Revista Cultura y Ocio

Réquiem por un lector

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Réquiem por un lector
     Tengo una amiga que va al gimnasio, se ha apuntado a un curso de paddle, que es eso de la raqueta tapada, una vez por semana: 45 euros. Yo, en cambio, voy a la librería; casi siempre a la misma, que me pilla bastante lejos de mi casa. Y como voy y vengo andando y normalmente cargada, pues podemos decir que cada una hace ejercicio a su manera.
Todo en esta vida es cuestión de decidir y yo mis 45 euros me los gasto en un par de libros al mes que, además, procuro comprar días distintos. Bueno, si soy sincera me compro más de dos libros al mes, pero ahora hay 45 euros que no me producen cargo de conciencia porque son para ponerme en forma. Pero por no hacer números y asustarme, pongamos que me gasto esos 45 euros al mes en libros, que por cierto dan cada vez para menos.
     Mi amiga del gimnasio, tiene ahora una tarifa plana, y la taquilla es gratis y todas esas cosas que a uno le ponen para que se sienta cómodo y cuidado y siga siendo cliente. Y yo tengo.. . tengo libros.
Y siendo sincera también quiero que me cuiden. Porque si me paro a pensar en la subida de precios de los libros, que ya sé que si me remonto a pesetas hace un montón de años, valen justo el doble. Es más, no entiendo que hablaran de burbuja inmobiliaria pero no de la del papel.
Y llega la crisis y los pisos bajan, que no los libros porque, tal y como nos recuerdan, su iva ya es reducido, y la ley, y el 5%, y el % que va para cada lado, que ojo, soy consciente de que aquí millonarios ninguno y el que menos el autor, y tampoco pretendo incitar a la piratería, espero que nadie me malinterprete tampoco. Pero yo, como lector, quiero que me cuiden. Y ahora veo papel de menos gramaje, pegamento, cuadernos que se sueltan y libros que muchas veces, soportan una lectura con poca dignidad. O libros que no son lo que prometen, con márgenes amplios y un espacio entre letras por el que podría perderse un Pulgarcito cualquiera. Porque ahora ya no hablo de gustos, ni de si tal o cual línea es mejor o peor, hablo de cuidar al lector. Al que va a la librería por el simple placer de disfrutar entre las mesas buscando una nueva lectura y llega a casa caminando despacio disfrutando de ese placer anticipado a la lectura del título que atesora en la bolsa. Ese lector, que soy yo y supongo que muchos de nosotros, colecciona marcapáginas, y busca ediciones bonitas para poder hacer del libro un objeto que expone en estantes o, ahora con las redes sociales, en fotografías con café y dónuts en Instagram. Y a ese lector, es al que no se puede fallar. Porque somos románticos y olemos historias donde otros sólo perciben papel y cola, pero también abrimos los ojos y nos damos cuenta de que, de un tiempo a esta parte, hay decepciones. Somos esa especie extraña más que rara que, si un libro tiene una página al revés, no lo devolvemos, lo conservamos con la ilusión de quien ha encontrado algo extraordinario como un trébol de cuatro hojas o una margarita de color azul. No nos gusta doblar una página, no marcamos las esquinas porque no queremos ver deteriorado nuestro libro, y luego otros se nos caen de las manos. Y a mi, aunque esto sea casi más una pataleta tras una última decepción, me da mucha pena que esto suceda. Porque me gustan los libros, me gusta tocarlos, olerlos, me gusta que pesen y se me caigan encima cuando leo en la cama (bueno, eso no tanto), me gusta comprar un bolso en función de su capacidad sabiendo que llevaré dentro un libro en cada paseo, y me gusta ir a la librería y hablar enseñar lo que traigo y reír y llorar con las historias que en ellos se cuentan. Me gusta, en definitiva, leer.
     Y hoy... hoy quiero que me cuiden. Solo un poquito.
     Hoy no pregunto, el tema es peliagudo y la opinión libre. Comentad.
     Gracias.

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