Revista Salud y Bienestar

Ródenas: “Debemos estudiar por separado cada vacuna y decidir en cada caso el balance riesgo-beneficio”

Por Miguel @MiguelJaraBlog

Hace unos días entrevisté al catedrático de Salud Pública Carlos Álvarez-Dardet: “Hay ‘talibanismo’ en la vacunología española”, nos comentaba. Hoy hago lo mismo con otro médico que ha vivido muy cerca la polémica petición de obligatoriedad en la aplicación de las vacunas del presidente del Colegio de Médicos de Barcelona y su deseo de sancionar a sus médicos “antivacunas”.

Pedro Ródenas es médico naturista, miembro fundador de la revista Integral, Natura Medicatrix, de la Asociación Española de Médicos Naturistas y de la Sección Colegial de Médicos Naturistas del Colego Oficial de Médicos de Barcelona (COMB) que ha presidido desde su inicio hasta hace una semana.

Pedro Ródenas
-A Carlos Álvarez-Dardet le pregunté si se consideraba “antivacunas”. Le hago a usted la misma pregunta ¿es “antivacunas”?

No soy antivacunas pero considero que no todas las vacunas se han de valorar igual, de la misma manera que no todas las enfermedades son iguales ni tienen los mismos riesgos para la salud. Para ajustarnos a la realidad debemos estudiar por separado cada vacuna y decidir en cada caso el balance riesgo-beneficio. No debiéramos hablar sobre vacunación o no vacunación, de vacunalista o antivacunalistas.

Del mismo modo que farmacovigilancia retira medicamentos y por eso no se le califica de  antimedicación, el que yo cuestione la actual política de vacunación, igual que otros muchos profesionales, no quiere decir que seamos antivacunas.

-En los calendarios de vacunaciones hay vacunas consideradas por la mayor parte de la comunidad médica necesarias, efectivas y seguras y otras que, por distintos motivos, como usted apunta, son criticadas por parte de esa misma comunidad.

En concreto usted afirma: “Es importante escoger las vacunas necesarias en función de la gravedad de la enfermedad, de su efectividad y de su mejor tolerancia para el organismo”. A su juicio ¿cuales serían las más recomendables y cuales las más dudosas?

Yo digo sí a la recomendación, pero no a su obligatoriedad, de las vacunas para enfermedades infecciosas graves (difteria, polio, etc.) sobre todo en zonas endémicas o de riesgo. Abogo por el cuestionamiento de las vacunas para enfermedades infecciosas no graves, de buena evolución con un tratamiento correcto o no supresivo (parotiroiditis, tosferina, varicela, etc.), y de las vacunas de poca eficacia (gripe, etc.) o experimentales (VPH, etc.). Y también por la valoración de las vacunas en situaciones específicas como las de la fiebre amarilla, meningitis, hepatitis, etc.

-Tiene usted una visión naturista de la Medicina apoyada en la evidencia científica, ¿cual es su postura sobre el uso de las vacunas?

Vacunar es un acto médico en el que se receta un medicamento y en el que es necesario una historia clínica para individualizar el tratamiento en función del estado de salud y las circunstancias particulares de cada persona, en cada momento. No se puede indicar una medicación para todos sin valorar cada situación. Lo contrario puede considerarse mala praxis.

Debería considerarse también mala praxis, ante la necesidad de protegerse de una infección o patología, tener que recibir obligatoriamente la vacuna específica asociada a otras no requeridas, hecho que aumenta los costes y sobre todo los riesgos para la salud. Es necesaria la existencia de la opción de la vacuna simple. Si alguien quiere vacunarse de la difteria exclusivamente, no tiene por qué vacunarse también del tétanos y de la tosferina o viceversa.

Existe un riesgo en vacunar y un riesgo en no vacunar. Cada persona decide el riesgo que quiere asumir como individuo y como padre/madre. Un acto médico, como lo es la vacunación, debería ir acompañado de un consentimiento informado de la persona a la que se propone la vacunación, si es adulto o de los padres de la criatura, si ésta es menor de edad, conforme se han explicado tanto los riesgos como los beneficios de las vacunas.

-E ocasiones se usa la llamada “inmunidad de grupo” de modo demagógico para meter todas las vacunas en el mismo saco y justificar los calendarios de inmunizaciones con sus errores y fallos incluidos. ¿Hay excepciones o todas las inmunizaciones son efectivas al 100% y por ello se conseguiría la citada inmunidad?

Hay que reconocer en la disminución de las enfermedades infecciosas la importancia de la higiene y los cambios sociales, además de la cobertura vacunal. Muchas vacunas se introdujeron cuando las epidemias ya estaban en plena curva descendente. Este hecho es poco valorado y la mayoría de veces no se expresa.

Por ejemplo, en el caso de la difteria, cuando se introdujo la vacunación masiva en España (por encima del 50% de la población), la curva de mortalidad de esta enfermedad ya era casi plana. No podemos atribuir a la inmunidad de grupo, de manera preferente, la casi desaparición de la difteria en nuestro país, entre otras cosas porque la mayoría de adultos no han recibido las dosis de recuerdo que se recomiendan y no están inmunizados.

Hay estudios que sugieren que la mejora del saneamiento, las condiciones de vida y menos hacinamiento, han contribuido de manera mayoritaria al declive de la mortalidad de enfermedades como la difteria, la polio, la tosferina… y que a las intervenciones médicas se les puede atribuir no más de un 3,5% de esta reducción de mortalidad.

No hay ninguna vacuna que proteja al 100%. También es complejo mantener todas las dosis de recuerdo necesarias, que no están exentas de riesgos para la salud, en la mayoría de la población, para conseguir las coberturas vacunales que se recomiendan. Las infecciones disminuyen y desaparecen cuando los virus o bacterias que las producen no encuentran el terreno propicio para desarrollarse. Como acabo de comentar las condiciones de vida son la base para mejorar la inmunidad.

-¿Qué medidas impulsaría usted para mejorar los calendarios de vacunaciones y el uso de las vacunas?

Reducir las vacunas a las mínimas en función de la gravedad de las enfermedades, de la efectividad de las mismas y de sus efectos secundarios. Fomentar el uso de las vacunas simples, eliminando las múltiples por los motivos mencionados anteriormente. Formar a aquellos profesionales que diagnostican, vacunan o indican vacunación sin conocer su grado de efectividad, sus riesgos, y que en ningún momento han contrastado sus conocimientos con los argumentos de otras opiniones.

Dar información a los padres que vacunan o no vacunan a sus hijos, sin ningún conocimiento de los riesgos y beneficios de la vacunación. Invertir recursos económicos en investigar los efectos secundarios a corto y largo plazo de las vacunas, para facilitar así una decisión lo más ajustada posible a la realidad.

Estudiar la seguridad y posible relación del incremento de la tasa de mortalidad infantil y de enfermedades del sistema inmunitario (alergias, enfermedades autoinmunes y degenerativas) y la vacunación masiva y sistemática de la población. Crear una comisión de profesionales de diferentes opiniones y sin implicaciones o intereses económicos, que estudie a fondo y cree las líneas de investigación necesarias, con el fin de conseguir un planteamiento consensuado y coherente que oriente a la población en la toma de sus decisiones.

Pedro Ródenas2
-¿Cómo valora lo que sucedió con el niño catalán que falleció por difteria? ¿Y el tratamiento del caso en los medios de comunicación?

Es poco riguroso decir que un niño no vacunado de difteria y que ha fallecido por esta enfermedad, se habría salvado si hubiera estado vacunado. Por ejemplo, en el año 2010 hubo un brote de difteria en Brasil que afectó a 27 niños (uno no vacunado, 16 parcialmente vacunados y diez completamente vacunados) y lamentablemente fallecieron tres niños, uno parcialmente vacunado y  dos totalmente vacunados.

Lo correcto es decir que hubiera tenido más probabilidades de no padecerla ya que si hubiese recibido tres dosis, la protección sería de un 95,5% y si hubiera recibido cinco, de un 98,4%. Tampoco es riguroso decir que los vacunados portadores se aíslan y se medican para proteger a los no vacunados. Debería añadirse que es para proteger también a los vacunados sin dosis de recuerdo y al 1,6-4,5%, en el caso de la difteria, de los correctamente vacunados no protegidos (de 16 a 45 por cada mil vacunados).

El trato de este caso por los medios de comunicación ha sido sensacionalista y sesgado. Los medios no deberían culpabilizar a los padres informados que deciden no vacunar por considerar superiores los riesgos a los beneficios.

Hay que evitar convertirlos, a ellos o a sus hijos, en “apestados” o excluidos sociales (con exposición pública de la familia ante toda la sociedad), puesto que los vacunados también pueden padecer la enfermedad, ser portadores e infectar a los no vacunados o vacunados mal protegidos, o que no han recibido todas las dosis de recuerdo (la mayoría de los adultos), independientemente del origen del brote infeccioso que podría ser común.

Recordemos que ninguna vacunación protege el 100%. Habría que dar el mismo trato mediático a las informaciones provacunas como a aquellas que las cuestionan de manera documentada y también a las complicaciones graves, incluso de fallecimiento, tanto de un vacunado como de un no vacunado.

No se pueden criminalizar algunos casos no vacunados y silenciar el mismo resultado en personas vacunadas. Existe un “colectivo de afectados por las vacunas” que es ignorado por la Administración y la Sanidad protectora de “toda” la población.

-Para finalizar ¿es consciente de a lo que se expone por hacer uso de su libertad de expresión y del derecho a la información en plena “caza de brujas” de todo aquel que ose siquiera hacer la más mínima crítica a los sistemas de vacunaciones tal y como están desarrollándose? ¿Ha recibido algún tipo de presión para no tratar este asunto?

Yo soy médico y mi ética profesional me impulsa a buscar lo mejor para la salud de las personas. Como médico naturista básicamente soy educador y considero que la mejor prevención y curación es corregir los hábitos de vida antes que medicar. Hemos de ir hacia una medicina integrativa que escoja lo mejor de cada opción médica en cada momento, para cada persona.

Como miembro de la comunidad sanitaria considero que el mejor modo de avanzar es contrastar las opiniones documentadas, sin prejuicios, con mentalidad abierta y desvinculándose de intereses económicos. Por tanto considero que mi postura es coherente con lo que pienso y asumo con toda tranquilidad las consecuencias que pudieran comportar. En cuanto a la presión recibida, que si ha existido, prefiero no comentarla.


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