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Rosaura a las Diez

Publicado el 02 julio 2011 por Observandocine
(Dirigido por Mario Soffici – Argentina 1958)

Rosaura a las Diez Sr. Coretti: ¿Saben a quién se parecen las mujeres? ¡Se parecen a las gallinas!
Sra. Milagros: No diga estupideces Coretti.
Pensionistas: ¿Cómo es eso Coretti? Que las mujeres ….
Sr. Coretti: … se parecen a las gallinas. Mira en un gallinero hay tirado un pedazo de comida, nadie lo come. Basta que a una se le ocurra picotearlo y ya también todas las demás lo quieren. Las mujeres son lo mismo. Tienen delante de los ojos una cosa y ni la miran. Basta que a otra mujer se le ocurra echarle el ojo a esa cosa, ellas también lo codician.
Pensionistas: Tiene razón Coretti.
La dramática historia de Camilo Canegato (Juan Verdaguer) empezó el día que llegó una carta, con un enigmático olor a violetas, a la Pensión La Madrileña. Camilo se dedica al oficio de restaurar cuadros, los últimos doce años ha vivido en una pensióRosaura a las Diezn cuya dueña es la Sra. Milagros (María Luisa Robledo), una respetable viuda madre de 3 hijas: las Señoritas Matilde (María Concepción César), Enilde (Sara Rudoy) y Clotilde (Nina Brian). Su apellido fue objeto de burla por parte de algunos pensionistas porque Canegato es como decir perro y gato. Camilo es un tipo flaco, retraído, ensimismado, callado, sólo se despabila si se trata de cuidar a las hijas de la Sra. Milagros.
Tras doce años en la pensión donde Camilo siempre se ha mostrado como el “tío soltero” de las hijas de la Sra. Milagros, ocurre algo extrañRosaura a las Diezo. Una de las pensionistas, la Sra. Eufrasia (Amalia Bernabé), recibe las correspondencias que ha traído el cartero y una de ellas es para Canegato. Es raro pero la carta expele un olor fuerte a violeta. Todos los pensionistas están comiendo en ese momento y quieren que él abra la carta. Sin embargo él dice que lo va hacer en su cuarto. La Sra. Milagros piensa que es una mujer la que está enviando dicha carta. Camilo se pone de pie y se va a su cuarto. Pasan los días, siguen llegando las cartas. Al llegar la décima carta, la Sra. Milagros está siendo destruida por la curiosidad de conocer el contenido de esas cartas, piensa que quizá es una mujer apasionada la que escribe o quizá una loca que le quiere sacar dinero al inocente Camilo. Va al cuarto del flaco, busca en los muebles, encuentra las cartas y luego va donde sus hijas, se encierra con ellas, reparten las cartas y empiezan a leerlas.
Matilde: Lo firma una tal Rosaura.
Sra. Milagros: Sr. Camilo Canegato. Ya ve usted. Cumplo mi promesaRosaura a las Diez de ayer. Le escribo para expresarle por intermedio de estas líneas lo que personalmente no podría ni sabría. No se burle de mi timidez. Además ya sabe que estamos bajo vigilancia.Matilde: ¿Vigilancia?
Sra. Milagros: ¿Qué se yo?
Matilde: Aquí ya no le dice Señor, le dice Camilo a secas. Escuchen. Camilo se lo ruego, tenga cuidado y no confíe en el sueño de día. Quizá juzgue excesiva mis precauciones pero algún día lo sabrá todo. No crea eso no, que no me agrada oírlo. Al contrario amigo mío, al contrario, estaría horas escuchándolo. Usted tiene un medio que habría mantenido viva la sonrisa de la Gioconda.
Sra. Milagros: De modo que se entrevistan en la casa de ella.
Clotilde: Y ¿Por qué no pueden hablarse a gusto?
Enilde: Porque será casada y tendrán miedo del marido.
Sra. Milagros: Ayyyy válgame el cielo, lo único que faltaba, que Camilo se convirtiera en adúltero.
Enilde: No, mamá. Escuche. Usted me preguntó ayer, porque no me casé. No se, quizá sea porque tenía del matrimonio unRosaura a las Dieza idea equivocada que me hacia verlo repulsivo. Pero ha venido usted, ha encendido la luz, recuerda, y la imagen se ha trocado en otra y es encantadora.Sra. Milagros: De modo que no es casada. Menos mal.
Enilde: A Camilo en adelante vamos a tener que llamarlo “mosca muerta”.
Sra. Milagros: ¿Pero qué clase de amores tiene? Llenos de vigilancias, amenazas y peligros, como de novela. Ayyyy 12 años que come y duerme en mi casa y no me ha dicho nada.
Enilde: Esa Rosaura debe ser una solterona.
Matilde: Y ¿Qué otra cosa quieres que sea?
Sra. Milagros: Pero ¿Por qué creen vosotras que es una solterona?
Matilde: Mamá, por Dios. Si se ha enamorado en esa forma de Camilo.
Sra. Milagros: Así … de modo que sólo una tía vieja puede enamorarse de Camilo.
Matilde: Una mujer moderna no escribe cartas de amor.
Clotilde: Ni perfumadas, ni ese color rosa insufrible. Rosaura a las Diez
Enilde: Ni esas frases cursis … aquí lo llama “amado mío” jajaja. Como una heroína de teatro.
Matilde: Y aquí “chiquillo adorado”.
Enilde: Y al final de este folletín, oigan lo que agrega “olvidaba decirte todo lo que te quiero” ji ji ji. Y sigue “vuelvo a abrir la carta para agregar un último beso”.
Ja ja ja ja ja (Carcajada de las tres hijas). Sra. Milagros: ¡Basta! A callar. Como sigan diciendo tonterías les voy a dar tantos moscones que ya van a ver.
A estas alturas mi ojo visor ha detectado que la Sra. Milagros está interesada en Camilo, pero no solamente ella, Matilde taRosaura a las Diezmbién. Y la sirvienta ídem. En suma son 3 mujeres que enteradas de la existencia de Rosaura su actitud ha cambiado hacia Camilo. Los pensionistas varones, incluidos los Srs. Coretti (Héctor Calcaño) y Reguel (Alberto Dalbes), en cambio, lo ven como un sobrado a Camilo, eso de las cartitas lo ha vuelto con la nariz alzada. La Sra. Milagros sigue con la curiosidad, esta vez de saber que tan fea puede ser la tal Rosaura, entra al cuarto de Camilo para buscar una foto o un cuadro de la fémina. Ojo siempre hace esto obviamente cuando Camilo se va a trabajar a su taller. Encuentra en el armario de ropa un cuadro con una dedicatoria que dice Rosaura. Es una mujer rubia bellísima. Se lo muestra a sus 3 hijas.
Enilde: ¡Que hermosa es! Rosaura a las Diez
Sra. Milagros: Aquí tenés a la solterona. Una muchacha que es mucho más linda que cualquiera de vosotras.
Enilde: No es posible. Entonces, tendrá algún defecto.
Clotilde: Claro, será renga, sorda, que se yo.

Cuando Camilo llega de su trabRosaura a las Diezajo, la Sra. Milagros le exige que cuente su historia de amor con Rosaura, tanto a ella como a sus hijas. Camilo empieza con su historia entre romántica y poética de cómo conoció a aquella muchacha. Lo llamaron para realizar la restauración de un cuadro en una casa de ricos. Ahí conoció a la hija, Rosaura, y comenzaron a hablar y hablar mientras él iba a diario a trabajar. La fue conquistando con frases como “El privilegio del arte es poder fijar la fugacidad de la vida”, “Para saber lo que usted siente, sólo tengo que recordar lo que yo siento”, “soy feliz gracias a usted”. Es un amor imposible porque ella pertenece a una familia adinerada y él es pobre. Ya que no pueden hablar libremente en la casa de ella, a él se le ocurre que deben escribirse cartas, ella acepta pero indica que sólo ella va escribir porque en esa casa su padre revisa todas las correspondencias que llegan. Rosaura a las Diez
La Sra. Milagros le dice a Camilo que luche por ese amor. El flaco le responde que Rosaura es muy rica, no vale la pena luchar porque el padre no quiere para su hija un pobretón.
Una noche tocan el timbre de la pensión, es Rosaura (Susana Campos). Todos se alegran excepto Camilo. Ella se ha escapado de su casa para estar con su amado. Pasan los días y se organiza la boda, la felicidad parece que ha llegado para Camilo pero él sigue muy serio. La noche de bodas, mejor dicho la luna de miel, Rosaura muere.
Rosaura a las Diez
¿Quién es el asesino (a)? Todo apunta a que Camilo Canegato es el culpable pero ….. en el interrogatorio de la policía: la Sra. Milagros cuenta todo lo que vio en esos doce años y Canegato es un pan de Dios, el pensionista Reguel en cambio dice que Canegato tenía pinta de pervertido lividinoso es lógico que la matara. En el caso del interrogatorio al mismísimo Canegato, él se declara inocente y cuenta una historia que hace temblar a cualquiera por lo imaginativa que es. La policía no sabe a quien creerle, mismo Rashomon, todos tienen versiones distintas. Como en Rashomon, la verdad siempre aparece pero es dolorosa e impensada.
Impresionante, dueña de un apasionante suspenso y con un final totalmente inesperado como en 9 reinas, “Rosaura a las diez” nos muestra que las personas no sRosaura a las Diezon necesariamente la imagen que exhiben a todos. Y que tras cada persona hay una historia que merece conocerse para poder entenderla. Una de las mejores películas argentinas de todos los tiempos.
Recomendación: Si vieron “Las diabólicas”, recuerden esa frase con la que concluye la película, pues bien, hagan lo mismo para con esta película.


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