Revista Salud y Bienestar

Reflexiones: «Hacer daño»

Por Lolamontalvo
Reflexiones: «Hacer daño»
En nuestra labor cotidiana llevamos a cabo decenas de tareas y de técnicas que, irremediablemente ocasionan molestias o dolor a los pacientes. Es una realidad que está asumida por ambas partes: ususarios y profesionales. O mejor aún, así debería ser.
Por ello quiero analizar este aspecto desde ambos puntos de vista.
Allá voy.

1. Como Profesional:
No se nos debería olvidar nunca que trabajamos con personas. Que nuestras acciones sobre sus anatomías son molestas a menudo, dolorosas en muchas ocasiones, difíciles de soportar con frecuencia... No supone esto que seamos sensibleros o demasiado blandos en nuestro devenir cotidiano. Significa esto que no deberíamos lanzarnos jamás sobre «piel ajena» sin informar antes de lo que vamos a hacer, en qué consiste nuestra tarea y qué molestias reales o potenciales pueden reportar. Demasiadas veces aparecemos ante nuestros pacientes como seres fríos ante el dolor o las molestias de los pacientes, incapaces de entender su padecer, preocupados sólo por coger esa vía, poner esa sonda o tomar esa muestra. Cuando en la mayoría de las ocasiones no es así. Aunque, por desgracia, sí hay algunos colegas que tienen esa actitud.
Todo se resume a aprender y practicar todo aquello que no conocemos bien; proporcionar a nuestros pacientes información, empatía y cuidado.

2. Como Paciente, que he sido y que pronto seré, tengo miedo del dolor, del padecer que me pueden reportar ciertas técnicas sobre mi cuerpo, del sufrimiento que debo soportar. Eso sí, entiendo que algunas molestias son inevitables... Para poner una anestesia local o epidural hay que pinchar. En estos casos, para dejar de tener dolor, algo debe dolerme. Debo colaborar en la medida de lo posible y ayudar a los profesionales a que realicen su labor con la mejor disposición por mi parte, evitando manifestaciones innecesarias que dificulten o compliquen su tarea.

Mi reflexión es la siguiente: las técnicas más cruentas que los profesionales de la salud llevamos a cabo a diario en nuestro trabajo deberíamos hacerlas siempre como si estuviéramos actuando sobre nuestro propio cuerpo: hacerlo tal y como nos gustaría que nos lo hicieran a nosotros. No olvidar jamás que, muchas veces, en el desarrollo de nuestras tareas hacemos daño y que si se hacen de forma descuidada ese daño se multiplica. No menospreciar jamás el dolor o el miedo de nuestros pacientes y nunca mentirles... eso tan común de «...es sólo un pinchacito» o «...¡eso no es ná!» y explicar con detalle en qué consiste la técnica, qué pueden sentir y cómo esperamos que nos ayuden, solicitando en todo momento su colaboración. También creo que un profesional debe pedir ayuda cuando crea que algo no lo puede terminar -porque falla- o se le resiste... nunca es bueno obcecarse en conseguir terminar algo, cuando ése no es tu día; y no se es peor profesional por reconocer que ese día, por lo que sea, no puedes.

Por parte del paciente ante ciertas técnicas molestas/dolorosas es necesario que se ajusten a las indicaciones de los profesionales que les atienden, que pregunten lo que no entiendan y que no se queden con ninguna duda antes de empezar. Si uno, como paciente, es consciente de que puede ayudar o de lo que puede esperar en el transcurso de una técnica, la realidad siempre es menos cruda -para las técnicas más molestas o dolorosas-. A menudo los pacientes tienen una idea preconcebida de la técnica en cuestión y cuando el profesional termina suspiran aliviados «... ¡Ya está! Qué rápido...» Otras veces eso no es posible y la técnica es tan horrorosamente molesta y dolorosa como nos lo habíamos imaginado. De eso, por suerte o por desgracia, nadie tiene la culpa.

Hoy día vivimos en una sociedad en la que el dolor o el sufrimiento tendemos a evitarlo hasta hacerlo desaparecer y eso es lo que se espera que hagamos en nuestras técnicas y tareas. Pero por desgracia eso no siempre es posible. No me pueden pedir jamás que cuando saque sangre a un paciente o le coja una vía no le haga ningún daño. Sí se me puede pedir que lo haga lo mejor posible... y muchas veces los pacientes piden/exigen sin dar su colaboración a cambio. El esfuerzo debe ser conjunto, proceder de ambos lados.

Veo a compañeros que se obcecan en coger vías, en tomar muestras cuando ese no es su día. Escucho a pacientes criticar injustificadamente a los profesionales que les han ocasinado mucho dolor en una técnica de por sí dolorosa. Creo que por ambas partes debemos aportar algo, que todos debemos hacer algo para que las técnicas salgan siempre de la mejor forma posible y sin más molestias de las imprescindibles.

Y, por ahora, nada más.


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