Revista Comunicación

Rubicon. Espías como nosotros.

Publicado el 24 marzo 2011 por Watanabe
Rubicon. Espías como nosotros.Rubicon es una serie del canal  AMC que no ha podido tener segunda temporada. Escribir esto casi me duele tanto como si me lo estuviera tatuando en mis partes nobles (un poco exagerado que soy). La audiencia no ha respondido, dijeron. No sé hasta qué punto esto ha sido determinante, pero lo que sí estoy seguro es que la han debido de ver cuatro gatos más un perro tuerto, pues ya ha tenido que ser bajo el seguimiento como para que, incluso en una cadena de cable como esta, acostumbrada a este tipo de productos, digamos, un tanto inaccesibles, no haya podido llegar a los mínimos de audiencia exigidos. Pero no nos desviemos. Ya sea con veinte millones de telespectadores con los ojos como platos clavados en la pantalla, o con tan sólo tres personas semi-sentados frente al televisor haciendo cualquier cosa al mismo tiempo, Rubicon es una serie altamente recomendable porque es condenadamente buena, es más, yo diría que hasta sublime, y quien no me crea ahí están sus trece episodios que hablan por sí solos…

Rubicon. Espías como nosotros.

"Tipos tan corrientes como estos, tienen en sus manos
la vida y la muerte de muchos de nosotros"

Pero si es tan buena, ¿Por qué no ha tenido el éxito que se merecía? Para contestar a esto lo primero que hay que hacer es lanzar otra pregunta al aire ¿Qué es realmente Rubicon? La primera respuesta (y la más obvia): Una serie de espías ¡MEEEEK! Primer fallo. En realidad es una serie de analistas, o lo que es lo mismo, tipos en una oficina enterrados entre montañas de papeles buscando pautas de comportamiento y claves ocultas, ¿Puede salir de ahí algo realmente atractivo para una audiencia acostumbrada a disfrutar de publicistas mujeriegos (Mad Men), traficantes de drogas (Breaking Bad) y apocalipsis zombis (The Walking Dead)? Si contestamos con los números en la mano obviamente tendríamos que decir que no. Pero, ¿sabéis una cosa? deshagámonos de los malditos números y sumerjámonos en lo que es la serie en sí misma.

Rubicon. Espías como nosotros.

"Rubicon es encuentros furtivos
en el banco de un parque"

Desde ya os digo que Rubicon mola. La serie contiene mucha más acción de la que se ve a simple vista (eso sí, contenida, como la de una olla exprés), pero también es lenta porque es extremadamente sutil, y siempre va mucho más allá de lo evidente. Rubicon es el misterio de abrir una caja cuyo contenido no estamos seguros de si será peligroso o no. Rubicon es un silencio inquieto, una mirada de reojo, un me están observando pero no hay nadie a mi alrededor, un lo intuyo todo pero no sé nada. Ya desde el piloto se advierte en todo momento esa sensación de claustrofobia y paranoia en la magnitud de la conspiración que rodea a nuestro protagonista. Su búsqueda es el motor de la historia pero también se hace evidente que hay que esperar pacientemente a que éste llegue a las conclusiones finales por sí solo, perdiéndose muchas veces en callejones sin salida (y sin sentido). Puede que la paciencia sea la madre de la ciencia pero también es el hijo bastardo del entretenimiento, y de ahí posiblemente, que la fuga de espectadores a las primeras de cambio haya sido tan exagerada y determinante.
Yo tuve suerte. Me cautivé enseguida con los personajes y su lucha diaria por sobrevivir a sus propias y trascendentales decisiones. Me enamoré de los detalles, de la música, y hasta del “tempo”, y me fasciné con los susurros al otro lado de la puerta cerrada, y una vida llena de micrófonos ocultos. Mientras, el gran misterio se desvelaba poco a poco frente mí, como uno de esos pensamientos que se van haciendo cada vez más y más claros y perturbadores a cada paso que indagamos en ellos. Así es como funciona Rubicon. Si se consigue disfrutar de esta manera, el descubrimiento será lento pero continuo, el disfrute estará asegurado, y la recompensa, aunque un poco menos clara y precisa de lo que nos hubiera gustado (¡maldita cancelación!), igualmente será grandiosa.

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