Revista Cultura y Ocio

Reseña #153: El maestro y Margarita

Publicado el 13 julio 2019 por Alaluzdelasvelas


Reseña
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El maestro y Margarita

 ¡Hola, hola, hola!


 Sí, sí, estoy intentando ponerme al día. No sé cuánto hace que leí este libro, pero sin duda la reseña debería llevar subida una buena temporada. Más vale tarde que nunca, ¿no? Pues a eso me acojo. ¡Cambiando de tema! Como sabéis, no soy precisamente una gran amante del verano, así que he pensado que podríais ayudarme con eso. Sí, sí, me encantaría que me comentarais qué es lo que más os gusta de esta estación que amenaza con hacer que en cualquier momento me dé un chungo del calor.

 ¿Cómo ha ido vuestra semana? La mía ha sido normalita. Estoy intentando ponerme al día con libros que empecé hace meses – lo sé, lo sé, soy un desastre -, pero en general están siendo días muy pero que muy tranquilos. Y, como a veces tanta tranquilidad es aburrida, os traigo una ida de olla que, os lo prometo, es una joyita de libro. ¡Dentro reseña!

Ficha técnica
Reseña #153: El maestro y Margarita
Título:El maestro y Margarita Autor:Mijaíl Bulgákov Traductora:Amaya Lacasa Sancha Editorial:Alianza Editorial – Colección 13/20 Número de páginas: 528 ISBN:9788420664880 Preció libro físico: 10,92€ (Tapa blanda) Precio libro electrónico:1,02
SinopsisNovela que ha suscitado el entusiasmo de millares de lectores desde su primera publicación, El maestro y Margaritano sólo es una sátira genial de la sociedad soviética, con su población hambrienta, sus burócratas estúpidos, sus aterrados funcionarios y sus corruptos artistas. Acompañado de una extravagante corte, el Diablo llega a Moscú e irrumpe en sus mediocres vidas desencadenando toda una serie de peripecias trepidantes y disparatadas que radiografían las debilidades de la naturaleza humana.Mi opinión  Hay ciudades que no anticipan las tragedias, tal vez porque la rutina, ese ir y venir tranquilo; consume las horas muertas. Horas que nuestros literatos Berlioz e Ivan Nikolayevich aprovechan para hablar de por qué Dios no existe. Lo hacen sin maldad, sentados en un banco, esperando pacientemente la hora en que deban asistir a una reunión, bastante soporífera, con otros literatos. Pero de repente aparece un hombre, un extranjero de acento inescrutable que sonríe amistosamente. Un señor bastante peculiar, a juzgar por sus ojos de diferente color y esa risa casi sardónica que se le escapa de los labios cuando les pregunta si tampoco creen en el diablo.
 Nuestro personaje misterioso, tras obtener un rotundo “no”, una negación inefable de que el diablo tampoco existe; decide contarles una historia. Una harto peculiar, en la que Berlioz y Nikolayevich asisten, prácticamente extasiados, a una de las más importantes sentencias realizadas por Poncio Pilatos. Sólo se trataba de un hombre más a juzgar, otro de esos paganos que se las daba de mesías: Yoshúa Ga-Nozri, guiño hacia la figura que a día de hoy conocemos como Jesucristo; pero ligeramente cambiado. Antes de que os llevéis las manos a la cabeza y digáis “Carme, te has vuelto definitivamente loca”, dejadme que deje bien clara una cosa: no es ni, ni de putísima coña, un libro religioso. Todo lo contrario. Es una comedia, una sátira en la que Poncio Pilatos es poco más que un procurador con dolor de cabeza y unas ganas muy salvajes de alejarse de su ciudad. Y, a fin de cuentas, esto sólo es una de las muchas piezas que componen la historia.
 Relatada la que será la primera historia de Pilatos, Voland, el extranjero; vaticina cierto suceso. Uno harto escandaloso y comprometido que, si queréis la verdad, a mí me dejó bizqueando. Y es que tiene que ser muy jodido que le vaticinen a uno la muerte y se cumpla, ¿no creéis?
 Por supuesto, esto es sólo la punta del iceberg. El principio de una idea brillante, magistralmente ejecutada, en la que acompañaremos a Voland por las intrincadas calles de esa ciudad rusa imponente; la misma en la que Nikolayevich creerá haber perdido totalmente la razón. Porque hay cosas que no tienen ningún jodido sentido… ¿o sí?
 Esperaba un clásico duro, una historia que requiriese toda mi (escasa) capacidad de atención. Nada más lejos de la realidad. Mijaíl Bulgákov tenía una forma de escribir no sólo maravillosa, sino terriblemente divertida. Las tragedias rozan lo dantesco y, joder, eso se agradece. Un clásico divertido, uno que te arranque carcajadas y que haga que te preguntes qué clase de chalados lo protagonizan.

 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER


 Me reí a carcajadas con las peripecias de Nikolayevich antes de su ingreso en el sanatorio mental. Realmente, el psiquiatra tenía motivos más que suficientes para decirle, con toda la paciencia del maldito universo, que la historia de Poncio Pilatos, seguida de sus curiosas incursiones entre la nata y la crema de la sociedad moscovita no tenía ni luces ni sentido. Lo que sí tiene sentido es su ingreso, y él lo acepta de buena gana. Así, con una habitación propia y la mente menos abotargada, conoce al Maestro, un hombre que, casualidades de la vida, le cree cuando le habla de Voland, el gato que intentó pagar para subir al tranvía y toda su historia de película de terror.
 Voland llega para sembrar el pánico. Moscú, ciudad elegida para la tragedia, se convierte en un escaparate de los horrores. Prácticamente a diario, engaña a ciudadanos sin importar que sean honrados, temerosos, suspicaces o inteligentes. Las divisas sellan condenas, las mismas condenas que quedan dejadas de lado ante las historias de pesadilla que siguen a las detenciones. Un hombre que jura y perjura haber hablado con un gato, otro que que no sabe cómo pueden haber acabado las divisas en su conducto de ventilación, otro que sencillamente desaparece… Pero ni Korokiev, ni Asaselo ni mucho menos Popota han tenido nada que ver…  Me encantó el cuarteto de pesadilla, acompañado de su bruja personal, una chica de lo más encantadora que, oídme, lo único que hacía era preguntar si los invitados traían espada - ¿qué clase de irresponsable va a ver al diablo sin una espada, vamos a ver? -. Abría desnuda porque ella no tiene prejuicios, cuidado. Lo mismo que Popota, un gato de dimensiones exacerbadas, hacía trampas al ajedrez porque perder es muy jodido.
 Margarita resultó ser una pieza muy necesaria. Tenías mis reservas, porque me lo pasaba en grande leyendo las atrocidades que cometía el trío de la muerte – a saber: Popota, Korokiev y Asaselo –. Una es débil y le gusta el salseo, qué le vamos a hacer. Pero no estuvo nada mal, Margarita.  Si queréis mi opinión, El maestro y Margarita es una muy buena forma de iniciarse con la literatura rusa. Al menos yo estoy que me muero de ganas por leer algo más. Lo tiene todo, en realidad: un diablo que sólo fue a Moscú a hacer algunas actuaciones como Nigromante, un grupo que arranca carcajadas de lo retorcido de sus acciones, y un par de brujas que, la verdad, harán las delicias de la lectura. Hay hasta una historia de amor de fondo, sí, sí. ¿Qué más necesitáis?  No os voy a contar nada más. Lo que queda, debéis descubrirlo por vosotras y vosotros mismos; sólo me queda pediros que deis una oportunidad a esta ida de olla de historia. Si no lo hacéis, no os preocupéis, seguro que también – sí, también – será culpa de Poncio Pilatos.


 Divertida, ingeniosa y magistralmente escrita, El maestro y Margarita es uno de esos clásicos que valen, y mucho, la pena. Corred a conocer a los personajes que nos regala Mijaíl Bulgákov, ¡son una maravilla!
Nota: 5/5

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