Revista Opinión

Salir De Tapeo

Publicado el 25 febrero 2019 por Carlosgu82

Según la leyenda, en España hay más bares que habitantes. Tanto es así, que en cada esquina de cada ciudad se puede encontrar uno, incluso hay barrios dentro de la ciudad en que sólo encontrarás bares puerta con puerta y unos frente de otros.

Después del ajetreo diario a quién no le apetece juntarse con los amigos y salir “de copas”, “de cañas”“de tapeo”, o tomarse un “pincho”. Salir de tapas o tomarse un pincho se ha convertido en una costumbre social, una forma de socializar.

El tapeo es una costumbre típica española que se ha extendido allende los mares de uno a otro confín, y en todos los lugares se la nombra por su nombre: “Tapa”. En España, con nuestra afición a los bares, ha calado de tal manera que ha traído consigo una forma de relacionarnos con los demás a la hora de la comida que ha sustituido a la tradicional dieta de tres comidas diarias, convirtiendo la Tapa en una suerte de “minicomida rápida”.

La costumbre consiste en una “romería” por los bares aledaños, de uno en uno, degustando en cada uno de ellos su especialidad, acompañada de un buen vino o cerveza, o el renacido vermú, sentados o de pie, en la mesa o junto a la barra del bar. Una costumbre que ha dado lugar a la frase “ir de tapas”. Pero debemos distinguir entre “Pincho” y “Tapa”.

El Pincho, o “Pintxo” en su voz vascuence, tiene casi 100 años. Su primer diseño data de 1928, compuesto de anchoa, salazón, huevo duro, picadillo y mahonesa; una vinagreta elaborada con cebolleta cocida, perejil y clara de huevo; aliñada con aceite de oliva, vinagre y sal, y maridado con un buen vino.

El Pincho o “montadito” tiene una base de pan sobre la que se apoyan una gran variedad de productos: encurtidos, pescados, patatas, carnes, embutidos, ensaladillas, calamares…, cada bar tiene su especialidad que lo distingue de los demás. Es un bocado individual que acompaña a la bebida y a una buena conversación apoyados en la barra del bar o sentados a la mesa.

La Tapa, o ración, se sirve en un plato, o cazuela, y unos tenedores, en el que se incluyen variedad de productos que se comparten con otras personas. Aunque no aparece en el recetario español hasta los años treinta del pasado siglo, son varios los que reivindican la autoría de la Tapa.

Según algunos, el origen de la Tapa se remonta al año 1670, en “El Riconcillo”, Sevilla, junto a la Iglesia de Santa Catalina, donde se servían “tapas” de garbanzos con espinacas, bacalao con tomate y queso de oveja, y embutidos ibéricos.

En el Quijote aparece una descripción: “Teniéndose en el suelo y haciendo unas telas de hierba, ponemos sobre ellas pan, sal, cuclillos, nueces, rajas de queso, huevo y mondas de jamón…”.

Parece que ya en el siglo XIII, en los tabernas tenían por costumbre tapar los vasos de vino con pan y embutido para evitar que se metieran en ellos las moscas.

Otro historiador sitúa el origen de la “tapa” en 1780, en el ventorrillo “El Chato”, en el espigón que unía la isla de San Fernando con Cádiz. Se cuenta que en 1823 estando allí en su cómodo presidio en San Fernando, el rey Fernando VII gustaba visitar el ventorrillo para tomar una copa de Jerez, acompañado del Fraile Manzanilla quien se encargaba de elegir la más guapa entre las mozas que bailaban allí para solaz del rey. Para evitar el polvillo del espigón se tapaba la copa con una rebanada de pan con jamón.

Sea como sea, al albur de los tiempos, desde la simple caña con su tapita de aceitunas, de anchoas en vinagre o de manises, hasta los pinchos y las raciones, “ir de tapas o de cañas” se ha convertido en una forma de relacionarse y de vivir el tiempo libre y el ocio, más que en una necesidad fisiológica primaria.


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