¿Quien no se ha sentido alguna vez fascinado por la luna? A mi me encantaría ir a recorrerla! ¿Y a qué debe saber?
En este cuento que tenemos en casa y que le regalamos a la pequeña terremoto por Sant Jordi este año, los animales se hacen esa misma pregunta ¿A qué sabe la luna?
Cada noche, los animales admiran la luna y sueñan con poder probarla y saber qué gusto tiene. Pero por mucho que se estiran, ninguno llega a tocarla. Así que un día, la tortuga se sube a la montaña más alta y, como aún no alcanza, le dice al elefante:
“si te subes a mi espalda, tal vez lleguemos hasta ella”
La Luna entra en el juego, y decide alejarse un poco más, por lo que el elefante llama a otro animal. Y así, uno tras otro, van haciendo una torre para llegar a alcanzar la luna, y la luna se va alejando
Hasta que, cuando sube el ratón la luna cree que un animal tan chiquitito no va a poder alcanzarla y no se mueve, y el ratón se estira y…le arranca un pedazo. Lo prueba, y por supuesto lo comparte con todos sus amigos que conforman la torre. Es una historia muy mágica, que a las pequeñas terremoto les encanta, y muchas veces cuando lo leemos me cuentan a qué creen ellas que sabe la luna. Además, siempre aprovecho de resaltarles que ninguno de los animales hubiera podido tocar la luna si no deciden colaborar entre ellos.
Ah! Pero hay otro animalito en el cuento que vive la historia de una manera completamente diferente…
¿Conocías este libro? Si no lo conoces, es de la editorial Kalandraka, y su autor es Michael Greniec; puedes encontrarlo en Amazon. Nosotras además nos llevamos la sorpresa que la edición que compré llevaba un medidor incluído, así que ahora cuando se miden las pequeñas, ya no cuentan cm, sino si son tan altas como la girafa, o como el elefante, etc…
Aquí termina el #hoyleemos del rincón lector. Disfrutad de la lectura
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