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Reseñas: Old Man Logan

Publicado el 16 diciembre 2010 por Juancarbar

Reseñas: Old Man Logan

Han pasado 50 años y los malos han ganado. Todos los supervillanos se unieron en el pasado y derrotaron a los superhéroes hasta exterminarlos. El mundo es un erial extraído directamente de Mad Max, y el presidente de lo que fueron los Estados Unidos es el maloso nazi Cráneo Rojo. Hasta los descendientes de los chicos buenos de antaño, como Spiderman y Hulk, ahora son tan corruptos como los malotes que se han pasado por la piedra el planeta. El Capitán América, Thor, Iron Man, La Cosa… todos los salvadores del mundo han palmado. ¿Todos? Bueno, no. Queda un Ojo de Halcón que, paradójicamente, ha perdido la vista y un Wolverine que, quién lo diría, ha perdido las pelotas.

Reseñas: Old Man Logan
Logan vive retirado, rectamente casado y con hijos, y atormentado por un trauma que le impide defenderse. Ha renegado de su nombre y su pasado. Su única preocupación es sacar adelate su granja y conseguir la pasta que le falta para pagar el alquiler a la banda de Hulk y sus nietos, perfecto retrato del redneck norteamericano, quienes se dedican a vapulearle metódicamente día sí y día también. Qué humillante. En eso llega Ojo de Halcón y le embarca en el Spidercar en una aventura que para Wolverine supone un dinerillo extra que le libere de otra paliza, pero que para el arquero es no sólo la posibilidad de recuperar la gloria de antaño, sino también de meter un poco de testosterona en los resecos cascarones del peludo canadiense.

Con este punto de partida Mark Millar (guionista de The Ultimates, de lo poco que Marvel ha hecho de interés dentro del campo de los pijameros desde hace la tira) y Steve McNiven (un dibujante muy solvente cuyos lápices se vieron previamente en Civil War) componen eso que se ha dado en llamar un western crepuscular. Un relato que recuerda tanto al Sin Perdón de Clint Eastwood como al Comanche de Hermann. El formato de road movie que adquiere el comic no es más que un pretexto para mostrar cómo sería un mundo post-holocausto en el que los villanos tuvieran el poder y los héroes hubieran desaparecido, y cómo ha afectado eso a todo el universo Marvel, sus personajes y el mundo tal como lo conocemos. Es un What If más. Y ahí reside el mayor interés de este Viejo Logan.

Reseñas: Old Man Logan
Tiene su gracia ver un mapa de Estados Unidos en el que las ciudades y los accidentes geográficos han cambiado de nombre para adaptarse a las nuevas circunstancias. Pueblan el relato restos de cadáveres de superhéroes cuyas osamentas todavía están enfundadas en lo que queda de sus uniformes. Un nuevo Kingpin ha sucedido al avenjentado anterior, y bandas de Motoristas Fantasma se ceban asaltando las carreteras. Todas referencias intrahistóricas que casi aportan un contrapunto humorístico al tono grisaceo de la historia. Es otra vuelta de tuerca al argumento de Watchmen, ultraviolencia y superhéroes del pasado que han envejecido y se han retirado. Pero todo es demasiado predecible. Excepto la sorprendente adaptación al medio del anciano Bruce Banner y el aún más sorprendente aspecto de Hulk octogenario, hay pocas oportunidades para que el lector se quede ojiplático.

Afortunadamente, estando a cargo de quien está, la acción se mueve con dinamismo y el dibujo es brillante. Porque está claro que la tensión contínua que se respira en cada número y que se va edificando y apilando tacita a tacita, llegará al indefectible clímax que sabes que acabará por estallar. La reticencia de Wolverine a defenderse y sacar las garras es evidente que tendrá su desenlace con una masacre explosiva en la que se cepillará todo lo que se mueva. Todo guía hacia un final cantado en el que Lobezno recuperará su nombre, sus cuchillas y sus pendientes reales. El Viejo Logan es una historia entretenida y muchísimo menos indigna que otros subproductos con los que La Casa de la Ideas Agotadas nos está obsequiando desde hace ya demasiado. Léanlo si les va el tema y que pase el siguiente.


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