Revista Cultura y Ocio

RESEÑA: Tea Rooms. Mujeres obreras.

Publicado el 11 abril 2017 por Jimenada
TEA ROOMS MUJERES OBRERASRESEÑA: Tea Rooms. Mujeres obreras.
Título: Tea Rooms. Mujeres obreras.
Autor: Luisa Carnés (Madrid 1905-México D.F., 1964) nació en el seno de una familia obrera en el madrileño barrio de Las Letras. A los once años entró a trabajar en un taller de sombrerería, y también desde muy joven comenzó a escribir. En 1929 vio publicada su primera obra, Peregrinos de calvario, una colección de narraciones breves, a la que seguiría la novela Natacha (1930), ambientada en un taller textil similar al que ella tan bien conocía. De lo vivido en su nuevo trabajo como camarera en un salón de té saldría Tea Rooms. Mujeres obreras (1934), recibida calurosamente por la crítica de la época, que destacó de ella su carácter innovador y su fuerza narrativa. Con el estallido de la Guerra Civil, Carnés se centró en su labor de periodismo militante. Derrotado el bando republicano, hubo de salir al exilio y recaló en México. Allí siguió escribiendo y trabajando como periodista hasta su prematura muerte.
RESEÑA: Tea Rooms. Mujeres obreras.
Editorial: Hoja de Lata.
Idioma: castellano.
Sinopsis: corren los años treinta en Madrid y las trabajadoras de un distinguido salón de té cercano a la Puerta del Sol ajustan sus uniformes para comenzar una nueva y fatigosa jornada laboral. Antonia es la más veterana de todas, aunque nadie le ha reconocido su competencia. A la pequeña Marta la miseria la ha vuelto decidida y osada. Paca, treintañera y beata, pasa sus horas de ocio en un convento cercano a su casa y Laurita, la ahijada del dueño, se tiene por una "chica moderna". El jornal de tres pesetas no les da para vivir a ninguna, pero todas callan, no vaya a ser...Están acostumbradas a callar: frente al jefe, frente al marido, frente al padre. A callar sus deseos con la adormidera de la religión. Únicamente Matilde tiene ese "espíritu revoltoso" que tanto reclama la narradora cuando consigue colarse entre la cháchara jovial de las chicas.
Su lectura me ha parecido: interesante, original, intensa, perfectamente narrada, crítica, reivindicativa, una auténtica sorpresa...La historia esta plagada de acontecimientos, ya sean históricos, políticos, económicos o sociales. Los hay inesperados, como el 11S o el 15M, pero también los que ya se preveían, como la II Guerra Mundial o el Crack del 29. Algunos serán recordados por los siglos de los siglos, como el Descubrimiento de América, otros se tergiversarán por el poder, tales como la Guerra Civil Española o la dictadura que vino después. Escapando de esta forma a la realidad y a lo que de verdad sucedió, dejando en el olvido importantes personajes y episodios. Pero también, y esto no muchos lo hacen, existieron y siguen existiendo los llamados acontecimientos culturales. Esos que afectan a nuestra forma de pensar o actuar, y en los que la literatura juega un papel crucial. Gracias a la aparición de la escritura, y posteriormente al libro, fomentó una forma de lectura que fue variando a medida que pasaba el tiempo. Pasando de ser algo colectivo a ser algo más personal e introspectivo, sin olvidar que en tiempos oscuros, la lectura se elevó a una categoría elevada, convirtiéndose en ocasiones en un acto político y de rebeldía. Dentro del mundo de la literatura, lo sabemos todos, han desfilado innumerables rostros conocidos, cuyas historias han entretenido y alumbrado el conocimiento a partes iguales. Sin embargo, en su mayoría, fueron rostros masculinos, mientras que los femeninos quedaron relegados a un segundo plano o simplemente se ocultaron. El año pasado, 2016, una pequeña editorial española sacó a la luz una novela, cuya publicación se celebró con entusiasmo, despertando la curiosidad en muchos lectores en nuestro país. Y esto sucedió porque, el libro, lo firmaba una de esas autoras desconocidas y enterradas por las terribles circunstancias de una época de vencedores y derrotados, sobretodo de derrotados. Esto si que fue todo un acontecimiento que demuestra, no sólo la preocupación por recuperar textos olvidados, sino de poner en valor a las mujeres de una generación única, pero que todos conocemos por sus nombres masculinos. Tea Rooms. Mujeres obreras: denuncia y originalidad expuestas sobre el papel.
RESEÑA: Tea Rooms. Mujeres obreras.
La historia de como Tea Rooms. Mujeres obreras llegó a mis manos fue larga, en donde la paciencia jugó un papel fundamental. Como ya he nombrado al principio de la reseña, esta novela dio la luz el pasado año 2016, no recuerdo exactamente el mes, pero no se me olvidará en la vida lo que experimenté la primera vez que tuve delante esta novela. Lo primero que sentí fue sorpresa, pues, me impactó un titulo como ese, enigmático y revelador al mismo tiempo. Después fascinación, esa portada tan bien traída a nuestros días, bonita, nada ostentosa y que inmediatamente ponía al lector en su sitio. Esas pálidas manos, sosteniendo una bandeja repleta de lo que parecen golosinas. Manos pertenecientes a una mujer, vestida con un vestido que recuerda a los que el verano pasado estuvieron de moda, sobre un fondo de flores que podríamos calificar como "vintage". Pero lo más importante de todo, lo que de verdad me inquietó cuando observé por primera vez la portada. La mujer aparece cortada, no conocemos su rostro, ni su expresión. Lo que definitivamente nos sugiere y que posteriormente descubriremos si desplegamos la solapa. Al realizar ese mismo movimiento, una servidora se echó las manos a la cabeza, emocionada por un lado y enfadada por otro. Su autora, Luisa Carnés, perteneció a la generación del 27 y había tenido una carrera meteórica como novelista y como periodista comprometida durante la Guerra Civil. Por eso me emocioné, me había topado con un texto perteneciente a una mujer que vivió todo aquello. Pero casi al instante, el enfado invadió mis labios al comprobar y ser consciente de que Luisa tuvo la desgracia de sufrir el exilio y de morir en él. Menos mal que no fue testigo de como su breve producción literaria era ignorada y relegada al olvido más absoluto. Ya lo dice la contraportada, "autora invisibilizada de la generación del 27", cual demoledor epitafio. Menos mal que en el mundo existen editoriales como Hoja de Lata, cuyo compromiso e interés se refleja en la recuperación de Tea Rooms. Mujeres obreras para disfrute de lectores que hasta ese momento, como fue mi caso, ignorábamos la existencia de esta particular autora española. Ansié desde el momento en el que lo tuve entre mis manos, el día que pudiera leer ese libro. Y aún hay más, Tea Rooms. Mujeres obreras era uno de esos libros que no me conformaba sólo con leer, sino que deseaba fervientemente que formase parte de mi biblioteca particular. Intuía que podía convertirse en un libro muy importante para mi. Tuve que esperar paciente hasta las navidades de este año, cuando lo encontré entre los regalos de reyes junto con otro gran título. Mi entusiasmo se materializó en abrazos y besos, por fin era mío y, más pronto que tarde, se convirtió primero en mi compañero de aventuras literarias, y después, en un imprescindible en mayúsculas.
RESEÑA: Tea Rooms. Mujeres obreras.
Centrándonos en la crítica literaria propiamente dicha, comenzaremos apuntando que Tea Rooms. Mujeres obreras, presenta una lectura sosegada, ligera pero activa al mismo tiempo. En otras palabras, leer este libro podría compararse a un paseo, donde lo nuevo, lo que aparece de repente y no habíamos visto anteriormente, cobra especial relevancia. Esta es una novela cuyo inicio se resume en algo muy concreto y sencillo, pero que a medida que vamos avanzando, nos topamos con aspectos, personajes y temas nuevos que enriquecen la novela y de paso al lector que indirectamente es testigo de todo ello. Su estructura en clave de reportaje periodístico te permite ahondar, de manera bastante realista, en los pormenores de una época única, donde los avances fueron importantes, pero en la que los pobres siguieron siendo pobres y los ricos igual de ricos. En relación con ello, la atmósfera, pero sobretodo el contexto social es determinante para el desarrollo y la comprensión de la historia que la autora pretende narrar. Nos encontramos en el Madrid de los años 30, en una tetería cercana a la famosísima Puerta del Sol, un Madrid castizo, un Madrid concurrido, un Madrid en el periodo de la II República. Y a través de la mirada de Matilde, Luisa Carnés en realidad, descubrimos un mundo de desigualdad en muchos sentidos y en donde la mujer era la peor parada. Para ello, Carnés utiliza un estilo pulido, sin dejarse llevar por lo superfluo y edulcorado, sino que te cuenta la vida y las situaciones tal y como son, por muy crudas que sean. En su pluma se aprecia fuerza, audacia, intensidad, pero también compromiso político. Se nota que Carnés pretende dar a Tea Rooms. Mujeres obreras un carácter que va más allá de ser una simple novela, una visión de futuro, una crítica a una situación que la autora espera que mejore en el futuro. Esto no significa que descuide lo literario, es más, la novela rezuma de riqueza en este sentido. Un ejemplo lo podemos encontrar en el exquisito cuidado del lenguaje, reflejando a la perfección esos laísmos tan característicos de los madrileños. En lo que respecta a los personajes, nos topamos con mujeres abrumadoramente, y como no podía ser menos, cada una representante de un pedacito de esa sociedad. Además, de una descripción de las condiciones laborales, de las relaciones entre trabajadora y patrón, de como existe una discriminación descarada, de la pobreza, del contraste entre el mundo de los ricos y el de los pobres representado en esa tetería, donde los ricos se relajan y las trabajadoras se tienen que conformar con un sueldo que no les da a penas para vivir. Por último, si tenemos en cuenta el contexto en el que Tea Rooms. Mujeres obreras se publica, y el punto de vista de la narración, nos percatamos de que Matilde es consciente de su situación, del mundo al que pertenece, de sus ideas políticas e incluso del lugar en el que la sociedad espera que se mantenga. Matilde lleva las de perder, como mujer pero también por su procedencia en la pirámide social, aún así, ese personaje en el que se camufla Luisa Carnés, espera que algún día su voz y la de otras mujeres sean escuchadas. El problema: ¿Cuándo? Ni ella misma se imaginaba el retroceso que tan sólo unos años después sufriría la mujer española.
RESEÑA: Tea Rooms. Mujeres obreras.
En lo que respecta a la crítica puramente personal, me gustaría en esta ocasión servirme de la imagen que he colocado sobre estas líneas. Teñida de blanco y negro y en la que un grupo de gente mira al espectador desde un pasado no tan lejano. El fotógrafo inmortalizó una de las reuniones que la famosa Generación del 27 mantenía a menudo para debatir sobre temas de actualidad, acontecimientos culturales y realizar trasvases de conocimientos que comprendían ramas como la escritura, la pintura, el cine, el teatro, la música o la filosofía. Al primero que reconocemos, sin hacer mucho esfuerzo, es al gran poeta Federico García Lorca, afamado autor lírico y teatral cuya injusta muerte la conocemos todos. A su lado, si nos fijamos un poco, nos topamos con Luis Buñuel, natural de Calanda, y uno de los cineastas más importantes, innovadores e influyentes que ha dado este país. En la parte de abajo reconocemos a otro de los grandes, Salvador Dalí, cuya obra pictórica es hoy admirada y conocida por todos. Con manual en mano podemos también encontrar a otros nombres ilustres de esta irrepetible generación como Vicente Aleixandre o Rafael Alberti. Pero ¿Y ellas? Porque en la foto también hay mujeres, pocas, pero bastante visibles. ¿Quiénes son las cinco que están sentadas a la mesa? ¿Quién es la que aparece casi escondida a extremo? ¿Quién es la que con actitud de peso se encuentra en el centro justo de la foto? ¿Quiénes son? Las respuestas brillan por su ausencia. Es lamentable que nombres como los de la pintora Maruja Mallo, la escultora Margarita Gil Roësset, la filósofa María Zambrano, la escritora María Teresa León, la poeta Josefina de la Torre, la escritora Rosa Chacel, la poeta Ernestina de Champourcín, la pintora Margarita Manso o la artista gráfica Ángeles Santos no sean tan conocidos hoy en día. De los nombrados, solamente María Zambrano, Maruja Mallo y Rosa Chacel han conseguido un ligero reconocimiento y que sus nombres y apellidos se conozcan círculos más especializados y aunque sea de oídas. Pero el resto, quedaron relegadas a un segundo plano primero y al triste olvido después. Luisa Carnés, la autora de Tea Rooms. Mujeres obreras, formaba parte también de esta generación, una generación de mujeres fuertes, algunas de ellas pioneras en sus respectivos trabajos y labores artísticas, que rompieron esquemas y moldes allá por donde pasaban y que disfrutaron muchas de ellas el éxito de su trabajo en vida. Aunque como era de esperar, su condición de mujer siempre las ha relegado a un segundo plano, siendo sus éxitos, aunque brillantes, inferiores a los de sus compañeros de generación. Esta injusticia se ha mantenido, incluso se ha prolongado hasta nuestros tiempos, en los que observamos con estupor como estos nombres femeninos no aparecen en los libros de texto de asignaturas tan importantes como Lengua Castellana, Literatura, Historia o Filosofía. En mi caso, no escuché hablar de las Sinsombrero, el nombre con el que se les hacía referencia en la época, hasta cuarto de carrera. En fin, simplemente terrible. Por ello, y ya para acabar, desde aquí pido encarecidamente dos cosas. La primera, que editores, profesores y responsables de redactar los libros de texto dejen de vivir en el pleistoceno y se pongan manos a la obra con este tema, las futuras generaciones deben saber quienes fueron estas extraordinarias mujeres y darles el trato que se merecen, es decir, a la misma altura que Lorca o Dalí. Y la segunda, que algún director de cine, aunque si es directora sería mejor, pues las hay pero poco reconocidas en este país, que se anime a adaptar Tea Rooms. Mujeres obreras o a realizar alguna película biográfica de alguna de las artistas nombradas. El cine es un medio de difusión muy efectivo, y si se hace un buen trabajo, puede que sirva como material para comprender la situación de las mujeres en dicha época. Tea Rooms. Mujeres obreras: una historia de tesón, esperanza, pobreza, diferencias sociales, sueños, sumisión, discriminación...Una novela rescatada del olvido que todos debemos leer.

Frases o párrafos favoritos:
"La primera vez que vio a un portero de librea dividió la mentalmente la sociedad en dos mitades: los que utilizan el ascensor o la escalera principal, y los otros, los de la escalera de servicio; y se sintió incluida en la segunda mitad."
Película/Canción: hace unos años se estrenó con bastante repercusión un documental sobre las "Sinsombrero", cuya finalidad es acercar al público la historia de estas mujeres olvidadas por la historia. Aquí os dejo el enlace:

¡Un saludo y a seguir leyendo!

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