Revista Coaching

Reflexiones parte 4: Sobre el Amor y sus vaivenes

Por Kheldar @KheldarArainai
Sea of Tranquility

Sea of Tranquility (Photo credit: Storm Crypt)

La entrada de hoy surgió de los dimes y diretes que he tenido a lo largo de estos días con la mitad de las personas que conozco.

Además de esto, también recibe aportaciones directas de una manifestación en abierto sobre mi propio pensamiento al respecto de lo que hoy nos ocupa.

Me cito, para que sepamos de lo que hablo. Aunque debo decir de entrada que no va a ser una entrada parecida a lo que me pedían en Facebook, en concreto en los comentarios a este fragmento que voy a citar.

Dejaré a cada uno considerar aquello del desapego.

Es raro no tener sentimiento de propiedad cuando se tienen relaciones íntimas, dicen algunas personas y hasta consejeros y psicólogos. A mí, personalmente, ese sentimiento me escama al recibirlo.

No me considero “de nadie”, ni considero que nadie sea de mi propiedad. En un cierto sentido, todo lo que me pertenece y puedo reclamar es lo que sientan por mí (siempre que quieran compartirlo)… Y ahí queda todo.

Eso me permite en sí una gran libertad emocional… Al coste de que mi vida sentimental tiene más idas y venidas que la seguridad ciudadana estos días.

Dicho esto, ya conoces un poquito más de la realidad sobre el amor estos días. Todos lo consideramos de una u otra forma; e incluso se llega a estudiarlo. No obstante, no me dispongo a hablar de eso hoy… Sino que como decía arriba, mi propósito es totalmente diferente.

Tiempo hace ya, y no poco precisamente, que impulso a todo aquel dispuesto a prestarme atención a que se exprese en términos de aquello que sea importante en su vida o signifique algo dentro de sus pensamientos, emociones y realidad personal.

Y eso es lo que quiero hacer yo… Expresar una faceta importante para mí, en base a mis propias circunstancias personales y las experiencias que acumulo hasta ahora.

Dentro de mi criterio actual, se me hacen muy extraños los sucesos que presencio o llegan a mis oídos estos días. Hay de todo, como en botica. Pero quiero mencionar a…

Personas que se han visto violentadas de alguna manera por pasadas parejas, deciden de alguna manera que esta vida es un valle de lágrimas y que al final del mismo encontrarán su felicidad; aunque para llegar allí tengan que vivir un amalgama de momentos de impotencia y dolor con momentos de alegría y buen rollito.

Personas que tienen una creciente dificultad para encontrarse con otras se dedican a reclamar mayores demostraciones afectivas, en tanto que por otro lado se crea un mal ambiente porque los reclamos van acompañados de reproches en cuanto a un proceder cercano pero desapegado. Íntimo, pero relajado. Uno que al parecer, no es apto para todos los públicos.

Comentando esto con una amiga el otro día, su respuesta fue muy curiosa:

“Las mujeres somos así de malas.”

Punta del Este Port | 120229-8175-jikatu

Punta del Este Port | 120229-8175-jikatu (Photo credit: jikatu)

Y lo peor es que no es maldad (al menos en ocasiones no lo es)… Sino cosas muy diferentes, de base emocional y psicológica. Se trata de sus pensamientos, de sus sentimientos, y del estado interior en que ambas cosas terminan por dejar a estas personas.

Este estado es el que puede provocar que una persona en un momento dado decida confesar sus sentimientos por ti y el tiempo que los lleva profesando; y al momento siguiente haya decidido estar con otra persona a pesar de lo que dice sentir por ti, y cómo dice que podría ser contigo.

Este estado es el que puede hacer que cualquiera de nosotros que ande en buenas lides con una ex-pareja, se vea tentado de volver a acercarse y retomar la intimidad, o incluso el completo de la relación…

En parte porque es algo en apariencia seguro, en parte porque se quieren demostrar cosas diferentes (lo que llamamos sacarnos una espinita), y en parte por el recuerdo.

No sabría ponerle nombre a este estado. Aunque tampoco lo necesita.

El caso es que hoy en día, pienso yo, poca idea se tiene del amor como algo distinto a una religión donde se profesa adoración absoluta a un único ser en este mundo; a pesar de que tu propia vida te indica que puedes sentir amor hacia todas las cosas bajo el cielo. Tampoco se tiene idea del amor como algo que siempre que te toca, nunca te deja indiferente.

Yo no estoy aquí para decirle a nadie que sea monógamo o poliamoroso… Pero sí para pedir a la gente que haga caso del consejo de mi abuela: con los sentimientos es mejor no jugar, no mentir a los demás y no engañarse uno mismo. En este caso diremos que…

  • Cuando sientas algo por alguien, claro que merece saberlo (o tú expresarlo), por supuesto, pero es conveniente tener en cuenta que a esa persona puede afectarle de alguna manera; en especial si despúes de contarle lo que sientes vas a desmerecer esos sentimientos por tu propia mano y obra… Y dejar al otro un mal sabor de boca.

También cabe mencionar que…

  • No siempre merece la pena tolerar o justificar disgustos, ataques, malestares y manipulaciones que recibes de parte de la otra persona con lo que sientes por ella. Lo normal es que una persona que te valora y a la que importas no recurra a ello; ni por gusto ni por necesidad. Es más, los más cuidadosos sobre su impacto, intentarán incluso que no llegues a sentirte así.

Y por supuesto, no podemos olvidar que…

  • Las relaciones y lo que se siente hacia ellas cambia con el tiempo, a través del hábito. Este sería, en la mayor parte de las ocasiones, pensar en la otra persona y en aquello que habéis compartido; ponderando además la importancia emocional de todo ello. Por esto, es posible explicar que haya algo que permanece a pesar de que todo pueda cambiar en una relación.

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Con lo cual, y en resumidas cuentas, quiero manifestar que no me gusta nada cómo la gente hoy en día se obliga a pensar que ha encontrado el amor y se aferra a lo que consideran como tal. Pero como un pequeño acto de defensa de la libertad de expresión…

Y esto es todo, al menos por ahora. Tal vez a otra persona le apetezca desarrollar más este tema, pero siendo concretos… El tema es el que es, y cada uno lo vamos a ver como más nos guste. Con lo cual, o llegamos a un entendimiento común o estaremos en distintos mundos.

Como decía al principio… En el mundo que estoy yo, hay mayor libertad emocional. El coste de esa libertad sería lo que algunos llaman falta de estabilidad en cuanto a las parejas que se tienen. Esto no es malo en sí, pero puede no ser lo que algunos buscan, quieren o necesitan. Así pues, bienvenido a mi mundo el que lo sienta como suyo también.

Por ello, quiero recordar a los demás que en temas de amor existe el libre tránsito, y que si intentamos forzarlo a aparecer, quedarse o marcharse; estamos perdiendo el equilibrio.

Atentando contra el equilibrio, de hecho.

Por otro lado, me gustaría invitaros a considerar a Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, puesto que ellos demostraron una forma de amor particularmente curiosa a mi parecer.

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Kheldar

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