Revista Cómics

Reseña: Quai d'Orsay 2, de Blain y Lanzac, Norma: Bildungsroman en asuntos exteriores

Publicado el 17 octubre 2012 por Arp

Reseña: Quai d’Orsay 2, de Blain y Lanzac, Norma: Bildungsroman en asuntos exteriores

Tras un primer álbum deslumbrante, la duda nos carcomía: ¿mantendrían el tono Blain y  Lanzac en este segundo Quai d‘Orsay? El nuevo álbum, publicado por Norma Editorial (@Normaeditorial), aleja la incertidumbre al respecto y va a dar cumplida satisfacción a todas las expectativas de los lectores. Estamos en presencia de una obra redonda y que va a gustar por igual a los que disfrutaron de la primera entrega como a los que aterrizan directamente en esta segunda parte de la serie.

Pero proporcionemos, de entrada, algo de contexto. Para evitar riesgos de destapar demasiado de la trama, anticipemos únicamente que Quai d’Orsay es la historia de Artur Vlanik, un joven francés (de izquierdas) que se integra en el gabinete de un ministro de asuntos exteriores (de derechas) para escribirle discursos. Pronto las cosas se complican, el joven queda prendado de la dinámica política y de la desbordante personalidad del ministro, entra en el círculo de colaboradores más íntimos y con dicha entrada se precipita en una vorágine que lo transformará profundamente a nivel personal.

La historia funciona excelentemente porque el guión, firmado por el propio Blain y por Lanzac, se adapta perfectamente al talento del mencionado Blain, sin duda uno de los autores fundamentales de la actual historieta europea . Sobre Blain, con decir algo es más que suficiente. Sigue controlando magistralmente todos los resortes de la narración gráfica como pocos. Domina el tempo, explota en cada momento el recurso de la historieta que conviene y aprovecha magistralmente una historia que le va como anillo al dedo, ya que combina dos, íbamos a decir debilidades, mejor las caracterizamos como obsesiones, que encontramos en otras de sus obras (como la fundamental Isaac, El Pirata). La primera, la de plasmar la transformación del protagonista desde la ingenuidad a los recovecos de la madurez (del blanco de la inexperiencia a los grises tirando a negro de la realidad, digamos adulta). La segunda, la pasión por el momentum, por el ritmo trepidante, por el dinamismo, especialmente adaptado para plasmar el hecho de que la vida le pasa por encima al protagonista, tesitura que produce el proceso de maduración que antes aludíamos.

El guión de Lanzak y Blain funciona perfectamente. Lanzak es el pseudónimo de un excolaborador de Dominique de Villepin, el ministro de exteriores de Jacques Chirac , y cuya figura inspira el del imaginario ministro Alexandre Taillard de Vorms. Su visión desde el interior del sistema impregna al relato de un realismo y de una veracidad que solo se pueden obtener de la experiencia personal. El resultado es deslumbrante. Como decía en la crítica del primer Quai d’Orsay , la política queda desmitificada, pero no en el sentido habitual. Frente a las posiciones que a veces hacemos nuestras como ciudadanos de a pie consistentes en ver a los políticos como cínicos que únicamente están en política para medrar por sus propios intereses, el ministro de Lanzak y Blain, especialmente uno de un ego tan gigantesco que trata de dejar su huella en la historia, tiene mucho de títere de un sistema que, muy a su pesar, no controla. En este esfuerzo de trascender de unas circunstancias de hecho muy restrictivas, y fruto de una personalidad apabullante, el ministro arrastra a todo el que orbita a su alrededor, incluyendo, por supuesto, al pobre escritor de discursos Vlanik.

La evolución de Vlanik está narrada con brillantez. Sus momentos epifánicos cuando recibe el elogio escasísimo del ministro (o incluso meramente su atención: brillante es la escena en la que el ministro permite a Vlanik acompañarle a orinar juntos y le transmite una pequeña píldora de sabiduría vital), sus tensiones enormes (que lo corroen) al ser incapaz de controlar a dos “amos” (al susodicho ministro y a su novia, esta sí una víctima total del sistema), su creciente dependencia del hecho de estar (y de mantenerse) en el círculo interior del ministro, etc.

Tanto si usted, estimado lector, ha leído el primero de los álbumes de la serie, como si se trata de su primera incursión en el mundo del Quai d’Orsay, va a disfrutar con esta historia de un dibujante que se mantiene en un punto exquisito de su trayectoria autoral.  Y sin más, pasen y entre, el ministro les espera…

Para saber más:

Recomendación rápida en RTVE http://www.rtve.es/noticias/20121006/grandes-comics-humor-para-fin-semana-goliat-quai-dorsay-lincoln/566466.shtml

Una reseña muy recomendable de Pepo Pérez en Número Cero http://numerocero.es/critica/quai-orsa-cronicas-diplomatica-tomo-2/966

Y como postdata, la noticia que nos trae Entrecomics sobre la futura adaptación cinematográfica de Quai d’Orsay http://www.entrecomics.com/?p=80058


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