Revista Libros

Sabotaje

Publicado el 11 julio 2011 por Sfer
No soy muy dada a relatar anécdotas del trabajo, a pesar de que (quizá como ocurre con todos los colectivos) no es porque nos falten. Creo que no se me da especialmente bien contar historias. Leo las anécdotas que cuenta Upuaut en su blog, por ejemplo, y no creo poder estar a la altura. Si les apetece echarse unas risas a costa de las cosas raras que pasan en las bibliotecas, les recomiendo que lean las que allí encontrarán, o que den un paseo por los blogs de los frikitecarios o los burgostecarios
Pero algo pasó la semana pasada en la biblioteca que he pensado que debía compartir. Una verdadera obra de arte, un sabotaje cuyo sentido no acabo de entender, pero ante el que inmediatamente pregunté "¿Puedo explicarlo en el blog?".
Sin más preámbulos, imaginen dos libros. Como no quiero usar los títulos reales involucrados en este accidente, pongamos que por un lado tenemos un ejemplar de El libro del verano, de Tove Jansson, y por otro uno de Franny y Zooey de J. D. Salinger (por coger dos libros que estoy leyendo o a punto de hacerlo). La cosa empezó con un usuario que se llevó en préstamo El libro del verano, y nos lo devolvió diciendo que el libro que había dentro no se correspondía con la portada, que dentro el libro que había era Franny y Zooey. Lo primero que pensamos era que habría sido un error de imprenta o algo parecido. De hecho, recientemente me había encontrado con un caso similar que había detectado cuando recibimos un libro infantil de compra (en ese caso me di cuenta al ir a sellar el libro, pues el título de la cubierta y el de la portada no coincidían). Pero al mirar más detenidamente el libro que el usuario nos devolvía nos dimos cuenta de que no se trataba de ese caso, sino de una verdadera operación quirúrgica del más alto nivel. El trabajo de un auténtico artesano de la encuadernación. Había encolado perfectamente el primer pliego de El libro del verano dentro de las cubiertas de Franny y Zooey, y había sustituido la sobrecubierta de papel. Sólo fijándose bien se daba uno cuenta de que el primer pliego era un montaje, una encuadernación casera, y que el libro auténtico (Franny y Zooey) empezaba unas páginas más adelante. El pastel también se descubrió al retirar el forro y la sobrecubierta de papel y ver que debajo, efectivamente, el título correspondía al libro de Salinger, y no al de Jansson.
Comentamos la jugada con los compañeros, y empezaron las preguntas.
Personalmente, no lo entiendo. ¿Por qué hacer algo así? Normalmente la gente intenta colarnos un gol cuando ha perdido algún libro de la biblioteca o cuando está intentando robarlo, pero en este caso, quien lo hizo no había perdido El libro del verano, pues conservaba no solo la sobrecubierta de papel sino también sus primeras páginas, así que ¿qué explicación puede tener el montaje?
Puestos a llevarlo un poco más lejos... ¿por qué no sustituyó las páginas de créditos del libro auténtico, y empezó el montaje con el texto en sí? Así hubiera sido todavía más difícil de detectar. Puestos a sabotear ¿Por qué no obligar a alguien a leer Franny y Zooey, haciéndole creer que está leyendo El libro del verano? Puede incluso que el lector jamás se diera cuenta, y mucho menos nosotros en la biblioteca. Normalmente no tenemos tiempo de ir comprobando que las cubiertas y las portadas de los libros coinciden...
Y, ya que estamos... ¿Quién nos asegura que no nos ha pasado a todos nosotros, lectores, en un momento u otro de nuestra historia lectora? ¿Quién me asegura a mí ahora que todos los libros que yo "creo" que he leído son realmente los que he leído? ¿Que ninguno ha sido obra de un sabotaje similar?
Sí, era viernes, estábamos de cachondeo, y salimos de la biblioteca imaginando desde un Tyler Durden literario hasta una Matrix bibliotecaria en la que nada es real y todo es obra de la más pura manipulación. Vale, quizá nos pasamos, pero...

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