Rosetta “piensa” en el silencioso Philae. Crédito: ESA.
El 12 de noviembre de 2014 fue un día importante en la historia de la exploración espacial, ya que por primera vez una sonda aterrizó en la superficie de un cometa. La hazaña fue realizada por el módulo de aterrizaje Philae, parte de la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) que estudia el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
Luego de un accidentado aterrizaje sobre el cometa, el módulo Philae se posó sobre la superficie en un lugar apodado Abydos. Seis veces fue posible detectar la señal de Philae, y la última vez que Philae pudo comunicarse con Rosetta fue el 9 de julio de 2015. Desde entonces, nada se ha sabido del aterrizador, que se considera en un estado de “hibernación eterna”.
Si bien a estas alturas cualquier comunicación con Philae era prácticamente imposible, el 27 de julio marca el día en que le dijimos definitivamente “adiós y gracias por todo” al módulo.
El 27 de julio, la unidad ESS (Electrical Support System) a bordo de Rosetta, que era usada para comunicarse con Philae, fue apagada para ahorrar energía y así poder seguir realizando mediciones científicas hasta el 30 de septiembre de 2016, el día en que la nave terminará su misión con un descenso controlado sobre la superficie del cometa.
Durante su descenso a unos 50 cm/s (aproximadamente la mitad de la velocidad de Philae), Rosetta podrá llevar a cabo muchas mediciones únicas del cometa 67P, incluyendo imágenes de alta resolución que no se podrían obtener de otra manera. Las comunicaciones de Rosetta terminarán una vez que la nave alcance la superficie.
Así comenzamos a despedir a Rosetta, una de las misiones más emocionantes en la historia de la exploración espacial.
Fuente: Rosetta blog