Otro maravilloso libro de este autor que me tiene enamorada.
Una novela llena de todos los matices del alma humana, donde el lector va encajando piezas en un puzzle de la misma forma que las va desencajando porque en ocasiones tienes muy claro por dónde va la relación de los protagonistas, para en páginas posteriores pensar que la cosa va por otros derroteros. Bien, bien, tal y como dice la sinopsis del libro, es un juego de espejos donde los protagonistas van desnudando sus almas, pero donde el reflejo de lo que muestran no siempre es lo que parece y puede inducir a llevarse alguna sorpresa final al lector.
Un ritmo muy lento de lectura, pero que sin embargo no deja de fluir en todo momento, con un punto de tristeza tal y como su autor nos tiene acostumbrados, pero siempre con mucha sensibilidad y ternura, y en ocasiones, con estallidos muy claros de rabia contenida.
Sus personajes Otto, Clea e Ilona nos adentran en sus vidas para ir sacando a flote toda la frustración, el miedo, la soledad, la rabia y la culpa que durante mucho tiempo a anidado en su interior, y el centro Buenavista, donde van a coincidir durante unos meses, será el catalizador que hará posible la limpieza de todos esos sentimientos que los atormentan.
Una novela deliciosa, que hay que leer saboreándola, al ritmo lento y pausado de las notas profundas de un chelo, el protagonista silencioso de esta historia y el centro en el cual gira toda la trama. Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook
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