Revista Ciencia

Rutherford, un alumno y un barómetro

Publicado el 16 septiembre 2010 por Eliatron
Llegas por la mañana a clases y te encuentras con que tu profesor de física te plantea la siguiente cuestión:
Explique cómo calcular la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro.

¿Qué responderías? Bueno, mejor te lo piensas un poco mientras sigues leyendo esta curiosa anécdota que, dicen, le ocurrió al premio Nobel de Química Ernest Rutherford y que él mismo solía contar.
El bueno de Rutherford recibió un día una llamada de un colega para mediar entre él y un alumno. Este profesor había planteado la cuestión anterior a su alumno y había recibido lo siguiente por respuesta
Basta subir a la azotea, atar el barómetro a una cuerda suficientemente larga y descolgarlo hasta llegar al suelo. Si después medimos la longitud de la cuerda, a su vez obtendremos la altura del edificio.

Y surgió la disputa. El alumno decía que su respuesta era totalmente correcta, por lo que se merecía la máxima calificación; mientras que el profesor argumentaba que, pese a que era correcta, no demostraba conocimientos de física como para obtener, siquiera, algún mísero punto.
Ambos decidieron que Rutherford debía ser mediador, y así fue. Así que propuso darle una segunda oportunidad con la misma pregunta, pero que esta vez debía dar una solución mediante la cual demostrara conocimientos suficientes de física.
Al cabo de 5 minutos de haber comenzado de nuevo la prueba, el alumno aún no había escrito nada en el papel, ante lo que Rutherford le preguntó si quería marcharse dejando el examen en blanco. El alumno respondió que no, que su problema era que tenía muchas rspuestas y no sabía por cual decidirse. Finalmente escogió la siguiente:
Se sube a lo alto del edificio con el barómetro y un cronómetro. Se suelta el barómetro desde la azotea y con el cronómetro se mide el tiempo que tarda en caer. Luego se aplica la fórmula de caída libreRutherford, un alumno y un barómetro y se obtiene la altura del edificio.

Rutherford no pudo más que darle la razón al alumno y otrogarle la máxima puntuación en la pregunta con esta inesperada respuesta. Sin embargo, la curiosidad del premio Nobel no quedó satisfecha y fue al alumno a que le explicara las otras opciones que había barajado para responder la pregunta.
El alumno respondió que, por ejemplo, cogiendo el barómetro un día de sol, midiendo la altura de éste y la longitud de la sombra que proyecta, tan sólo le resta calcular la sombra del edificio y aplicar una sencilla regla de tres. Otra forma, quiz´ças más arcaica consiste en ir haciendo pequeñas marcas de la altura del barómetro a medida que se va subiendo por las escaleras del edificio, así sólo queda contar las marcas y multiplicar pr la altura del barómetro. O quizás con el método inicial de la cuerda atada al barómetro, pero en vez de medir directamente la cuerda, hacerla oscilar como un péndulo y medir el periodo. Aunque, en palabras del propio alumno,
Probablemente, la mejor forma de calcular la altura es decirle al portero que le regalo el barómetro si él mismo me da el dato.

Rutherford, extrañado por el hecho de que el estudiante no se hubiese planteado la respuesta obvia utilizando la fórmula Rutherford, un alumno y un barómetro (donde Rutherford, un alumno y un barómetro es la presión en el nivel 0, Rutherford, un alumno y un barómetro la presión en la altura deseada, Rutherford, un alumno y un barómetro la densidad y Rutherford, un alumno y un barómetro la gravedad) le preguntó si no conocía esta fórmula. El alumno dijo que sí, pero que a él, sus profesores, le habían enseñado a pensar por sí mismo y eso era lo que había hecho.
Desde luego que ya me gustaría a mí tener alumnos como éste o bien ser capaz de inculcar a mis alumnos el aprender a pensar por ellos mismos. Al menos ésto último creo que lo estoy intentando.
Ah! por cierto, el alumno en cuestión era un tal Niels Bohr
Tito Eliatron Dixit
PD: Esta anécdota, aunque se puede encontrar en muchos libros y sitios de internet, la conocí gracias al libro El país de las mates 5 de Miquel Capó. Y yo mismo, cuando me planteé la pregunta, di la misma respuesta que, inicialmente, dio Bohr: atar el barómetro a una cuerda. La diferencia entre él y yo, es que, además de que a mí sólo se me ocurrió esta solución, yo sí que no recordaba la fórmula obvia.
PD2: Con esta entrada participo en el XI Carnaval de la Física cuyo anfitrión será el blog El neutrinoVota a Tito Eliatron Dixit en los Premios Bitacoras2010, categoría Ciencias

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