Esta es una historia de carácter
intimista narrada a dos voces donde conoceremos los monólogos de un
padre y un hijo -el del padre desde el hospital mientras espera que su
hijo Pablo salga del quirófano después de saltar al vacío por el patio
inglés de su casa ante la presencia de él y de la madre de Pablo-, y el
monólogo del propio hijo a través de su diario personal, escrito antes
de que éste tome la determinación de quitarse la vida.
Ambientada sobre los años 80 en Bilbao, El patio inglés
consta de una estructura ligera pero llena de reproches, desencuentros y
la búsqueda de respuestas de un padre hacia su hijo y viceversa, pero
siempre por separado. Nunca juntos.
A pesar de ser conocedora que Gonzalo Garrido realizaba
un giro de 180º y que cambiaba el registro de novela negra por
narrativa íntima -quiero decir que yo la esperaba con gran fruición-, he
leído en esta ocasión a un autor muy diferente y casi desconocido para
mí. Evidentemente, en este libro no caben las ironías ni el humor
cáustico con que nos obsequió en las Las flores de Baudelaire.
Aquí encontraremos reflexiones, reproches, autoinculpaciones, y todos
aquellos sentimientos íntimos que experimentamos cuando el desencuentro
con otra persona a la que queremos, cobra tintes de ruptura definitiva.
Sí hallaremos crítica social, el GAL, ETA, la indefensión de la
ciudadanía en el País Vasco durante aquellos años de barbarie…, pero
crítica social también al sistema familiar, a las tradiciones, a la
cobardía de los padres por el hecho de querer proteger a sus hijos, de
la rebeldía de los adolescentes hacia las costumbres, hacia el
aburguesamiento de los progenitores, a la apatía del día a día… Podría
estar explicando muchas más cosas pero no querría entrar en spoilers.
Esta es una novela de apenas 157 páginas que se leen casi sin uno darse
cuenta.
Me ha seducido especialmente el lenguaje y actitudes específicas que Gonzalo Garrido ha
imprimido a cada personaje: el padre utiliza un lenguaje más natural y
poco cultivado, con reminiscencias al pasado y a sus orígenes, y en
cambio el de Pablo dispone de un verbo con una mayor preparación
intelectual -estudia Derecho en Deusto y pertenece a un círculo literario-, y con un deje amargo y triste muy propio de la adolescencia.
El patio inglés esconde
grandes verdades, cerrazones y mucha obstinación. Nos habla de
silencios y de vacíos. De desamores y de mentiras. Pero sobre todo nos
habla del “yo”, del dolor y de la angustia cerrada y oscura que
imposibilita la comunicación y que empuja a una persona a la privación
voluntaria de su vida.
Padre:
[...] lo tuyo ha sido algo
diferente, atroz, definitivo; ignoro el castigo que nos querías
infringir a tu madre y a mí con ese salto al vacío que tanto nos ha
estremecido.
Pablo:
[...] acaso no haya tanta diferencia
entre vivir y morir. ¿Qué será el más allá? [...] Lo que está claro es
que el hombre viene al mundo con un sentido, sentido que hemos sido
incapaces de descifrar; de entender.
Este es un relato especial. He sentido
una inmensa desazón al terminar la lectura y hubiera querido continuar;
seguir sabiendo de Pablo y de su padre y seguir escuchándoles. Pero este
libro también, cómo no, debía tener un final y El patio inglés no podía ser eterno.
*Reseña del Blog Abrir un Libro