Relato gay. un gay diferente. capítulo 8: no confíes en nadie

Después de que mi ex novio y el chico que estaba empezando a conocer comenzaran a salir, me convencí de que en esta vida no se puede confiar en nadie. Tarde o temprano la gente te acaba  haciendo daño.
 A lo largo de mi vida, cada persona que había conocido me había terminado fallando, por no hablar de los que habían intentando hacerme la vida imposible. A partir de aquel día decidí levantar un muro a mi alrededor y no dejar que nadie lo atravesara nunca. En las únicas personas en quien podía confiar era en mi familia.
Tras pensarlo mucho decidí volver a matricularme en el instituto. Quería centrarme en estudiar y así quitarme de la cabeza todos los problemas que me estaban atormentando. Además así podría acabar por fin mis estudios, que había dejado a medias por culpa del maldito bullying.
 El primer día de clase me dije a mi mismo: <<NO CONFÍES EN NADIE>>, y pensaba seguirlo a rajatabla. La verdad es que me fue muy bien, iba a mi bola y la gente lo respetaba. Y después de algún tiempo logre formar un pequeño grupo de amigos, aunque siempre manteniendo cierta distancia y evitando abrirme demasiado. Y en lo referente a salir del armario, no pensaba contárselo a nadie.
Empecé a llevarme genial con una de mis compañeras: Laura. Y después de varios meses, obtuvo la suficiente confianza como para contarle que era gay. Ella me había contado muchos de sus secretos y era de las pocas personas que había encontrado a lo largo de mi vida en quien sabia que podía confiar. Cuando se lo conté no se sorprendió, es mas, se alegró muchísimo de que se lo contara. A partir de aquel momento nos hicimos inseparables.
-¿Por que siendo tan guapo no tienes novio?- me preguntó Laura.
-No quiero novios en este momento- le respondí.
-Venga, no me digas que no echas de menos que alguien te abrace y te bese- dijo Laura mientras sacaba hacia fuera los labios simulando un beso.
-A veces si- respondí- pero se me pasa cuando recuerdo que al final los tíos siempre te acaban traicionando.
-No todas las personas son así- me dijo Laura- te propongo una cosa, ¿porque no abres un perfil en una red social para ligar? Ahí solamente tienes que chatear con algún chico y no tienes porque quedar si no quieres.
-Creo que no- le dije negando con la cabeza.
-Venga, podemos abrir el perfil en un momento y si ves que no te interesa lo cierras y ya está- insistió Laura.
Después de pensarlo durante un rato, al final accedí. No tenia nada que perder y podría ser divertido.
Saqué mi móvil del bolsillo y comenzamos a rellenar el perfil. Busqué una de mis mejores fotos y la coloqué como fotografía principal y en pocos minutos ya tenia configurado el perfil.
-Ahora te empezaran a llover los mensajes- dijo Laura.
En ese momento entró el profesor de ingles, por lo que dejamos lo que estábamos haciendo y nos sentamos en nuestros pupitres. Esperaba no arrepentirme de haberme registrado en la dichosa página de contactos.
*                            *                             *
Aquella noche antes de dormir, decidí echar un vistazo a la aplicación. Tenia muchísimos mensajes en la bandeja de entrada. Empecé a leerlos, pero ninguno parecía interesante. La mayoría buscaban sexo y otros ni siquiera adjuntaban una fotografía. Pero hubo uno que me llamó muchísimo la atención. Se llamaba Aaron, tenia los ojos azules, pelo castaño y era bastante guapo. Además era de los pocos mensajes que no contenía obscenidades. Era algo mayor que yo, pero decidí responderle, y al instante me contestó. Así, animadamente, estuvimos hablando casi toda la noche.
*                           *                             *
Al día siguiente le conté todo a Laura y le enseñé los mensajes que Aaron y yo nos habíamos enviado durante toda la noche. 
-Es muy guapo- dijo Laura cuando le enseñé su fotografía.
-A que si- le dije con una sonrisa.
-Te dije que te iba a venir bien abrir el perfil- dijo Laura devolviéndome el teléfono.
-Bueno, solo hemos chateado una vez, veremos en que acaba esto- le dije, recordandome a mi mismo que es difícil confiar en la gente y mucho mas difícil aun confiar en la gente que se conoce por internet.
 El director del instituto entró en el aula en ese momento.
-Chicos, tengo que comunicaros que vuestro profesor de matemáticas está enfermo, por lo que durante un tiempo indeterminado tendréis un profesor suplente- nos comunicó- Os presento a Aaron, vuestro nuevo profesor, espero que seáis buenos con el.
Laura y yo nos miramos el uno al otro con la boca abierta cuando vimos que quien acababa de entrar por la puerta era el mismo Aaron de la página de contactos.
CONTINUARA...


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