Los desposeídos es el primer libro de Ursula K. Le Guin que he leído más allá de su saga de fantasía Historias de Terramar, la cual, por cierto, todavía no he terminado. Pero me apetecía conocer la faceta como escritora de ciencia ficción de esta autora que se adentra en este género con su peculiar visión que, sin llegar a disgustarme, no ha resultado ser lo que yo esperaba. Veamos la visión de Le Guin de otros mundos y futuros.
Esta novela no resulta especialmente fácil de reseñar, ya que se nos presentan dos tiempos diferentes (pasado y presente) que experimentamos a través de los acontecimientos vividos por Shevek, el brillante físico protagonista de Los desposeídos. Shevek nació en Anarres, un planeta aislado considerado anarquista en el que prima el grupo frente al individuo y cuya sociedad se asienta en los pilares de la no posesión, el trabajo en equipo y la igualdad entre todos los seres humanos. Pero Shevek siempre ha mirado hacia otro planeta, Urras (desde el que décadas atrás llegaron los colonizadores de Anarres), en el que sueña con poder desarrollar un revolucionario sistema de comunicación rápida entre planetas alejados a años luz entre sí. Al final, nuestro protagonista consigue viajar y ser acogido en Urras, donde deberá adaptarse a una cultura totalmente diferente a la suya, en la que el lujo y la propiedad son la base de su sistema. Esto hace sentir a Shevek sensaciones agradables ante sus comodidades, al mismo tiempo que le genera un extraño malestar, sobre todo cuando descubre en el planeta madre no es oro todo lo que reluce y que existe una clase pobre que se ve obligada a sobrevivir a duras penas en la miseria. Las nuevas experiencias vividas harán que Shevek cambie profundamente y se cuestione continuamente todo lo relacionado con el gobierno de Urras.
En Los desposeídos, Ursula K. Le Guin desliza ácidas críticas que salpican tanto al sistema de corte marxista representado en Anarres como a la ideología capitalista que impera en Urras. La autora analiza lo peor de cada planeta al describir Anarres como una sociedad demasiado burocrática en la que el individuo tiene poca o ninguna libertad de acción más allá de lo que el grupo espera de él, mientras que Urras es presentado como un sistema clasista en el que todo se puede comprar y donde la mujer también es considerada como una posesión del hombre. Todo el libro es un choque cultural que pilla a Shevek en medio y que hace al lector reflexionar constantemente.
Esto está muy bien, pero el lado negativo de la novela es que se sacrifican otros elementos que suelo disfrutar en las obras de ciencia ficción futurista. Apenas se habla acerca de la tecnología que se presupone que ya debe usarse en el futuro, no hay descripciones que nos asombren e inviten a la imaginación a viajar por el universo, y la acción brilla por su ausencia. El libro tiene partes un tanto aburridas y a veces adolece de ser demasiado filosófico, algo que no te esperas en una historia de esta índole. A veces, su lectura se hace densa y no tiene ese “gancho” que te hace querer leer sin parar para saber qué ocurre con la historia.
Con todo, Los desposeídos es un libro interesante y, como es bastante breve, puede ser una lectura entre otras más complejas como las de Cixin Liu, por ejemplo. Ahora tengo pendiente buscar más libros de este género de la autora, para averiguar si este es su estilo o Los desposeídos es un experimento en su bibliografía. ¡Te iré informando!