Revista Cultura y Ocio

Ron Lalá: Andanzas y entremeses de Juan Rana

Publicado el 05 marzo 2020 por Juancarlos53
Ron Lalá, Andanzas y entremeses de Juan Rana, Álvaro Tato, Yayo CáceresLa compañía Ron Lalá siempre se ha sentido atraída por la época del Siglo de Oro español. En 2012 montaron una función titulada "Siglo de Oro, siglo de ahora" cuyo título dice ya mucho del aggiornamiento que la compañía hace habitualmente en sus representaciones de los textos de dicha época. Tras este espectáculo, al año siguiente, en 2013, con motivo de la inminente conmemoración del 4º centenario del fallecimiento de Miguel de Cervantes (1547-1616) subieron a las tablas -iniciando con este montaje una fructífera colaboración en la producción con el CNTC que dura hasta hoy mismo- su espectáculo "En un lugar del Quijote" y, luego ya en 2016 ponen en pie "Cervantina", homenaje a la figura del autor del Quijote en el año exacto del 400 aniversario de su fallecimiento [escribí en su día reseña de esta representación. Léela aquí]. Estas tres producciones ellos las agrupan bajo la denominación de "La trilogía clásica".
Tras las anteriores funciones Ron Lalá decidió tomarse un descanso de lo clásico con "Crimen y telón" (2017), fantástico e hilarante ejercicio metaliterario de teatro dentro del teatro comentada también en este blog [leer la entrada aquí]. Es evidente que en la investigación llevada a cabo para el montaje de la trilogía clásica mucho material literario de dichos siglos manejó Ron Lalá y en especial Álvaro Tato, actor en el grupo y responsable principal de los textos de las tres obras. Así es y así lo demuestra la Compañía cuando en 2018 monta coproducida en esta ocasión por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, "Don Juan en Alcalá" que si bien se basa en la obra del romántico José Zorrilla a nadie se le oculta la señera figura de Tirso de Molina rondando y asomándose tras ella. Y así llegamos hasta hoy, año 2020, en que Ron Lalá presenta, de nuevo en coproducción con la CNTC, "Andanzas y entremeses de Juan Rana", una creación teatral colectiva emanada de esos materiales clásicos que conocen como nadie.
La funciónJuan Rana es un personaje cómico que aparecía en no pocas obras cortas que se representaban en los entreactos -en los intermedios (entremeses: inter mezzo)- de las obras largas. En esos tiempos muertos era obligación de la empresa teatral entretener al bullicioso público si no quería ver peligrar la integridad del edificio por las peleas entre jaques y valentones que había en el público. Para ello nada mejor que estas obritas cortas con gracia, música muchas veces, y humor, sobre todo humor. Pero esta argucia empresarial de nada serviría si no hubiese unos buenos actores cuya actuación atrajese al público y los tuviese entretenidos el tiempo necesario. Uno de estos actores cómicos, populares como pocos en la época del gran Calderón de la Barca fue Cosme Pérez, alias Juan Rana, que acabó sus días en la calle Cantarranas, actualmente calle Lope de Vega en el Barrio de las Letras de Madrid.
La obra se plantea como un juicio inquisitorial contra el tal Juan Ranas o Cosme Pérez o, en palabras del Inquisidor, como quiera que se llame. Su gran pecado es el de hacer reír, el ir por la vida en plan mojiganga, su falta de seriedad a todas horas. Conviene acallarlo, acabar con él para que su ejemplo de incorrección política no prenda en el pueblo. Hay que ahormar un juicio para dar a la deseada ejecución una especie de legalidad. ¿Con qué pruebas contamos?, se preguntan Inquisidor y Verdugo. Evidentemente sólo las de las obras teatrales de las que emanan esas risas culpables.

En la requisitoria que el Santo Oficio realiza son llamados a testificar en el caso personajes reales de la época como la actriz Bernarda Ramírez, el pintor Diego Velázquez o el mismísimo Pedro Calderón de la Barca, entre otros. Y las pruebas presentadas son las mismas obras cortas escritas para que las representase Cosme Pérez (Juan Rana). Concretamente se representan los entremeses de "Los dos Juan Ranas", "El toreador" y "El triunfo de Juan Rana", los tres de Calderón de la Barca; "Los galeotes" de Jerónimo de Cáncer, "El retrato vivo" de Agustín Moreto, y "El infierno" de autor anónimo. Junto a estas piezas completas el espectáculo se teje con fragmentos de entremeses de Luis Quiñones de Benavente, de Antonio de Solís, del titulado "Mojiganga de las visiones de la muerte" de Calderón de la Barca, y de otra serie de varios entremeses de Jerónimo de Cáncer. Es importante resaltar que algunos de estos entremeses como, por ejemplo, el de "El toreador" es la segunda vez que se representa dado que desde su estreno en el XVII nunca había vuelto a las tablas.
La versión y la dramaturgia ha corrido a cargo de Alvaro Tato, en esta ocasión dedicado en exclusiva a la elaboración del texto fruto de su profundo, serio y concienzudo conocimiento del teatro clásico español. La dirección, como es habitual en la compañía, es de Yayo Cáceres. Y los actores que dan vida a un sinfín de personajes son los habituales ronraleros Juan Cañas, Daniel Rovalher, Miguel Magdalena, Fran García e Íñigo Echevarría. Todos ellos ponen en pie un espectáculo en el que la música es central y en el que la luminotecnia es asimismo elemento importantísimo.
El asunto que se reivindica en la obra, la necesidad de la risa y del humor en la vida, es de gran actualidad hoy cuando todo parece regirse por los estrechos cauces de lo políticamente correcto y cualquier crítica, mofa o befa es tenida por agresión y hasta delito. Contraponer los supuestos tiempos oscuros del pasado a los también supuestos magníficos tiempos de libertad actuales es estupendo ejercicio crítico que nos mueve a reflexión.
Desde un punto de vista más personal, de amante de la literatura, me ha encantado la recuperación que Álvaro Tato realiza de nombres considerados de segunda fila, oscurecidos por la magnificencia y sobreabundancia de dramaturgos que vieron los siglos XVI y XVII. Nombres como el de Jerónimo de Cáncer, Antonio Solís y casi casi Quiñones de Benavente son desconocidos por el grueso de los españoles. De otra parte me satisface no poco poner de manifiesto la faceta alegre y divertida del tópicamente tenido por serio y aburrido Calderón de la Barca. Es hora ya de que los españoles reivindiquemos no sólo lo excelso -a veces injustamente atacado por antiguo y tildado de casposo- sino también lo magnífico o simplemente lo bueno contenido en la segunda división de los autores del Siglo de Oro.
Y como siempre la desacralización -que no desprestigio- que Ron Lalá hace de lo tenido por intocable me agrada sobre manera. Esa figura de un Diego de Velázquez divertido, un Calderón simpático, una actriz esperpénticamente ataviada cuyos pechos son dos bongos que, junto a unas protuberantes caderas, histrionizan su figura y le sirven además para hacer acompañamiento musical a los instrumentos de cuerda usados en la función: una guitarra española, un laúd y una bandurria, junto a un cajón de percusión y una pandereta... Todo ello en pro del humor, un humor que no hiere, pero que sí denuncia, que sí hace pensar... ¡¡Es Ron Lalá en estado puro!!
Ron Lalá: Andanzas y entremeses de Juan Rana
Nota.- En Madrid la obra está en cartel hasta este domingo día 8 de marzo. Luego emprende una gira por varias localidades como se puede ver en la imagen anterior.Ron Lalá: Andanzas y entremeses de Juan Rana

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