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Reseña #71: harry potter y el misterio del príncipe

Publicado el 07 octubre 2016 por Alaluzdelasvelas

¿Qué tal os ha ido la semana? ¿Se os ha pasado rápido? Yo debo reconocer que esta vez se me ha hecho un poquito ( ) cuesta arriba. Pero bueno, ¡¡ya llega el fin de semana!! ( Olvidemos que yo no seré libre hasta las siete y media, gracias ). ¿Muchos planes para éste sábado? ¡Espero que sí!

Después de mucho pero que mucho tiempo, por fin os traigo la reseña de la sexta parte de Harry Potter. Ya os aviso que es un libro que me ha gustado mucho, sí, pero con el que he tenido algunos momentos de esos de "me arranco los pelos de los nervios".

RESEÑA #71: HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE

En medio de graves acontecimientos que asolan el país, Harry inicia su sexto curso en Hogwarts. El equipo de quidditch, los exámenes y las chicas lo mantienen ocupado, pero la tranquilidad dura poco. A pesar de los férreos controles de seguridad, dos alumnos son brutalmente atacados. Dumbledore sabe que, tal como se anunciaba en la Profecía, Harry y Voldemort han de enfrentarse a muerte. Así pues, para intentar debilitar al enemigo, el anciano director y el joven mago emprenderán juntos un peligroso viaje con la ayuda de un viejo libro de pociones perteneciente a un misterioso personaje, alguien que se hace llamar Príncipe Mestizo.

Reseñas de libros anteriores

Mucha información. Eso es lo que resume esta sexta entrega. Me gustaría decir que por fin entiendo a todas aquellas personas que defienden a muerte a Snape, pero no es así. Desde que empecé la saga, he pensado que no era más que un pobre desgraciado inadaptado que, por "x" o "y" no asumía que su vida era patética hasta límites francamente tristes. Pero eso no es nada comparado con lo que pienso ahora. No diré nada, sólo que por mí Voldemort puede empalarle el culo a ese desgraciado, clavarlo en el jardín de su bonita - y tenebrosa - casita y dejar que se lo coman los buitres. ¿Muy cruel? Oh, amigos y amigas, esto no es más que el principio.

RESEÑA #71: HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE
Los primeros dos capítulos me pusieron muy nerviosa. Tal vez el primero pasó sin pena ni gloria, una mera formalización acerca de quién tomaba el cargo de Ministro; pero el segundo... oh, el segundo capítulo. Esas páginas en las que por fin vemos algo de la vida de Severus, ese mago consagrado que se reúne con la madre de Draco Malfoy y hace un juramento inquebrantable delante de las narices de la asesina de Sirius Black. Encantador, ¿verdad? ( Nótese el sarcasmo, porque vengo calentita ).

Tras este bombazo, nos encontramos de nuevo con nuestro querido Harry Potter , ese niño que ya no es tan niño, ese chico que pronto será mayor de edad... ese chico que tiene un cometido en esta vida: acabar con Lord Voldemort. Tras recibir una carta de nuestro director, Harry espera a la llegada de Dumbledore para partir hacia la Madriguera, haciendo una parada en casa de un viejo mago: Horace Slughorn. No hablaré demasiado de este personaje - la gracia está en que descubráis vosotras y vosotros mismo quién es -, pero sí diré que no logró ganarse mi simpatía. Tras convencer al viejo mago de que vuelva a ejercer como profesor en el castillo de Hogwarts, Dumbledore dará una noticia a Harry: va a recibir clases particulares, impartidas por él mimo, el director, el único mago a quien Voldemort teme, y sólo podrán conocer el contenido de esas clases Ron y Hermione.

RESEÑA #71: HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE

Cabreada, triste y molesta. Así me he quedado. J.K. Rowling tiene el don de la palabra, sin duda, porque he llorado como una idiota. Las personas que ya hayáis leído el libro sabréis por qué, claro, pero de momento sólo quiero adelantaros algo: nada es lo que parece y todo tiene más sentido del que pensamos. Me gusta cómo la autora juega con nuestras pobres cabecitas a lo largo de todo el libro , cómo consigue en unas pocas páginas que yo me quiera dar de cabezazos contra las paredes, que quiera entrar y encargarme personalmente de ciertas personas... que no pueda procesar las últimas líneas, porque sencillamente no tienen sentido.

Una nueva etapa se abre en Hogwarts y es que Severus Snape ha logrado lo que tantos años lleva anhelando: es el nuevo profesor de Defensa contra las Artes Oscuras - sobra decir que quien toma el relevo en pociones es Slughorn -. La noticia se recibe con pesar en todas las casas, pero nada comparado con el disgusto de Harry, Ron y Hermione.

Consiguiendo acceder a la clase de pociones , para poder llegar a ser auror, nuestro querido Harry recibirá de manos de su nuevo profesor de la asignatura un libro. Un libro firmado por un tal "Príncipe Mestizo", un mago que sabe muy bien lo que se hace, porque Harry, sin quererlo ni saberlo, se convierte en el mejor alumno de la clase, sólo gracias a sus consejos. Debo decir que supe desde el principio quién era el príncipe en cuestión, algo sorprendente teniendo en cuenta que hasta ahora no había acertado en ninguna de mis sospechas o conjeturas sobre la saga. Por supuesto, no revelaré la identidad del príncipe, pero sí os diré algo: esa mente tan sumamente retorcida no podía ser de otra persona.

Como guinda final del pastel, tenemos a Draco Malfoy, ese pequeño demonio que ahora tiene

RESEÑA #71: HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE

- un niño de ya dieciséis añitos, muy amigo él de su querido padre, ese mortífago encerrado en Azkaban - una misión. Una misión desconocida, de la cual lo único que sabemos es que pasa largas horas dentro de la Sala de los Menesteres. Como no puede ser de otro modo, el único que sospecha es nuestro protagonista Harry Potter. Nadie parece creer que un niño pueda estar de parte de Voldemort. Nadie. Excepto Harry.

Con las clases con Dumbledore en pleno apogeo, llega la misión. Su misión. Recuperar un recuerdo que podría suponer un grandísimo paso para entender de verdad a Lord Voldemort. Algo inquietante, suculento y apetecible, ¿no? Debo decir que me moría de ganas porque dicho recuerdo, el recuerdo de la discordia, cayera en manos de nuestro querido Potter; pero también me moría de ganas por saber qué diablos tramaba Malfoy.

Así bien, una noche, en una de las soporíferas fiestas privadas de Slughorn - compuestas sólo por los que él considera buenos partidos a la larga -, Malfoy aparece con tan mala suerte que Snape aprovecha la ocasión para charlar con él. En privado, dice, pero eso a Harry no le importa. Siguiéndolos con la capa invisible, se entera de algo. Snape quiere ayudar a Draco en su cometido. Y Harry debe enterarse de todo antes de que sea demasiado tarde.

Momento de despedidas. De sonrisas y lágrimas. Poético, ¿cierto? Me gustaría recalcar que Draco y Snape me han llevado por la calle de la amargura durante toda la novela. Bien es cierto que atesoré cada recuerdo que Dumbledore compartía con Harry, analizándolo todo lo que podía para poder empezar a sacar conclusiones. Conclusiones que poco o nada tenían que ver con lo que son realmente los Horrocruxes, todo sea dicho.

Me ha fascinado la explicación que concierne a esos objetos endemoniados, aunque me ha fascinado más aún el poder comprender por fin cuál era el cometido del Diario de Tom Rydle. Cuando leí el segundo libro, mis conjeturas eran más bien erróneas. Ahora, con toda la información que nos ofrece el viejo director, por fin todo encaja.

RESEÑA #71: HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE

Momento de despedidas, decía hace apenas unas líneas. ¡Y qué cierto! Me dolió en lo más profundo de mi corazón tener que despedirme de forma definitiva de nuestro querido Albus Dumbledore; pero me dolió más todavía comprender que, efectivamente, Snape no es trigo limpio. Escapa de mi entendimiento como alguien tan condenadamente cobarde, tan visceral y repugnante, puede hacerle algo así a la única persona que realmente confía en él. No quiero explicaciones, ni siquiera quiero pararme a analizarlo. Quiero su cabeza. Y la quiero ya. Con suerte nuestro protagonista se marcará dos tantos en lo que va a ser, sin duda alguna, un cierre épico de saga. Un cierre que me aterroriza, porque no sé de cuánta gente voy a tener que despedirme, ni cuántas lágrimas voy a tener que derramar, fruto de la impotencia, el desconcierto y la indignación.

Sin entrar en lo que a la trama completa se refiere - dudo que queráis pasaros unas tres horas leyendo -, debo decir que he quedado encantada.

RESEÑA #71: HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE
Como ya sabéis, mi personaje preferido de la saga es Ronald Weasley, ese chico que empezó siendo poco más que una mata pelirroja torpe y algo pizpireta, pero que ahora empieza a centrarse. A centrarse de verdad. No me gustan los celos, ya lo sabéis, pero ver como él y Hermione se destruyen poco a poco, consumiéndose con lo que hace o deja de hacer el contrario... chapó. No veo la hora de que Ron se lance, ¡que ya toca!

Respecto a Ginny... Bueno. En los primeros libros no era de mis personajes preferidos. De hecho, me parecía un estorbo. Puedo decir sin miedo a equivocarme que es uno de los personajes que sufren una evolución más marcada - junto con Luna Lovegood y Neville Longbottom -. Pensadlo: partimos de una niña insegura y estúpidamente enamorada, de una

criatura que la lía parda con el maldito diario de Tom Rydle... de una cría que no levanta un palmo del suelo y que bebe los vientos por el gran Harry Potter. Y ahora tenemos a una mujer. Sí, sí, una mujer he dicho. Y me reafirmo. Una mujer que sabe lo que le conviene y lo que no, que no llora cuando Harry le dice que no pueden seguir juntos, porque sabe que todo forma parte de algo mucho más grande que un amor adolescente. Una mujer que, en definitiva, le echa un par de ovarios a la vida y se convierte en la perfecta sucesora de mis queridos Fred y George Weasley. Vaticino cosas buenas en lo que a ella respecta y estoy segura de que, una vez acabe todo, lo suyo con Harry será precioso.

Poco más que decir, más allá de que me pareció atroz el comportamiento de Draco, ya no hablemos del de Snape. Personajes que nunca me han gustado y que no han hecho más que inflar mi disgusto. Me muero por hincarle el diente a la séptima y última parte, no por el hecho de que todo acabe, porque eso me duele; sino porque quiero que por fin se imparta un poco de justicia. Un poco de justicia a favor de los que esta vez son los buenos, de los que, espero, sean los vencedores.

En definitiva, Harry Potter y el misterio del príncipe es una sexta parte sencillamente maravillosa, con esos toques épicos tan fabulosos. Un mundo mágico que se viene abajo por el azote de Voldemort, un mundo que sucumbe a la luz y a la oscuridad. Un mundo que, en definitiva, merece ser salvados por los que de momento se han librado de caer en batalla.

-¡Ah, Harry, buenas noches! - dijo Dumbledore mirándolo a través de sus gafas con expresión radiante -. Excelente, excelente.

Al parecer, esas palabras provocaron a tío Vernon. Era evidente que, en su opinión, cualquiera que mirara a Harry y dijera <<excelente>> tenía que ser por fuerza una persona con la que él nunca estaría de acuerdo.

-No quisiera ser maleducado... - empezó con un tono que cargaba de grosería cada sílaba.

-Y sin embargo, lamentablemente, los casos de mala educación involuntaria se producen con una frecuencia alarmante - lo cortó Dumbledore con gravedad -. A veces resulta mejor no decir nada, amigo mío.

¿Por qué le inquieta El-que-no-debe-ser-nombrado?

la epidemia de estreñimiento que arrasa el país!

-[...] Sin embargo, he asegurado a la comunidad de fantasmas que no pienso darte la lata para sacarte información. <<Harry Potter sabe que puede confiar plenamente en mí. Prefiero morir antes que traicionar su confianza>>, les he dicho.

-Eso no es gran cosa, dado que ya estás muerto - razonó Ron.

-Bueno, al menos hay algo positivo - se consoló -. Snape se marchará antes de que termine el curso.

-¿Qué quieres decir? - preguntó Ron.

-Ese puesto está maldito. Nadie ha durado más de un año en él. Incluso Quirrell murió mientras lo desempeñaba. Así que voy a cruzar los dedos para ver si hay otra muerte...

-¿Te suena por casualidad que os haya mandado practicar hechizos no verbales, Potter?

-Sí - contestó fríamente.

-Sí, <<señor>> - lo corrigió Snape.

-No hace falta que me llame <<señor>>, profesor - replicó Harry impulsivamente.

-Una respuesta muy original - dijo Fred -. Francamente, no sé cómo se te ocurren. No, lo que queremos saber es cómo pasó.

-¿Tuvo Lavender un accidente o algo así?

-¿Cómo sufrió semejante lesión cerebral?

Y se emocionó tanto imaginando esa feliz circunstancia que agitó la varita con excesivo entusiasmo y en lugar de generar una fuente de agua cristalina, que era el objetivo de la clase de Encantamientos de ese día, hizo aparecer un chorro de manguera que rebotó en el techo y le dio en plena cara al profesor Flitwick.

El profesor se secó con una sacudida de su varita y, ceñudo, ordenó a Seamus que copiara la frase <<Soy un mago y no un babuino blandiendo un palo>>.

Harry giró en pleno vuelo. Era cierto: McLaggen, por algún motivo que sólo él conocía, le había quitado el bate a Peakes y estaba haciéndole una demostración de cómo golpear una bludger para darle a Cadwallander, que volaba hacia ellos.

-¿Has visto, Pipipote? - le dijo a Harry señalando la pelea, y soltó una sonora carcajada -. Mira cómo se pegan esas criaturitas, mira qué mordiscos se dan, qué puñetazos...

-¡Kreacher no insultará a Harry Potter delante de Dobby, no señor, o Dobby se encargará de cerrarle la boca a Kreacher! - chillaba Dobby.

-¡Qué patadas, qué arañazos! - se admiró Peeves al tiempo que les lanzaba trozos de tiza para enfurecerlos aún más -. ¡Qué pellizcos, qué codazos!

-Kreacher opinará lo que quiera de su amo, claro que sí, y sobre la clase de amo que es, el muy repugnante amigo de los sangre sucia. Oh, ¿qué diría la pobre ama de Kreacher?

No llegaron a saber lo que habría dicho el ama de Kreacher porque en ese momento Dobby le golpeó con su pequeño y nudoso puño a Kreacher y le hizo saltar la mitad de los dientes.

-¡Sí, Harry Potter! - exclamó Dobby con un brillo de emoción en los ojos -. ¡Y si Dobby lo hace mal, Dobby se tirará desde la torre más alta, Harry Potter!

-Eso no será necesario - se apresuró a aclarar Harry.

-La sangre sucia le está diciendo algo a Kreacher; Kreacher fingirá que no la oye...

-Hombre, si de distinguirlos se trata, la definición de Harry es más clara - opinó Ron -. Si nos encontramos a uno en un callejón oscuro, nos limitamos a echarle un vistazo para ver si es sólido, y punto. No le preguntamos: <<Disculpe, ¿es usted la huella de un difunto?>>

-¡No es asunto tuyo! - exclamó Myrtle con sus pequeños y llorosos ojos clavados en Ron, que ya no disimulaba su sonrisa -. Le prometí que no se lo diría a nadie y me llevaré el secreto a la...

-No irás a decir <<a la tumba>>, ¿verdad? - bufó Ron -. A las cañerías, vale...

[...] pero ya había aprendido que muchas veces el humo y las explosiones no eran señal de experiencia, sino de ineptitud.

-[...] Los adultos somos insensatos y descuidados cuando subestimamos a los jóvenes.

En aquella ocasión el anciano profesor había dicho que era crucial pelear y volver a pelear, y seguir peleando porque sólo de ese modo podría mantenerse a raya el mal, aunque nunca se llegara a erradicarlo.


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