Revista Sociedad

Ricardo Luque - Recordando al maestro, periodista y amigo Juan José Ley Mitre

Publicado el 19 septiembre 2011 por Hetairo
Recordando al maestro, periodista y amigo Juan José Ley Mitre
La amistad es un alma que habita en dos cuerpos;
un corazón que habita en dos almas
.
Aristóteles
César Ricardo Luque Santana
Hace un año (el 20 de septiembre de 2010), dejó de existir físicamente a sus 81 años de edad, Juan José Ley Mitre, un hombre probo, culto y bueno, que se distinguió no sólo por esas cualidades personales en sí mismas loables, sino que éstas se reflejaron en sus actividades de maestro, periodista y amigo, títulos que honró por su lealtad, compromiso, aptitudes y constancia.
Como maestro, Juan José fue un profesor que se desempeñó en forma responsable y competente en las instituciones donde laboró, como la Escuela Secundaria “Amado Nervo” de su natal Tecuala impartiendo la asignatura de Español, y en la Preparatoria No. 4 de la Universidad Autónoma de Nayarit (también en Tecuala) de la cual fue profesor de Literatura, además de que se comportó siempre con dignidad y apego a principios, consciente de que el maestro enseña también para la vida con su conducta. Como trabajador de la educación, se distinguió asimismo por su verticalidad y espíritu crítico, asumiendo las consecuencias de su conducta independiente.
Más allá de sus obligaciones en su trabajo del aula, se esmeró no únicamente porque sus alumnos aprendieran bien los temas de sus materias, sino se interesó por formar buenos ciudadanos. Asimismo, amó la cultura en sus diversas expresiones (literatura, filosofía, ciencia, arte, etc.), tratando de inculcar a sus alumnos un interés por ella y por el estudio, implementando actividades extraescolares, pues pensaba que la auténtica liberación de la persona se daba a través del cultivo de la inteligencia.
Como periodista, Ley Mitre mantuvo durante 47 años con consistencia admirable su revista “El Vocero del Norte” (que el 20 de noviembre cumplirá 49 años de existencia), escribiendo semana a semana durante todo ese tiempo su columna “Voces Políticas”, en la cual también sostuvo una línea de congruencia informando con veracidad y opinando con responsabilidad, sin recurrir a prácticas deleznables ni a la estridencia que suelen darse en este medio a veces envilecido por una relación turbia con el poder, pues pensaba que el periodismo crítico era de algún modo una extensión de la docencia.
No en vano, revisando algunas notas periodísticas de hace un año que daban cuenta de su sensible fallecimiento, un colega calificó su labor periodística vanguardista como la voz de la conciencia pública de Nayarit, no sólo por sus análisis prudentes y atinados que constituían un referente valioso para muchos de sus lectores, sino por su apertura a la diversidad rodeándose de un grupo plural de colaboradores.
Un título no menos meritorio y tal vez más difícil de lograr es el de amigo, mismo que el maestro y periodista Juan José Ley Mitre demostró a quienes quisieron ser sus amigos verdaderos, que en su caso sospecho fueron muchos, pero nunca confundió la amistad con complicidades, con dejar hacer dejar pasar, sino que mantuvo siempre sus convicciones sin dejar de estar abierto a otros puntos de vista que a veces combatió con pasión respetando invariablemente a las personas.
Ley Mitre compartía seguramente en este punto la aseveración de Aristóteles quien decía que una vida sin amigos no tenía sentido, mientras que el gran Epicuro la transformó en la piedra de toque de su filosofía. El maestro Ley supo cultivar la amistad y se ganó el respeto de todos, incluso de que quienes no tuvieron la fortuna de disfrutar de su amistad.
No obstante su bondad y tolerancia, el maestro, periodista y amigo Juan José Ley Mitre, fue un profesor exigente (según dicen quienes lo conocieron en esos menesteres), un hombre de ideas reflexivo pero apasionado que sabía mantenerse firme cuando creía que la razón le asistía, y asimismo, un amigo generoso pero nunca complaciente con las malas actitudes o los comentarios que consideraba erróneos.
No me queda más, Juan José, que darte las gracias por tu amistad, por permitirme colaborar en su revista y por abrevar de tus enseñanzas como maestro, periodista y amigo.

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