Revista Religión

San Bonifacio de Flickr

Por Santos

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El origen de este artículo es una “conversación” mantenida en flickr sobre un bello lienzo de San Bonifacio mártir:

En resumen, unos decían que sería la representación de un corposanto, por el tajazo del cuello, o o porque Bonifacio es un nombre muy socorrido a la hora de nombrar mártires de las catacumbas, a lo que uno dijo que si Bonifacio no sería porque tenía “la cara bonita”. Alguno comentó que lo había visto en varias representaciones, y en varias iglesias, pero cuando buscaba información solo aparecía sobre San Bonifacio de Alemania (5 de junio). Se alabaron las virtudes del cuadro, que es de la época colonial mexicana. Sobre el corte del cuello se comenta que es toda "una efusión hemorrágica"... En fin, hasta que llegué yo a meter la cuchareta e intentar aclarar las cosas: “que no, que no... que es San Bonifacio el Persa, un santo conocidisimo. America esta llena de cuadros de este santo. Tengo entendido, pero no se por que, que era invocado en los procesos inquisitoriales contra los homosexuales”. Por cierto, no es persa el hombre, sino de Roma y murió en Tarso, perdón por el lapsus. Les dí un resumen de la leyenda, que amplío aquí, extraída de Alban Butler:

Esta historia fue muy conocida en la Edad Media y resistió hasta incluso la época barroca. En América es bastante frecuente las pinturas del santo. Ya se puede comprobar un culto a San Bonifacio desde el siglo IX y pudiera ser que tengan un viso de veracidad, aunque la leyenda los haya enriquecido con datos anecdóticos.

Dicha leyenda dice que Bonifacio era esclavo y amante de Aglae o Aglais, una dama noble y riquísima de Roma, que por llamar la atención llegó a costear en tres ocasiones grandes festejos y espectáculos públicos en la caiudad. Mientras ella era derrochadora, Bonifacio era comedido y amante de socorrer a los pobres, aunque ninguno era cristiano. Aun así, ella quiso poseer reliquias de algún mártir cristiano, ya que había oido decir que “los que honran a los que sufren por Jesús tendrán una parte en su gloria”. Al no haber persecusiones en Roma en esa época (año 306), ella envió a Bonifacio a Oriente con una buena suma de dinero, a conseguirle reliquias. Bonifacio, que ya habría recibido la gracia de la conversión, le responde: “no regresaré sin reliquias de mártires, pero, si no hallara, ¿aceptaría mi propio cuerpo como una de ellas?” Aglais no le haría mucho caso y Bonifacio partió a su misión y en todo el viaje ayunaría, no bebería vino y haría oración.

La Iglesia en aquella época gozaba de paz en Occidente, como dije, pero en Oriente la persecución inaugurada bajo Diocleciano era aún continuada bajo Galerio Maximiano, era más feroz aún en Cilicia, por causa del gobernador Simplicio. Bonifacio se dirigió a Tarso, directamente a la corte del gobernador, donde se estaba efectuando un juicio contra los cristianos. Al ver esto, Bonifacio clamó: “¡Grande es el Dios de los cristianos! Grande es el Dios de los mártires! ¡Vosotros, siervos de Jesús, rueguen por mí para que yo me una a vosotros en la lucha contra el Diablo!” El gobernador enojado ordenó que fuera arrestado, azotado con varas y que le metieran cañas afiladas y púas bajo las uñas. Luego mandó le vertieran plomo ardiendo por la garganta, que no le causó daño.

Al ver tanta iniquidad del gobernador, el pueblo gritó “¡Grande es el Dios de los cristianos!” por lo que Simplicio, alarmado y temiendo una revuelta, huyó del lugar, pero al día siguiente mandó traer de nuevo a Bonifacio a su presencia y lo condenó a ser metido en una caldera de pez hirviendo de la que, sin embargo, salió ileso. Finalmente le condenó a ser decapitado con la misma espda del santo. El cuerpo fue comprado en secreto por los otros siervos que le acompañaban, que lo embalsamaron y lo enviaron a Roma. Aglais salió a su encuento en la Vía Latina, y acompañó el cortejo con una procesión de antorchas. Allí erigió una iglesia para conservar el cuerpo del santo mártir, donde ella se consagró a hacer vida de oración y penitencia por sus pecados, muriendo al cabo de quince años. Fue enterrada junto a su amado Bonifacio. En 1603 las reliquias fueron encontradas, junto a las de San Alejo, en la iglesia, que ya no tenía el nombre de San Bonifacio, sino que era y es conocida como San Alejo.

Hay que decir que Butler no tiene el menor recelo de esta historia y dice que las actas son auténticas (Acta Sanctorum, Mayo, volumen III), a pesar de la floritura impropia de la época del mártir. Pero la mayoría de autoridades en la materia, Bolandistas incluidos, dicen que no es más que una piadosa leyenda, con algún viso de veracidad en cuanto al mártir.

En Europa del Norte, junto a San Mamerto de Vienne (11 de mayo), San Pancracio (12 de mayo), y San Servacio de Maastricht (13 de mayo) pertenece a los llamados “santos de hielo”; ya que los días de 11 a 14 de mayo tienden a ser excepcionalmente fríos para la época del año.

En el calendario figura, el solo, el 14 de mayo (en 1969 fue eliminado del misal romano), el 25 de febrero junto a Santa Aglais. En la Iglesia Oriental él se conmemora el 5 de junio y ella el 20 de diciembre.

 


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