Revista Coaching

¿Sabes no hacer nada?

Por Valedeoro @valedeoro

[Cuando estés leyendo esta entrada, ya estaré haciendo mi camino a Santiago. Por lo tanto no podré responder a los comentarios hasta que no haya vuelto. Espero que te inspiren los textos que he dejado preparados para mi ausencia.]

¿Sabes no hacer nada?
Me resulta muy difícil no hacer nada. ¡Relájate!, me dice mi madre que está de visita. Así que cojo un libro para leer. O me pongo a preparar los kiwis para hacer mermelada. Para no hacer nada necesito circunstancias concretas y una excusa. Y para practicar, me he propuesta buscar más excusas.

La culpabilidad del ocio

En el fondo, me siento culpable cuando no hago nada. Porque podría estar haciendo alguna cosa. Siendo maestra de organización y productividad, es más natural avanzar algún proyecto, escribir otro texto, preparar otra charla, u organizar otra visita a una clienta. Sé que es importante relajarse, y de hecho lo pongo en mi calendario para recordármelo. Y después me doy cuenta de que otra vez me he engañado a mi misma, resolviendo alguna cuestión pendiente. Con una excepción: cuando las circunstancias externas no me dejan hacer otra cosa, no me siento culpable. Entonces el reto es buscar estas circunstancias para poder provocarlas cuando sea necesario.

Cómo ser más lista que la culpa

Existen por lo menos dos circunstancias en las que disfruto de no hacer nada: en los medios de transporte, cuando se me ha acabado la batería del móvil/ordenador/ipad/kindle (o no me lo dejan utilizar por cuestiones de seguridad aérea) y esperando a una amiga bajo las mismas circunstancias (o porque me he olvidado de los cacharros correspondientes). Cuando no tengo otra alternativa me puedo quedar mirando por la ventana hasta que mi mente se cansa de pensar y acepta divagar en asuntos triviales. Consigo tomar un café y mirar a la gente pasar, inventando historias de vidas imaginarias. Me encantan estos momentos, así que he decidido forzarlos.

Puntualidad y minimalismo

Curiosamente me ayuda el hecho de que suelo ser alemanamente puntual. Mientras espero a mi amiga en el Café Republic no hay otra que hacer salvo observar a la gente. No vale la pena sacar el ordenador para meterle caña al teclado, porque de un momento a otro aparecerá ella. Además, por cuestiones de minimalismo suelo llevar lo indispensable. Soy de las pocas mujeres que consigue salir hasta sin bolsa, por lo menos cuando llevo pantalones o faldas con bolsillos. Dinero, tarjeta del bicing, DNI y el móvil. En el 99% de los casos no se necesitan más cosas. Y si el móvil además está con la batería casi agotada, tampoco voy a arriesgarme utilizarlo para navegar.

Y una pizca de engaño individual

Mientras escribo esto, vuelvo con el AVE de Madrid. Podría estar viendo la ventana, pero el portátil y las ideas me impulsaron a darle rienda suelta a mis ganas de escribir. Ahora que se está agotando la batería, sí que me dedicaré a las vistas desde la ventana. Hubiera podido apagar el wifi y utilizar menos programas para que la batería durara más tiempo. Pero como dice la ley de Parkinson: cada tarea dura exactamente el tiempo del que dispones. Así que ahora toca la ventana.

¿Cuándo fue la última vez que no hiciste nada?


Imágen: Fran is out of step / flickr


Volver a la Portada de Logo Paperblog