Revista Cultura y Ocio

Refugio temporal

Publicado el 29 mayo 2017 por María Bertoni
Refugio temporalLa película de Sanjinés se proyectará por segunda vez en Buenos Aires el viernes 2 de junio. Será en el marco del 17º Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos.

Juana Azurduy, guerrillera de la Patria Grande nace de la preocupación por ese encuentro con la ignorancia”, explicó Jorge Sanjinés el viernes pasado, en la charla previa a la proyección de su película más reciente en la sala 3 del cine Gaumont. Minutos antes de que empezara la función de honor de la séptima edición del Festival Internacional de Cine Político, el realizador boliviano contó que, durante la visita a un “colegio selecto de La Paz”, notó que los alumnos conocían apenas la trayectoria de la miliciana revolucionaria. El fundador del legendario Grupo Ukamau sintió entonces la necesidad de filmar una semblanza contra “la desmemoria y el autodesprecio” inculcados en establecimientos de educación formal.

Curiosamente, Sanjinés encuentra en otra visita –una visita histórica, aquélla que Simón Bolívar le hizo a Doña Juana en 1825– la base desde donde trasladarse en el tiempo: hacia atrás, para recrear la conversión de la esposa del hacendado Manuel Ascensio Padilla en montonera libertaria, y hacia adelante para advertir sobre las limitaciones de una revolución regional con más consistencia militar que cultural, política, económica.

Juana Azurduy… renueva la costumbre cinematográfica de retratar patriotas a partir de flashbacks. En buena parte de estos ejercicios, los recuerdos asoman en la instancia de vejez avanzada, como le sucede al Manuel Corvalán que León Dogodny encarnó en Revolución. El cruce de los Andes de Leandro Ipiña, e incluso en el lecho de muerte como le ocurre al Manuel Belgrano que Pablo Rago compuso bajo la dirección de Sebastián Pivotto.

En la película boliviana, la protagonista tiene 45 años de edad cuando evoca su pasado; todavía le quedan 37 por vivir. Anclar el relato en un punto biográfico intermedio evita la identificación entre vejez (o muerte) y cierre narrativo. De esta manera Sanjinés sugiere, por si hiciera falta, que la historia de la capitana es irreductible a la lucha que ella, Bolívar –también Antonio José de Sucre y José Miguel Lanza– rememoran en la reunión de 1825.

Refugio temporal
Jorge Sanjinés, el viernes en el cine Gaumont. Foto de prensa del 7° FICiP.

El Maestro boliviano filmó Juana Azurduy… entre septiembre y noviembre de 2014, en pleno acuerdo regional destinado a reivindicar el concepto de Patria Grande y a figuras ninguneadas por los voceros de la Historia oficial. Entre ellas, se destaca la teniente coronel que en 2009 fue ascendida post mortem dos veces: a Mariscal de la República y Libertadora de Bolivia por el Senado de ese país, y a generala por decreto de la entonces Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner.

La película se estrenó en su país de origen el 25 de mayo de 2016, cuando se cumplieron 154 años de la muerte de la miliciana reivindicada, y meses después de que CFK y su par boliviano Evo Morales inauguraran juntos una estatua de bronce en la plaza ubicada detrás de la Casa Rosada. Sin dudas, este largometraje es también producto de su época: por si cupiera alguna duda de la estrecha relación con aquellos tiempos de revisionismo histórico, vale recordar que el año pasado la prensa de la Argentina ya entonces macrista ignoró casi por completo la presentación del nuevo trabajo de Sanjinés, así como el doble reconocimiento que le acordó el jurado oficial del segundo Festival Internacional de Cine de Guayaquil.

Sin dudas, la exhibición porteña de Juana Azurduy… se da en circunstancias opuestas a aquéllas en torno a la pre-producción, rodaje y estreno en Bolivia. De hecho, la función de honor en el 7º FICiP tuvo lugar tres semanas después de que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobara la remoción del mencionado monumento que Cristina y Evo inauguraron en julio de 2015.

En este otro contexto se hace todavía más evidente el propósito de combatir la desmemoria y el autodesprecio colectivos. También aumenta la sensación de que el cine tiende a abusar de los estereotipos cuando prioriza el objetivo pedagógico. Desde esta perspectiva, la ficción de Sanjinés comparte con otros (tele)films históricos el uso de cierta retórica rimbombante que vuelve artificiosas algunas actuaciones, y la reducción de ciertos fenómenos sociales (por ejemplo el racismo de la burquesía criolla) a personajes secundarios con rasgos más bien caricaturescos (los dos señores disgustados con la atención que Bolívar le dispensa “a una india”).

Don Jorge se concentra tanto en la heroína interpretada por Mercedes Piti Campos que les deja un rol secundarísimo a los dos colectivos que Azurduy representa, y que conformaron su soldadesca: otras mujeres y los descendientes de pueblos originarios. Como en la mayoría de los homenajes cinematográficos a nuestros libertadores, en éste también el pueblo beligerante apenas escolta al (en este caso a la) protagonista.


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