Revista Coaching

Saber idiomas pronto no será una necesidad

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

SABER IDIOMAS PRONTO NO SERÁ UNA NECESIDAD

Sin dudar, lo práctico sería que el mundo se comunicase en un solo idioma para no tener que perder tiempo y dinero en costosos aprendizajes que nunca llegan a ser del todo una realidad. No obstante, es evidente que esto es una entelequia pues ningún pueblo está dispuesto a renunciar a su lengua por la razón de que forma parte de su tradición y acervo cultural. Pero la solución definitiva a esta milenaria situación está muy próxima a llegar.

Parece que ya vienen siendo operativos los sistemas electrónicos de traducción simultánea autónoma que, acoplados en el oído, permiten llegar a entender las palabras de nuestro interlocutor con un desfase (ahora de dos segundos) que pronto se minimizará y una calidad de transcripción que llegará a ser literal. Para los que quieran alardear de saber idiomas es una mala noticia al igual que lo fue hace décadas la aparición de la calculadora electrónica para quienes se vanagloriaban de calcular velozmente operaciones de cabeza o a lo sumo con un lápiz, papel y sin más. Siempre he pensado que saber idiomas no es más que una obligada necesidad y la prueba está en la baja proporción de angloparlantes que estudian otro idioma con la pretensión de llegarlo a hablar.

No nos equivoquemos. Pronto el saber no estará en el conocer sino en el pensar. El concepto renacentista de la sabiduría que ha imperado hasta nuestros días ya no tiene sentido ante la imparable irrupción de los sistemas electrónicos de almacenamiento y gestión de datos, herramientas que puestas a nuestro servicio nos liberan de esa histórica obligación de convertir nuestra cabeza en una sucursal de la biblioteca nacional. Por ello, la educación deberá transitar hacia modelos en los que memorizar pierda protagonismo para ganarlo los procesos de razonamiento y de interpretación de una realidad que, ya en la vida de la próxima generación, presentará cambios tan desconocidamente acelerados que solo las mentes ágiles los podrán soportar sin riesgo de explotar. Por desgracia esta verdad aun no es percibida por quien debe legislar y mucho me temo que dentro de diez años los niños seguirán aprendiéndose las tablas de multiplicar y para opositar a Juez, Notario, Registrador o Fiscal todavía haya que empollar textos en lugar de demostrar capacidad para analizar, reflexionar y gestionar.

Antes de lo que podamos imaginar, entre los requerimientos habituales de los anuncios de empleo, ya no aparecerán los idiomas como factor imprescindible y diferencial, sino que se precisará la experiencia en el ágil manejo del auto-traductor simultáneo para desesperación de tantas academias cuyo futuro lo veo yo como servicio oficial de venta y reparación de esos mismos dispositivos que les robaron los alumnos, avisando pero sin pedir perdón…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro


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