y ahí es cuando me da el bajonazo. Un bajonazo que puede incluso derivar en depresión.
Si fuéramos más capaces de sustituir la valoración, la etiquetación y la clasificación por la ACEPTACIÓN de los eventos, tanto externos como internos, que nos suceden, creo que todos seríamos un poco más sabios, como mi buen amigo el de Almáchar, y en consecuencia, más sanos y felices.
Pero es que además, la aceptación es como una luz que nos guía y nos saca de la profunda neblina de la obcecación implícita en el rechazo a la realidad. Cuando acepto, soy capaz de ver con más claridad las alternativas de las que dispongo ("¡Un día festivo y llueve!... Bueno... ¡La oportunidad perfecta para quedarme en casa y organizar un maratón de series, yuhuuu!"). Y, sobre todo, sobre todo, sobre todo, cuando acepto, soy capaz de descubrir la belleza que se esconde detrás de cada fracaso, detrás de cada adversidad, detrás de cada día de lluvia de nuestra vida.
Y no esperar a que salga el sol, como suelen decir las canciones y los poetas, para sentirnos realmente plenos, felices y en paz.
REFLEXIONES EN UN DÍA DE LLUVIAPues de esto más o menos irá el Taller de Mindfulness en Emociones que hago este sábado 15 de Octubre en Málaga. Aprender a observar, sin juicios ni críticas ni valoraciones, y aceptar nuestras emociones dolorosas y los eventos que las generan, para darnos cuenta de que nada es bueno ni malo ni peor ni mejor, y que todo, incluido la ira, la culpa, el miedo, la vergüenza o la tristeza, ES, sin más, y por el simple hecho de ser, guarda belleza en sí.
Que tengas un hermoso día de lluvia. Un fuerte abrazo.

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