Revista Insólito

Ríos de España (III)

Publicado el 12 mayo 2021 por Monpalentina @FFroi
Cuando los españoles, mandados por los tontos Blake y Cuesta, perdieron la batalla de Ríoseco, que dio Madrid a Bonaparte, los soldados franceses, al pasar por el cauce del río, completamente seco, exclamaron: «¡Hasta los ríos huyen en España!» En las comarcas en donde las carreteras y los puentes son un lujo, sirven los cauces para río en invierno y para camino en verano. En este país de anomalías, así como hay ríos sin puentes, hay puentes que no tienen río; el más notable de estos pontes asinorum está en Coria, donde se cruza el Alagón en una mala y a veces peligrosa barcaza, mientras que a dos pasos, en unas praderas cercanas, se eleva un hermoso y seco puente de cinco arcos. Según dicen, esto es consecuencia de que en alguna inundación el río varió de cauce,se salió de madre, dicen los españoles, los cuales no se preocupan mucho de ello, pues no hacen ningún esfuerzo para que vuelva a cruzar por los arcos de aquél. Invocan a Hércules para que cambie a este Alfeo y, entretanto, se atienen al proverbio que dice: Después de años mil vuelve el río a su cubil. Más adelante diremos algo acerca de la pesca en estos arroyos errantes. 
Richard Ford, 1846
Ríos de España (III)
La navegación de los ríos españoles es oriental, clásica e imperfecta: las barcas, barcazas y barqueros datan de la época medieval y son más aprovechables artísticamente que para el comercio. El «gran río», el Guadalquivir, que en tiempo de los romanos era navegable hasta Córdoba, hoy es apenas practicable hasta Sevilla por barcos de vela de mediano calado. Los pasajeros encuentran toda clase de facilidades concedidas para los buques que hacen la travesía entre esta capital y Cádiz. Estas ventajas, ni que decir tiene, son obra de Inglaterra, aun cuando el primer barco de vapor que surcó los mares fuese invención española y se botase al agua en Barcelona en 1543; pero el entonces ministro de Hacienda era un rutinario oficinista y se opuso a proteger la invención y no se volvió a hablar más del asunto. Los buques de vapor que hacen el servicio del Guadalquivir son seguros. En nuestro tiempo siempre se decía en los anuncios de salida de los vapores que se diría una misa antes de zarpar en la herética invención, lo mismo que hoy, cuando se inaugura en Francia un camino de hierro, las locomotoras de Birmingham son rociadas con agua bendita y bendecidas por un obispo, lo cual puede ser una «indirecta» para míster Hudson y el primado de York.
Imagen: El Tajo a su paso por Toledo, De Shaila Pereira
Ríos de España (III)
Richard Ford
Hispanista ingles (Londres, 21 de abril de 1796-Exeter, 31 de agosto de 1858)
1844 Manual para viajeros por España
1846 Cosas de España


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