Reseña de «El Médico» de Noah Gordon: Una lección de medicina e historia medieval

Recuerdo que El Médico de Noah Gordon fue la segunda o tercera novela histórica que leí en mi vida. Decidí leerla poco después de quedar fascinada con la lectura de Los pilares de la tierra y saqué este libro de la biblioteca de la facultad o alguien me lo prestó, con el resultado de que me tuvo bastante enganchada durante unos días. Muchos años después, conseguí un ejemplar para mis estanterías y ahora he disfrutado de una relectura que me ha hecho comprender que apenas me acordaba bien de su maravillosa trama. Si todavía no has acompañado a Rob Cole en su asombroso viaje en el turbulento siglo XI, no puedes seguir posponiéndolo.

Y es que, precisamente El Médico trata sobre un exótico y peligroso viaje hacia el conocimiento, motivado por una pasión por la medicina que empuja a Cole desde muy joven a sortear todos los obstáculos del camino y llegar a dedicarse a esta disciplina en cuerpo y alma. Conocedor de la muerte desde niño (cuando fallecen sus dos padres en muy corto espacio de tiempo), nuestro protagonista acaba bajo la instrucción de un cirujano que salta de un pueblo a otro de su Inglaterra natal, vendiendo sus potingues, entreteniendo con malabarismos y trucos y practicando rudimentarias curas que Rob va aprendiendo, primero con curiosidad, y luego con verdadera dedicación. Pero no tarda en entender que los conocimientos de su mentor son muy limitados y existen muchas dolencias y enfermedades que se escapan a su comprensión, por lo que, tras oír hablar de una universidad de medicina ubicada en la lejana Persia, decide arriesgarlo todo por intentar ser admitido como aprendiz en esta institución en la que trabaja el mismísimo Avicena. Rob lo tiene todo en su contra, puesto que su condición de cristiano le alejan legalmente de cumplir su sueño, así que recurre a sus habilidades con el disfraz y se hace pasar por judío, uniéndose a una caravana de viajeros que cruza Europa hacia el bello y remoto Oriente. En Persia deberá aprender todo sobre su cultura y casi todo sobre la medicina, un campo muchísimo más avanzado con respecto a Occidente, aunque plagado también de tabús y restricciones religiosas.

Así, El Médico es un libro lleno de aventuras, pero que a su vez resulta muy instructivo en lo que respecta a diferencias culturales y religiosas en el siglo XI, sobre todo entre Occidente y Oriente y sus 3 religiones predominantes de la época. Rob debe luchar continuamente con la frustración de no poder avanzar en sus conocimientos debido a prohibiciones o supersticiones que le impiden estudiar mejor las enfermedades y el cuerpo humano, topándose a menudo con el muro de la ignorancia incluso en una ciudad floreciente y llena de sabios como Persia. Pero nada frena al joven médico y el lector disfrutará con toda la historia de su vida, su evolución y triunfos tanto personales como profesionales.

Como es natural, este libro me ha recordado nuevamente, tal como ocurrió la primera vez que lo leí, a Los pilares de la tierra, puesto que también retrata la vida de un personaje en plena Edad Media, que debe luchar por conseguir un oficio que le apasiona y prosperar, a pesar de mil y una adversidades a las que debe enfrentarse y que le hacen cambiar y madurar. Por el camino de la vida, este personaje con el que el lector se encariña por conocer desde pequeño, experimentará pérdidas, ilusiones, dramas y momentos de felicidad, que hacen que este relato ficiticio sea más emotivo, dotando de mayor interés a los datos históricos presentados en la medida en que los comprendemos a través de sus ojos.

En definitiva, se trata de una novela muy entretenida, con mucho rigor histórico en general y particularmente centrada en la historia de la medicina, que se disfruta desde la primera página y que engancha con mucha fuerza. Además, este libro es en realidad la primera entrega de una trilogía que continúa después con los descendientes de Rob, a modo de crónica sobre la familia Cole que nunca llegué a completar y que ahora sí que tengo intención de leer. Me queda todavía Cole para rato y, como siempre, dejaré constancia de todo por aquí. ¡No te olvides de acompañarme en otros viajes!