Si estás esperando una historia similar a Retrum, la anterior novela de Miralles, estás muy equivocado. Leyendo la sinopsis de esta novela también puedes creer que Alison Blix, hija de unos arquéologos desaparecidos mientras buscaban la puerta al mundo perdido de Thule, vivirá aventuras a lo Lara Crof o Indiana Jones, pero esa tampoco es la intención de Francesc. El propio autor, en la entrevista que le hicimos en el número anterior de El Templo de las Mil Puertas, dijo que “...se trata de una novela muy existencial que dudo que se convierta en un fenómeno de masas”. Y es que los escritores deben probar nuevos caminos narrativos, no repetir el mismo esquema novela tras novela, aunque a veces esos experimentos no resulten del agrado de los lectores más convencionales.
Francesc Miralles apuesta todo en esta novela al rojo, en lugar de al ya conocido negro de Retrum. Y, aunque es fácil encontrar aquí algunas de las constantes de su obra (el viaje como motor de la acción, la ausencia de los progenitores, la importancia de las señales y las sincronicidades, y cómo no, música, mucha música), ya que al fin y al cabo, no se deja de ser uno mismo, la mezcla resultante es este relato difícil de catalogar. Se trata de una novela de aventuras, aunque no hay persecuciones trepidantes, pero sí muchos viajes (incluso a otros mundos); es la historia de una búsqueda (la de Alison Blix siguiendo las huellas de sus padres desaparecidos), hay una trama fantástica (la primera realmente fantástica de este autor) y, ante todo y sobre todo, estamos ante una novela existencial para jóvenes.
Por momentos, es más fácil emparentar Alison Blix con algunas obras cinematográficas de David Lynch (como ese misterioso personaje de Mr. Pinkus o la escena en el Café Géiser) o de Win Wenders que con la actual literatura juvenil española. Si te atreves a leer algo distinto, si te gustan que te sorprendan, ésta es tu novela. Pero, ojo, acompañar a Alison Blix tiene su riesgo...
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