Revista Cultura y Ocio

Reseña de una Nothomb autobiográfica y siempre sublime: Metafísica de los tubos.

Por Tempe
Reseña de una Nothomb autobiográfica y siempre sublime: Metafísica de los tubos. Metafísica de los tubos es una novela autobiográfica en la que la escritora belga nos cuenta su infancia más prematura, desde el momento de su nacimiento hasta pasados los tres años, transcurrida en Osaka, en Japón, donde su familia residió debido al cargo de embajador de su padre. Sólo quién ya conoce a Nothomb sabe que lo que se va a encontrar no tiene nada que ver con lo que cabría esperar de un bebé o de una niña de tres años.
Por eso descubrir a Nothomb por primera vez es una delicia, como quitarse una venda de los ojos, Y es que existe la literatura, y luego está Nothomb. Particularmente en su faceta autobiográfica, que es la vez la humorística. De Metafísica de los tubos se puede decir lo que se dice de los perfumes: cuánto más pequeño es el frasco, mejor es el aroma; y es que a pesar de ser una novela relativamente corta es excepcional en cada una de sus 140 páginas.
Si el personaje protagonista de la Amélie bebé es fuente asegurada de risas y reflexiones —pues no todo es charanga, la pequeña también hace preguntas interesantes—, Nothomb la ha rodeado de una entrañable familia de secundarios que la complementan en el elenco: Mamá no tiene mucho diálogo, pero Papá compensa con sus anécdotas de la alcantarilla y el teatro musical japonés . También están su hermano mayor y su hermana Juliette, a la que adora con una pasión loca.
Reseña de una Nothomb autobiográfica y siempre sublime: Metafísica de los tubos.Pero mis favoritas son las ayas: Nishio-san, que es como el hada buena, y Kashima-san, la bruja malvada. Estas nativas japonesas representan dos realidades sociales opuestas que reflejan, con breves pinceladas, las consecuencias que la Segunda Guerra Mundial tuvo en la sociedad japonesa. Este es otro de los aspectos por los que merece la pena estudiar la Metafísica de los tubos: como ya hizo en Estupor y temblores y haría posteriormente en Ni de Eva ni de Adán, Nothomb recorre la cultura japonesa con multitud de referencias curiosas, intentando explicar la esencia de ser japonesa, —puesto que la bebé Amélie se declara japonesa, a pesar de encontrar en el chocolate belga la máxima expresión del placer—.
En fin... ¿Qué se puede decir de un libro cuyo narrador es un bebé que venera con fervor el chocolate y el placer, se compara con un tubo y se cree Dios? Que no podía ser de otra que no fuese Nothomb, que para algo es de esas escritoras a las que adoras u odias. Que se la recomiendo a todo el mundo, a todo.  Y que es rrara, rrara, rrara. Pero magnífica. Y desternillante.
Página 2 - Entrevista: Amélie Nothomb
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