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Relájate con el entrenamiento autógeno

Por Somospsico

Aprende a relajarte: el entrenamiento autógenoHoy vamos a aprender a relajarnos de una forma práctica tras un duro día de trabajo, de estrés o de preocupaciones. Para ello nos serviremos de una técnica utilizada ya desde principios del siglo XX y que suele dar muy buenos resultados si se hace bien. Hablamos del entrenamiento autógeno, el cual está basado en la concentración pasiva en nuestras sensaciones físicas. Detallémoslo paso a paso.

1º Adopta una postura cómoda. Puedes elegir entre estar sentado con los brazos apoyados en tus piernas, con la cabeza apoyada en las rodillas o tumbado completamente. Esto es decisión tuya.

2º A continuación cierra los ojos y trata de comenzar a desconectar un poco de todos los estímulos que se encuentren a tu alrededor. Has de lograr que, aunque estén ahí, no logren perturbarte ni distraerte de tu estado de relajación.

3º A pesar de que este ejercicio suela realizarse en grupo y con un terapeuta o persona entrenada que va guiándote, también puedes hacerlo tú mismo. Para ello, antes deberás echar un vistazo a una serie de frases que tendrás que repetirte una y otra vez a lo largo de la sesión y que dirigirán tus pensamientos hacia un estado de total sosiego. Algunas de ellas son:

-«Estoy muy tranquilo. Los pensamientos vienen y van. Nada puede perturbarme»

-«Mis brazos y piernas son muy pesados»

-«Mis brazos y piernas están calientes»

-«Mi respiración es tranquila y regular» o «estoy respirando»

-«Mi corazón late sosegada y regularmente»

-«Mi abdomen es una corriente de calor»

-«Mi mente está clara y mi frente está fresca»

El objetivo es ir diciéndonos mentalmente estas frases, de forma pausada y tranquila, y concentrándonos en la zona concreta a las que nos refiramos. Resulta muy útil el entrenar en visualizar dichas zonas, como si fuéramos observadores de nuestro propio organismo.

4º Finalmente, tras unos 15 o 20 minutos de esta práctica, has de volver a incorporarte de nuevo al mundo. Para ello trata de abrir los ojos muy lentamente, ayudándote de unas cuantas inspiraciones profundas.

Una vez hecho todo esto, a buen seguro que te sentirás mejor. Sin embargo, ten en cuenta que muchas veces es necesaria una cierta cantidad de práctica para ir notando mayores efectos. Si además logras que alguien te ayude con la repetición pausada de estas frases, mucho mejor, aunque no es estrictamente necesario.

Para terminar, decir que hemos hecho referencia al denominado “grado inferior” en la práctica de este ejercicio. Próximamente añadiremos en qué consiste el llamado “grado superior”

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foto|graur codrin


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