Relato gay:un gay diferente. capítulo 5: mi primera vez

Valentín no negó nada cuando le dije que me había enterado de toda la verdad. Yo recogí mis cosas y me marché de allí todo lo rápido que pude. ¿Como había podido ser tan tonto y confiar en el? La vida me había demostrado que no se podía confiar en nadie. Me sentía fatal. Mientras caminaba por la calle comencé a llorar. Las lagrimas caían por mis mejillas mientras la gente me miraba preguntándose que me habría pasado. Tras caminar por las calles sin rumbo durante mas de media hora se me agotaron las lagrimas, pero ahora lo que sentía era rabia, y lo que mas me apetecía era olvidarme de todo aunque solo fuera por unos segundos. Entonces una bombilla se iluminó en mi cabeza y supe lo que tenía que hacer.
Caminé durante un buen rato hasta llegar a mi destino. Atravesé la puerta del bar y entré con paso ligero. Era un bar donde solía reunirme con Valentín y sus amigos algunas tardes y sobre todo los fines de semana. El motivo por el cual fui allí es porque trabajaba un camarero que me había tirado los tejos en varias ocasiones. El chico se llamaba Roberto, era unos años mayor que yo y era bastante guapo. Yo no había hecho caso de sus insinuaciones porque estaba saliendo con Valentín, pero ahora estaba dispuesto a seguirle el juego. Quería olvidar lo mal que me sentía aunque solo fuera un rato, así que empecé a tontear con el. El estaba encantado, había estado esperando ese momento desde la primera vez que entre en su local. Me invitó a un par de cervezas y estuvimos hablando durante un buen rato. Yo no tenia ganas de irme a casa, así que pasó el tiempo y apenas sin darme cuenta, llego la hora de cerrar el bar. Ayudé a Roberto a recoger y cuando ya íbamos a salir por la puerta, me besó. Yo le devolví el beso y volvimos a entrar al interior del bar. Nos empezamos a arrancar la ropa y nos metimos detrás de la barra. Allí, tuvo lugar mi primera vez. No es que fuera lo mas romántico del mundo, pero yo supe que había llegado el momento y que estaba preparado. Con Valentín nunca sentí eso, quizá porque algo en mi interior me decía que no era de fiar.
Cuando acabamos nos vestimos y salimos del local. En la puerta volvimos a besarnos mientras nos despedíamos. Entonces reparé en que alguien nos estaba mirando fijamente desde el otro lado de la calle. Ese alguien era Valentín, que había visto el beso y venía caminando a toda velocidad hacia nosotros.
CONTINUARA...



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