Revista Arte

Respiros especulares

Por Photosatriani @artimprove

PortadaRobando la frase al grande poeta Giuseppe Ungaretti, cada vez que voy al Matadero en Madrid…”mi illumino d’immenso”. El Matadero es un lugar ejemplar de recuperación de un espacio de muerte, en un espacio creativo; un claro testigo que crear y morir son parte del mismo universo. Esta vez “las culpables” de tanta emoción, han sido la instalación de Eugenio Ampudia, “Cada palabra es como una innecesaria mancha en el silencio y en la nada” (hasta el 17 de Mayo) y una video-instalación de Glenda León “Cada respiro” (hasta el 26 de Abril).

Eugenio Ampudia
La instalación de Eugenio Ampudia se encuentra en una sala que antiguamente era la cámara frigorífica del matadero. Un lugar muy grande, sin ventanas, lleno de columnas y arcos iguales que se repiten y repiten, con un techo que parece abovedado, muy desgastado y quemado, que parece despezarse de su antigua existencia. Este lugar lúgubre, en el cual el sufrimiento y el temblor de los animales que se mataban, alcanzaba finalmente el silencio de la muerte y del hielo, Eugenio Ampudia lo ha llenado de una fina capa de agua inmóvil y lo ha alumbrado con una iluminación tenue desde el bajo hacia el alto. El efecto que se crea es lo de entrar en un lugar especular donde reina el silencio y la nada, donde se pierde la cognición de lo que es y de lo que parece ser, en el cual la vista está atraída por la ilusión de la inmensidad y empuja al cerebro a dar un paso hacia lo que sería la fin. La ilusión es que el suelo es un espejo que puede pisarse, pero unas gotas que caen al suelo desde el alto solo cuando alguien llama a un número de teléfono específico y que en el silencio de la sala reverberan como piedras contra un espejo, revelan que lo de abajo es agua y vacío, llevándonos entonces a una confusión físico-mental que agranda todavía más la sensación transmitida por el artista. La intención del artista es la de reflexionar sobre los actuales procesos de comunicación y sobre el miedo que la unión de voluntades que se comunican provoca en el “poder constituido”…a veces en el arte se genera grande emoción aunque, para esto, no se usen los mismos canales de aquellos que el artista usó para crear su obra. Personalmente esto lo considero un éxito porque el arte, antes se tiene que percibir por sí misma para que luego, conocida la idea del artista, esa pueda ampliar la “lectura” personal que se hace de la obra. El problema ocurre cuando (es el caso de mucha “fotografía conceptual” actual), una obra nos trasmite algo solo después de haber leído las “pajas mentales” que el autor ha cuidadosamente escrito para “justificar” su trabajo.

Glenda
La video-instalación de Glenda León nos lleva a la esencialidad de la vida, a través de los elementos: Tierra, Agua, Aire, Fuego que sincronizan con nuestro vivir a través de la respiración. Después de atravesar la magnífica plaza del Matadero, se accede a la nave 16. Entrando en esta nave, nuestros sentidos son capturados por el ritmo de una respiración que inunda el espacio auditivo y que invita a entrar en una sala obscura en la cual dominan cinco monitores (4 enormes y uno más pequeño) en los cuales se repiten unas imágenes que van síncronas al ritmo de la respiración. Una ola que repite su ida y venida en la arena, unos árboles en los cuales se ve el trascurso de las 4 estaciones, un cielo de nubes que corren y que se transforma en espacio, una tierra que parece inspirar y espirar y una vela que se enciende y se apaga con un soplo. Si uno se centra y deja fuera cualquier pensamiento y ritmo, a los pocos minutos su propia respiración se sincroniza con la del audio y de repente nos damos cuenta como es fácil entrar en armonía con la Naturaleza y la esencialidad, fluir con ella y llegando a sentirnos un cuerpo único con ella. La autora quiere conseguir esto en el espectador y hacernos reflexionar sobre la excesiva importancia que se da en nuestra sociedad al materialismo y al egocentrismo, olvidándonos de la espiritualidad o, como a mí me gusta siempre decir, alejando lo que vivimos de lo que sentimos.

Un “¡gracias!” especial a Ángeles que me empujó para que fuera a ver estas dos instalaciones, sin ella me hubiera perdido algo realmente único!

La semana que viene el post hablará de los colores de México…


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