Revista Cómics

Reflexiones Navideñas

Publicado el 29 diciembre 2013 por Airin
Me encuentro viendo un domingo por la tarde viendo Los Goonies, película de 1985 que forma parte de mi infancia. Algunas  películas de mi infancia por excelencia son: Allan Quatermain en busca de la ciudad perdida del oro, Tremors, Chitti Chitti Bang Bang, La bruja novata, Mary Poppins, Dentro del laberinto, Los cazafantasmas, El cristal oscuro, Oz un mundo fantástico, Momo, La historia interminable....etcetcetc No se por qué soy una persona de lo más nostálgica respecto a mi infancia. Me encanta que me cuenten anécdotas mongas sobre mí, volver a ver estas películas, ver álbunes de fotos o contar historietas a mis compañeros de trabajo como que el ananito Trumpi vivía en el parque San Francisco.
Pero en realidad quería hablaros de un par de cosas que se me han pasado por la cabeza estos días navideños llenos de consumismo por doquier.
1. Los trenecitos: Personalmente recuerdo dos trenecitos, el de Barcelona y el de Salou. Y digo trenecitos refiriéndome a esos trenes diseñados para llevar a niños pequeños con algún que otro solidario padre. Esos que te dan una vuelta de un cuarto de hora y tú siendo pequeño crees que ha sido la hostia, que ha durado por lo menos una hora. Esos trenes que lo único que tienen es darte una vuelta sin las paredes de un coche. En fin, esto viene por que estando estos días en Barcelona me encontré con uno y me quedé de piedra cuando vi al conductor y al cobrador. Tenían pinta de vagabundos borrachos, de esos que ves en Nueva York por la noche en cualquier callejón calentándose con un cubo en llamas y un montón de gente alrededor. Sí amigos, los que conducían el trenecito de la felicidad de los niños no eran precisamente los pajes de los Reyes Magos.
2. Siguiendo un poco el hilo de la Navidad, he pensado bastante en el hecho de que cada vez se siguen menos las tradiciones, en este caso navideñas. Al pensar esto me he conestado a mí misma, ya que mantener diálogos yo sola se me da de maravilla. La conclusión ha sido la siguiente: La navidad está hecha para los niños. Recuerdo que cuando llegaban las Navidades estaba contentísima, deseaba una Feliz Navidad a cualquiera que se cruzaba conmigo y había una especie de alegría contagiosa, sin olvidarnos del vuelve a casa por Navidad. Al crecer, uno se hace adulto y esas cosas mágicas se pierden. También es verdad que cuando eres pequeño no analizas ciertas cosas que de mayor sí. Por ejemplo, soy la primera que tiene un sentimiento de lo más impersonal sobre la Navidad. Se me viene a la cabeza un consumismo atroz y una exaltación de la religión católica. Yo me he desprendido de esos sentimientos mágicos por estas cuestiones, pero si nos fijamos con atención, cuando hoy en día alguien nos desea Feliz Navidad es casi....¡raro! Personalmente, a mí lo único que me gusta de estas fiestas son las vacaciones y el poder ver a mi familia. El resto, siendo sincera, me la refanfinfla.
3. Y mi siguiente idea monga, gira entorno a las personas excesivamente amables o más bien, ¿cuándo una persona  amable deja de ser amable para convertirse en un  pesao? El otro día en un parking nos encontramos con un hombre muuy amable, que nos daba indicaciones y luego incluso nos daba instrucciones para salir de la plaza. Este tipo amable era un amable guay, es decir, tenía una actitud servicial sin pasarse. Asi que chapó por el hombre del parking. Sin embargo, hoy mismo fuimos a comer un sitio donde nos atendió una chica excesivamente amable pero en plam chungo. ¡Hola chicos! todo el rato, pasando cuatrocientas mil veces por nuestra mesa echando miradas furtivas, dándonos tres cartas a cada uno y cada una en un idioma diferente. Mal mal y mal. A mí esta chica me cayó mal. Este tipo de amabilidad no me gusta. Primero, porque se tomaba demasiada confianza y segundo, por que ya no se trata de ser servicial sino de atosigar al cliente. Y estoy segura que al 99% del resto de clientes sí que les parece simpática, pero bueno, yo soy así de raruna. ¡Y todo esto al ritmo de  la velocidad absurda! Pero aquí no acaba la cosa. Seguidamente me fui a otro nivel, como cuando superas las 100 líneas del teris, y me pregunté ¿Si hubiera sido un hombre me hubiera caído mejor? Al final la respuesta fue no. Se trata de una cuestión de actitud, sin géneros. No todo el mundo sabe ser servicial sin caer en el demasiado.
4. Y ya para acabar, decir que me parece súuuuper sexista el anuncio de Calvin Klein y su perfume "One Million". El anuncio nos dice todo lo que desea tanto un hombre como una mujer. Superficialidad y más superficialidad. Tener dinero, mil zapatos y conseguir a ese chico deseado. Y en los hombres poder tirarte a la súper modelo con un chasquido de dedos. Personalmente me parece indignante. Cada vez que lo veo me dan ganas de vomitar. Y sí, soy feminista, pero no de esas radicales que enseñan las tetas para rebelarse contra el sistema o las diversas manifestaciones del patriarcado. Creo que para protestar, mejor enseñar el culo.
Y nada, si habéis llegado hasta aquí....no me lo explico! jejeje. Quisiera desear a todos un buen año 2014 con mucha salud y mucho amor.
"ESTAS PIEDRAS NO SON DE AQUÍ. ESTAS MUY LEJOS DE SU LUGAR DE PROCEDENCIA."
Y me gustaría añadir una frase que he extraído del blog de Jordi Ordaz, Obiter Dicta, que me ha gustado mucho.
 "Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar el dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos, para crear impresiones que no durarán en personas que no nos importan."

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