Revista Cultura y Ocio

Reseña #152: La tienda de antigüedades

Publicado el 29 junio 2019 por Alaluzdelasvelas


Reseña
-
La tienda de antigüedades

 ¡Hola, hola, hola!


 Cuatro semanas sin subir una sola reseña. Si ya os digo yo que mi súper-poder es ser un jodido desastre – de los caóticos, sí, sí –; pero ya he llegado para solucionar el problema, ¡y con un libro que vale mucho la pena! ¡Pasamos con otras cositas! Y ahora llega cuando me muero de curiosidad, ajá. ¿Tenéis alguna lista de lecturas para este verano? ¿Un TBRde estos kilométricos? Antes de que preguntéis, mi respuesta es sí. Este verano quiero darle una oportunidad a la trilogía El jardín, de Nora Roberts. ¿La habéis leído, creéis que me gustará? (Ahora me decís que no y lloro). ¡Pero no me enrollo más! ¡Dentro reseña!
Ficha técnicaReseña #152: La tienda de antigüedadesTítulo:La tienda de antigüedades Autor:Charles Dickens Editorial:Alianza Editorial – Colección 13/20 Número de páginas: 720 ISBN:9788420682921 Preció libro físico: 13,77€ (Tapa blanda) Precio libro electrónico:1,69
Sinopsis Las penurias y adversidades que azotan a la pequeña huérfana Nell Trent y a su bondadoso pero débil abuelo en su vagabundeo por Inglaterra bajo la persecución del usurero Daniel Quilp, uno de los villanos más acabados y odiosos de toda la obra del autor, son el hilo conductor de La tienda de antigüedades. Charles Dickens consiguió alumbrar en estas páginas algunos de sus más inolvidables personajes a la vez que desarrollar una novela que, publicada por entregas, causó furor en su época.Mi opinión Nell Trent es una niña pequeña. Una niña pequeña que, de noche en mitad de la calle, se siente perdida. No está sola. Un hombre que pasea tranquilamente, el mismo hombre que dará la primera voz a la novela, le pregunta si ha pasado algo, si sabe volver a casa. Y Nell, la dulce Nelly, acompaña al hombre hasta la vieja tienda de antigüedades de su abuelo. Al principio, el hombre se muestra receloso. ¿Qué clase de abuelo deja a su nieta deambulando por las calles desiertas del pueblo? Pero cae rendido ante la evidencia de que ese señor, ya anciano, adora a su nieta. Y si no que pregunten a Kit, un chico que hace las veces de mensajero y criado.

 Tras mi primera toma de contacto con Dickens, a través de la archi-famosa novela David Copperfield; esperaba un libro triste, uno de esos que te hacen trizas el corazón página a página y, si bien es cierto que el autor no se caracteriza por ser precisamente benévolo en la suerte de sus personajes, sí que os puedo asegurar que La tienda de antigüedadeses una novela muy dulce, tan entrañable que, cuando acaba, notas ese peso en el corazón, ese “ya no hay más páginas” que deja un poso que amenaza con no desaparecer.
 Os decía líneas más arriba que ese señor que encuentra a Nell no es más que la primera voz de la novela. El caso es que es un detalle curioso, el de darle voz sólo para que nos diga que ahora toca dar paso a los verdaderos personajes. Llamadme rara, pero me pareció un detalle muy bonito.
 De nuevo en la tienda de antigüedades, el abuelo – del que no sabemos el nombre en ningún momento – empieza a preocuparse, y mucho, por el futuro de su nieta. Con un primer nieto echado a perder – todo esto en su opinión, cuidado -, lo que más desea nuestro anciano protagonista es que su nieta termine siendo toda una señora. Pero a veces el destino es muy puto, y es que entra en escena el nieto, el señor Frederick Trent – Fred, para los amigos –, acompañado de su amigo Dick Swiveller. Los chicos, jóvenes, alocados y todas esas cosas tan propias de “los caballeros de la época”, sólo quieren saber dónde guarda el dinero el abuelo. Porque tiene que ser rico… ¿verdad?
 Por si todo esto fuese poco, Nell y su abuelo aguantan las visitas del señor Quilp, un hombre al que llaman “el enano” que, en fin, no es más hijo de la mierda porque no se entrena. Todo un personaje, el señor Quilp. Un hombre que tiene aterrorizada a su mujer y su suegra, el mismo hombre que hace alardes de valiente gilipollez tan salvajes como beber alcohol hirviendo o morder cubiertos – un payaso, vaya.
 La desgracia llega a la vida de nuestra pequeña y entrañable Nelly el día en que se entera del problema de su abuelo. El mismo problema que lo deja en cama una temporada. No os voy a desvelar cuál es, porque a mí me pilló con la guardia baja, pero sí que os diré que Dick y los señores Trent y Quilp quieren beneficiarse a toda costa.
 Me gustaría poder deciros que, una vez conocido el secreto, todo es más fácil. No sería cierto. Desamparados ante la cruda realidad de sus vidas, sabiéndose extremadamente pobres, Nell y su abuelo deciden irse. La huida suscita mucha polémica al día siguiente, y es que nadie garantiza a nuestros peregrinos que el viaje vaya a ser tranquilo, mucho menos definitivo… ¿o sí?
 Para terminar de abrir boca, os diré que el libro va dando saltos de personaje en personaje. Como soy buena – antes de despertarme, sí – y no quiero chafaros la historia, no os daré los nombres de los que fueron mis favoritos, pero sí que os diré que, a veces, las apariencias engañan. Hay honor en esta historia, también traiciones y un humor que, joder, a mí me arrancó más de una carcajada. Quilp, que para mí fue poco más que un asqueroso monstruo, tiene una manera muy particular de demostrar “lo temible” que es. Eso, sumado al humor casi inocente de Dick hace que el libro, y esto os lo prometo, pase volando.

 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER
 Me he dado cuenta de que me pasa una cosa curiosa con este autor. Si bien es cierto que, con la primera novela que leí, más o menos sabía por dónde iban a ir los tiros; con esta segunda he estado todo el rato a oscuras. No sabía si esperar grandes saltos de tiempo, grandes tragedias o una persecución enfermiza. No sabía nada, no más allá de que, con la partida de Nell y su abuelo, todo era incertidumbre para todos y cada uno de los personajes que nos encontramos.
 Ahora llega cuando os dejo bizqueando. Mis partes favoritas de la novela fueron las que contaban qué era de la vida de Kit y Dick que, como podéis imaginar, me conquistaron totalmente. Donde Kit es todo honor y tranquilidad, Dick es caos y, hablando en plata, un morro que ya se lo podría hacer mirar, el colega. Para que os hagáis una idea de cómo se las gasta, pide que le traigan cosas a casa que no puede pagar; dibujando poquito a poco un mapa de las calles que debe evitar a toda costa para que no le exijan dinero. Sobrino de una mujer rica, no hay forma humana de enderezarlo. Pero es un amor, os lo prometo. Os decía que no sabía por dónde iban a ir los tiros. Es cierto. Me pasé todo el libro esperando algo, y ni siquiera estoy segura de qué diablos era ese algo. Algo grande, catastrófico, algo que me partiera el corazón. Qué sé yo, quería una jodida tragedia; pero me encontré con un viaje lleno de pequeños problemas que Nell solucionaba. Y es que nuestra pequeña Nelly se hace adulta en ese viaje, con un abuelo que no es capaz de mantener las monedas en el bolsillo, demasiado obsesionado con perderlo todo jugando a las cartas, las mismas que, en su maldita inocencia, cree que darán a su nieta algún título que le convierta en una señora.
 A veces, en una historia se desdibujan los límites. Cuando Dick llega al despacho de abogados de los hermanos Brass, se da cuenta de que Quilp no sólo es un cabrón de los grandes, sino que sus abogados, sucias ratas miserables, tienen como último objetivo en vida no sólo hundir la de Nell y su abuelo, sino también la de Kit. Los celos, que hacen que nuestro pequeño cabrón se convierta en un tirano cada vez más salvaje, los mismos celos que hacen que pierda el norte.
 La llegada del caballero soltero, así como la aparición de la criada de los Brass, a la que Dick bautiza como La Marquesa; consiguieron que no pudiera dejar de leer. Y es que mientras Kit intenta por todos los medios que no se le acuse de roboasqueroso Quilp, cómo te las gastasy Nell lucha contra viento y marea para alejar a su abuelo de sus vicios; la novela coge velocidad. Una vertiginosa que hizo que el final fuera… joder, fuera maravilloso. Y triste. También muy triste. No quiero contar demasiado, pero dejando de lado que el final de un personaje me hizo apretar los puños de impotencia; considero que cada una, cada uno, tiene lo que merece. Hay justicia en la historia de Dickens, esa cruda, casi afilada, que te arranca una sonrisa socarrona cuando el tiempo, el maldito tiempo, empieza a poner a cada ficha en su sitio.


 Con todo, La tienda de antigüedades es una historia entrañable. De la mano de la deliciosa prosa de Dickens, conocemos a Nell, su abuelo y toda una serie de personajes que no dejan indiferente a nadie. A veces, los viajes ponen en perspectiva todo lo aprendido. Y eso es una lección que, os lo aseguro, no podrán olvidar nuestros protagonistas.
Nota: 5/5

Volver a la Portada de Logo Paperblog