Revista Cultura y Ocio

Richmond

Publicado el 05 septiembre 2011 por Eduardogavin

Richmond

Confitería Richmond, Buenos Aires. ©Eduardo Gavín

Tener amigos nostálgicos no me ayuda. Porque se enteran de cosas que los otros no; cosas tristes, cosas pasadas, cosas que se pierden en el pasado imbécil que está siempre regresando, como los trolls, los anónimos o la gente que hace que me plantee mandar este blog a criar malvas. Digo esto porque mi amigo Eurico de Barros, uno de los mejores y más experientes críticos de cine de Portugal en el sesquicentenario periódico Diário de Notícias, publicaba una información sobre uno de los cafés más importantes del planeta, la Confitería Richmond, que nació hace casi cien años en la calle Florida de Buenos Aires. La información sobre un café bellísimo en una ciudad linda, en estos tiempos de mierda que corren no podía ser otra. El café cerró hace dos semanas sus puertas y va a empezar las obras de demolición necesarias para reabrir como una tienda de deportes, concretamente de la marca Nike que, como McDonalds, Mango u otras, encuentra un cierto placer en destruir locales emblemáticos del mundo entero. Es cierto que en tiempos de idiotas, un templo de estos nada pinta. Perdió algún sentido cuando murieron algunos de sus clientes, como Borges, que se refugiaba allí casi de seguido, o alguno de sus otros ilustres visitantes, como Benedetti, Marechal, Saint-Exupéry, Cortázar, Théroux, Lugones o Graham Greene.  A pesar de que el gobierno argentino intentó (y consiguió) in extremis catalogar el local como patrimonio, el viernes día 12 de Agosto. Pues el mismo domingo los rastreros dueños, que habían deteriorado el servicio y subido los precios para cerrar con motivo, deciden vaciar el local. Los empleados llegaron el lunes y encontraron su local de trabajo cerrado, sin más explicaciones. Por supuesto, hay quien defienda que los locales con poesía no son más importantes que los edificios suburbanos de apartamentos. Y quien diga que el oro Vaticano deba fundirse para ayudar a los desfavorecidos. O, por qué no?, utilizar la piedra de la muralla china para construir una presa, por ejemplo.  El problema del planeta es su plastificación, su utilización, el fin de la poesía y hasta de la herramienta en pro del dinero o el abaratamiento. Lo que pasa con casi todas las fábricas.
O sea, que la noticia lo tiene todo, tristeza, falta de ética, faltas, delitos y, sobre todo, mal gusto. Cerrarán el Gijón de Madrid, A Brasileira de Lisboa, el Di Flore y el De La Paix de Paris, el Greco y el Della Pace de Roma, el Slavia de Praga, el Central de Viena o el Pera de Estambul Un signo más de estos tiempos que corren. Me dan ganas de, un domingo, cerrar este Café también. Que os encontréis un lunes con esta puerta cerrada.


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