Revista Cultura y Ocio

Reseña #90: el libro de ardan

Publicado el 21 agosto 2017 por Alaluzdelasvelas
RESEÑA #90: EL LIBRO DE ARDAN
¡Hola, hola, hola!  Después de las atrocidades del jueves pasado, decidí que me saltaría la entrada del fin de semana para poder contribuir, de algún modo, a los días de luto. Algo que no ayuda en nada, lo sé, pero para mí tuvo sentido. Me parece atroz. Atroz e inconcebible que haya gente que haga cosas tan horribles como atropellar por el mero placer de matar a gente.  Sin olvidar esos momentos horribles, he decidido traer una reseña de una de las novelas que más me gustaron el año pasado – no en vano le di un 5/5 –. Tal vez hablar de novelas no ayude en nada pero, oídme (leedme), cualquier cosa que pueda arrancar una sonrisa, que pueda hacer que nos abstraigamos aunque solo sea unos segundos, vale la pena, ¿verdad? ¡Dentro reseña! Ficha técnicaRESEÑA #90: EL LIBRO DE ARDAN
Título:(Vanir 7) El libro de ArdanAutora:Lena Valenti Editorial: VanirNúmero de páginas: 490ISBN: 9788494050381Precio: 21,90€SinopsisSolo hay un camino para Ardan de las Highlands: la venganza. Él es un einherjar, un guerrero de Odín que sufrió una grandísima traición a manos de la mujer que estaba destinada a ser su compañera eterna. La valkyria le pisoteó el corazón y, debido a ella, lo enviaron a la Tierra a proteger a los humanos; solo, con el alma destrozada y un odio latente en su interior. Carece de sentimientos, carece de miedo y su espíritu rezuma despecho y ansia por devolver el dolor sufrido. Ahora, tiene la posibilidad de obtener aquello que más anhela: someter a Bryn y hacerle pagar por partirle el corazón. Sin embargo, mientras se ciega en su furia, no solo podría perder de vista la misión de encontrar a Gungnir, la lanza de Odín; también podría perder el respeto de aquellos que le rodean y la oportunidad de recibir una explicación por parte de la Generala que podría cambiarlo todo. Pero, ¿cómo puede escuchar un hombre al que nada le ofende impunemente?Bryn La Salvaje lleva eones flagelándose por la decisión que tomó y que afectó de lleno a Ardan. Sus palabras lo alejaron de ella, rompieron su kompromiss y congelaron las alas de su einherjar, el hombre por el que hubiera dado su vida a ciegas. Las alas de ambos están heladas y azules. Pero ahora, ella y su ejército de valkyrias se encuentran en Escocia luchando por recuperar el último de los totems divinos de los dioses que fueron robados del Asgard. La Generala estará, contra su voluntad, en manos del duro highlander, pero no rendirá hasta demostrarle al escocés déspota y dominante que puede someter su cuerpo, pero nunca su alma ni su corazón. Una palabra de Ardan la devolvería al Valhall sin honores; y una pregunta del guerrero de ojos caramelo podría cambiar la relación entre ellos. ¿Le importará ella lo suficiente como para preguntarle por qué hizo lo que hizo? ¿Aprenderá Ardan que no se puede someter a alguien tan disciplinado y honorable como Bryn?El Midgard empieza temblar. La tierra se agrieta y de sus entrañas nace una terrible rebelión. Los portales se empiezan a activar uno detrás de otro y Gungnir, todavía extraviada, no debe clavarse en ninguno de ellos. La guerra está a la vuelta de la esquina.Pero no hay batalla más sangrienta que la que estalla entre dos guerreros de alas congeladas. El hielo seco de ella puede quemar tanto como el despachado fuego de él. Que arda el Midgard.Mi opiniónSe acerca el final y, con él, los disgustos de verdad. El mundo está patas arriba. Los vanirios luchan con garras y dientes, al igual que los berserkers, contra todo el ejército de Loki. Una batalla cada día. Una pequeña victoria, una sonrisa que asoma a los labios de los que se saben con la verdad en sus manos. Y Bryn, nuestra generala, la jefa de las valkyrias, la mujer de hielo, la inmisericorde; está hecha un flan. Salvar a Róta supuso un respiro, sincerarse con ella la mejor de las bendiciones y, pese a todo, nuestra generala sigue siendo una esclava.Dejamos el equipo de Caleb para centrarnos en nuestros particulares enviados por los dioses. Pero no dejamos el equipo de forma definitiva. La historia transcurre en la misma línea temporal que la anterior, y es que mientras Mizar comprende lo que es vivir a costa de sus malas decisiones, Bryn tiene que enfrentarse a Ardan. A Ardan y a su furia.Mi lado cruel quedó más que satisfecho, al menos durante las primeras páginas de la novela. Para mí, la generala merecía el desprecio de Ardan, su ira, sus consecuencias; y es que, como muy bien le hace saber el señor de las islas irlandesas, ahora queda lejos de la mano protectora de Freyja.Debo decir que fue todo un acierto el prólogo de la novela. Allí vemos a un Ardan dulce, fogoso y entregado; a una Bryn tierna, casi delicada y, ante todo, tremendamente feliz. Y ahora lo que vemos son dos almas en pena, cargadas de veneno. Puede que Bryn no hiciera la elección más acertada pero, oídme, yo hubiera hecho lo mismo. Exactamente lo mismo. Los dioses le dijeron que debía cumplir su promesa de cuidar de Róta y ella tuvo que quedarse en el reino de nuestra ya conocida diosa. Porque las promesas no se rompen. Porque la familia es lo último que se abandona. Pero, ante todo, porque esa mujer, esa condenada mujer de hielo, machacó su corazón por hacer lo correcto. Si eso no le vale el título de santa, yo me retiro de forma definitiva. Viva el caos.El caos. Dios, el maldito caos. Pensaba que la historia más tormentosa era la de mis queridos Menw y Daana. Lo creía a pies juntillas. Qué equivocada estaba. Ardan es un hombre roto, alguien incapaz de amar. Sus alas están tan frías como las de Bryn. Y ahora va a tomarse su merecida venganza. La reduce. La reduce a la mínima expresión de sí misma. La más fuerte de las valkyrias, la más sádica, la más letal… convertida en una sumisa sin voz ni voto. Una sumisa a la que pasea con un collar de perro, a la que usa a su antojo siempre preocupándose por su propio placer.Antes de que os volváis todas locas, todos locos, antes de que os llevéis las manos a la cabeza y me digáis que estoy enferma por intentar justificar todo esto, haced el favor de atender a lo que digo (escribo). Ambos son guerreros, ambos pueden acabar con la situación cuando quieran. Bryn sólo tiene que volverse contra él para que él mismo pronuncie las palabras que la mandaran de cabeza a los brazos de Freyja. Y si ninguno de los dos lo hace, si ninguno de ambos cede, es sólo porque aún queda algo por lo que luchar.Supongo que, al hablaros de sumisión, todo el mundo asume que Ardan es un amo. Un amo con un club propio y una sumisa particular de lo más… inocente. Una humana encantadora que bebe los vientos por nuestro guerrero. El problema es que Ardan ya no siente más que cariño o afecto por las personas. Adora a su sobrinito, eso sí. Y ese niño adora a Bryn. La quiere con cada célula de su cuerpo. Joder, si me paro a pensarlo, ese niño se merece una medalla por aguantar tanta mierda. El crío que apareció hecho polvo al lado de Róta, el niño que habló con Caleb para que no se lo llevaran al club que montó Adam en honor a Ruth. Y yo no puedo más que suspirar de amor por todos ellos, porque son maravillosos. Bryn era un monstruo. Un monstruo convertido en mártir, una pobre sombra de lo que fue antaño. Sus hermanas lo saben, los hombres que luchan junto a sus hermanas se huelen el problema… pero Ardan no quiere escucharla. Censura cada opinión, cada aportación, y si no le cose la boca es sólo porque, aunque no lo soporte, el jefe de los Einherjars es Gabriel, el Engel, y no él.Quiero dejar claras dos cosas. Ninguna actitud que Ardan tenga hacia Bryn es abusiva. Él tiene límites, al igual que ella, aunque sí debo decir que algunas veces quise matar a ese maldito gigante pelirrojo por dejar que sus compañeros, entre ellos Theodore, hablara tan mal a la generala. El hombre ha contado su versión, ha dicho lo que creía real. Y ahora la generala está sola. Sola a excepción de su particular familia.No es ningún secreto lo que ocurre de verdad. Ella no puede contar la verdad a no ser que él se la pregunte – maldita Freyja – y él, sencillamente, ya no quiere saberlo. Orgullo y mala leche. Eso es lo que pasa. Y eso es lo que hace de esta novela algo tan especial. Aquí hay sentimientos, emociones a flor de piel. Hay dolor a cada paso, comentarios que abren el corazón y lo desgarran. Por eso he adorado cada palabra. Cada una de las palabras, cada uno de los escenarios. Me da igual si él es un amo, si ella acepta ser una sumisa. Me da igual, porque lo que importa, lo que importa de verdad, son los pequeños detalles. Importa ver cómo Ardan se envara al ver a su valkyria ayudando a Mizar con el acelerador para abrir el portal– ya os he dicho que ocurre de forma paralela –, importa ver cómo ella adora al sobrino de su Einherjar. Importa, porque eso es lo que demuestra que ahí, entre ellos, aún flota algo.Traiciones. Traiciones a casco porro. Planes homicidas y batallas. Eso es Vanir. Leedlo. Por Dios, leedlo de una vez.Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler
Estuve a punto de llorar. Llorar de impotencia. No podía creerme que Bryn fuera poco más que un pedazo de mierda con patas – hablando claro, mal y pronto – a ojos de todo el mundo. No podía creer que Ardan tuviera los kiwislo suficientemente grandes como para obligarle a disculparse, cuando ella no hacía nada malo. No podía creerlo, pero sí entendía su despecho y su rencor. Ay, la venganza. Mala compañera de viaje.Descubrir el retorcido corazón de Ardan, podrido a lo largo de los años, me fascinó. Hace lo imposible por ningunear a la mujer de la que está irremediablemente enamorado. Y si lo hace, si intenta conseguirlo, es sólo porque en el fondo, se desprecia tanto a sí mismo como a ella. No hablo de maltratoyo les cortaría los huevos, a todos esos asquerosos maltratadores –, hablo deuna historia de fantasía en la que la última palabra la tienen los dioses. Hablo de jugadas rastreras, de traiciones y confusiones. Hablo de dos guerreros que podrían desgarrarse el uno a la otra. Pero, sobre todo, hablo del perdón. El perdón. Qué difícil es, pedir perdón. Aceptar que te has equivocado, que no has entendido la situación. Exponerse, ser débil.La historia, para mí, es un diez. Un maldito diez. Lloré la prematura muerte de Bryn. La lloré sin descanso, porque para mí ahí acababa todo. Y es que no hablo de dejar de existir, hablo de la muerte de una valkyria, volver al Valhall con todos los sueños hechos trizas. Cae un peón en batalla y todos lloran; pero cae la reina y tiembla el tablero. Bryn, la generala, la invencible. Fulminada. Fulminada por la única persona que de verdad puede hacernos trizas… nosotros mismos. El llanto de una valkyria, su desgarro. Lo viví. De verdad que lo hice. Y por eso lloré. Lloré porque, aunque Ardan la mandó de vuelta a los brazos de la diosa, me dije a mí misma que ya no había más que hacer. Redimirse, hincar las rodillas en el suelo y aceptar la verdad. La asquerosa y repulsiva verdad, el bicho de los tentáculos largos. Ardan siente que se muere cuando comprende lo que pasó. Y se lo merece. Por Dios que se lo merece, el muy idiota. Se lo merece, repito, porque no preguntó ni una sola vez, porque pensó que ella era un animal sanguinario, lo más interesado del maldito universo… Porque no luchó ni por ella, ni por él. No luchó por ellos.El regalo de Freyja, la segunda oportunidad. Maravilloso. Chapó. Chapó una y mil veces. No voy a decir ni una palabra más. Sólo que, cuando Irlanda empieza a arder, con ella arden los guerreros.Pasiones, traiciones y amores. Sobre todo amores. Leed el libro. Leedlo.Con todo, El libro de Ardan es una novela redonda. Con personajes que roban el corazón, que ponen los pelos de gallina y que, ¡cómo no!, nos dejan en jaque cada dos por tres. Lena Valenti nos regala una historia preciosa, una de las que hacen que lloremos. Leedla, leedla, leedla.Nota: 5/5
Citas
(…)Nadie debía sentirse atemorizado por nadie. Ella nunca pretendía intimidar, por lo hacía. Había seres que se sentían tan inseguros y mal consigo mismos que la firmeza de otros les molestaba. Y con eso no podía luchar.(…)
(…)-No me mates, por favor. – Sus ojos negros se abrieron, asustados –. Quiero vivir. – Y se atrevió a parecer arrepentido –. Yo puedo cambiar.El highlander negó con la cabeza.-No. Una vez leí que todos aman la vida, que todos la quieren para sí. Pero solo el hombre valiente y honrado aprecia más el honor. Tú ya no eres nada de eso, porque prefieres vivir manchado, vampiro. Y para ti, elijo la muerte.(…)
(…)-¿Y te llamas señor? ¿Señor gilipollas? – preguntó Bryn provocadora.(…)
(…)Una vez, Bragi el poeta, hijo de Odín, le dijo que las palabras elegantes carecían de sinceridad y que, en cambio, las palabras sinceras y duras nunca eran elegantes para quien las sufría. Pero había algo que sí aprendido y era que era el clavo ardiente al que intentaba sujetarse para recuperar el respeto de ese hombre rencoroso: las apalabras más groseras son mejores que el silencio.(…)
(…)-Se me ha escapado – dijo acabando de masticar un trozo de manzana.Ni Bryn ni Ardan le creyeron.Ella miró al escocés y parpadeó.-¿Qué harás ahora? – Enarcó una ceja rubia platino –. ¿Vas a dejar que Theo humille a Johnson por lanzarle un poco de comida? ¿Vas a azotar a Steven por dejar ir a Johnson? ¿Les digo a todos que se vayan bajando los pantalones? – le susurró.(…)
(…)¿Aquello era dolor? La ausencia de daño, el no sentirse el cuerpo mientras se te resquebrajaban el alma y el espíritu. Aquello sí era dolor.(…)
(…)La vida no se medía por las veces en las que uno respiraba, sino por aquellos momentos que te dejaban sin aliento. (…)
(…)-Porque se enamoró de ella. El hombre que jamás se ha enamorado vive en un infierno. El que se enamora vive en una condena eterna.(…)
(…)Bryn siempre decía que quien vivía sin disciplina, vivía sin honor. Ella lo mantuvo hasta las últimas consecuencias. Si era la más fuerte de los guerreros que se hallaban en St. Molio’s Cave, protegería a aquellos que consideraba más débiles. Y eso hizo.(…)
(…)-Pienso que desperdiciamos el tiempo que tenemos. – Sí. Ellos dos lo habían desperdiciado con recriminaciones, con venganzas y rencores; y el tiempo estaba contando. Un día se agotaba; y ya no podías decir todo lo que te hubiera gustado decir; ya no podrías besar a aquella persona que te hubiera gustado besar eternamente; ya no podrías expresar, mediante palabras el amor que sentías por ella. Porque la vida la marcaba el dios del tiempo, y si se agotaba, todo se apagaba. Y Bryn no quería vivir a oscuras –. Nos creemos eternos. Incluso nosotros, que somos supuestamente inmortales y mucho más fuertes que los humanos, creemos que viviremos para siempre. Creemos que si nos equivocamos, el tiempo nos dará la oportunidad de solucionar nuestros errores en una mañana que podría no llegar. Y yo ya no quiero esperar a solucionar mis problemas. El mañana es efímero.(…)
(…)-Maldito cabrón, hijo de una mierda de orco y un enano… – murmuró Bryn buscándolo con la mirada.(…)
(…)¿Y qué era él?¿Un amo?¿Un guerrero?¿Un líder?¿Un einherjar?No. Esos últimos días se había dado cuenta de que había sido solo un hombre perdido en su propio mar de amargura e insatisfacción. El odio y el rencor le habían hecho soberbio y vanidoso, demasiado orgulloso de todo lo que lograba y demasiado confiado de aquellos que le juraban fidelidad.Y se había dado cuenta, demasiado tarde, de que la fidelidad no era ni una palabra ni un juramento. Nadie le obedecería por ser Ardan. La fidelidad era una esencia y una actitud. Un principio.(…)

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