Revista Cultura y Ocio

San Juan de la Cruz, a bordo de un petrolero

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

La madrileña Editorial Orola convoca anualmente el Premio Orola de Vivencias. Los cien mejores trabajos presentados pasan a formar parte de una Antología. Ya se han publicado los nombres de los ganadores de la X Edición. En 2015, recogíamos en este blog algunas de las vivencias ganadoras que tenían temática teresiana. Hoy nos hacemos eco especialmente del segundo premio de este año, ya que tiene resonancias sanjuanistas. Su autor es Jesús Cotta, quien, por otro lado, es autor de una preciosa antología de textos teresianos titulada Teresa, mon amour, editado por Mono Azul.

petroleroMecánico de un barco petrolero

En el Dimna, un barco petrolero que bordea las costas de África, se habla inglés, portugués, griego y árabe. Solo Arturo habla español, pero no tiene con quién desde que se embarcó en él para olvidar a España y, en ella, un amor.

Siempre anda en las entrañas del Dimna, con su mono sucio de grasa. Émbolos, poleas, tuercas, cadenas y motores ensordecedores lo cercan en la oscuridad. Y cuando dolor, suciedad y locura pesan sobre él más que todo el Dimna en sus anchas espaldas, se arrodilla y grita hasta la afonía los versos del único libro que encontró en el barco, en la maleta del difunto capitán, que lo sacuden y purifican en español y le ponen pájaros en los hombros y ríos en los ojos.

«Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado…».

Él arregla todas las máquinas del barco, pero a él solo lo arreglan esos versos. Puede fallarle todo, pero no ellos, fluviales, labrados en el mismo idioma con que su madre lo acunaba. Solo ellos lo levantan del suelo y le cincelan el corazón en el yunque de un ángel majestuoso y lo encienden de amor y luz cuando el alma se le pone negra como el carbón que lo ensucia. Ni la fealdad y la oscuridad de todos los Dimnas del mundo pueden con esa «llama de amor viva», esa «cristalina fuente», «las ínsulas extrañas». Los motores son alemanes, pero qué bien se saben ya esos versos escritos en la lengua materna de Arturo para siempre, porque él los grita a pleno pulmón mucho más alto que ellos:

«¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!…».

Y ellos lo salvan de la locura, la desesperación, la grasa, el carbón, el estruendo. Y la tripulación se ríe. No ve su catedral de versos transparentes. «Ya está aquí el loco», dicen.

Pero tan solo a él, cuando atardece, le regalan sus saltos los delfines, porque nada es más puro que sus ojos.

Jesús Cotta Lobato
orola.es

Sobre este Premio

El término Vivencia tiene su origen en el título que el fundador de la Editorial (Fernando Orlando Olasagasti) daba a sus artículos semanales en el Dioario Vasco de San Sebastián, desde 1960 hasta 1977, que firmaba con el seudónimo de Orola. Explica él que la palabra “vivencia” «no fue admitida por la Real Academia de la Lengua hasta 1958, aunque fue introducida en España por Ortega y Gasset inspirándose en la palabra alemana ‘erlebniss’ y dándole el sentido de experiencia o reflexión vital (…). Es ahí donde yo me encuentro en el marco ideal para mi forma de escribir. Es la reacción del hombre que reflexiona ante el espectáculo maravilloso de la vida y lo quiere expresar en forma literaria. Y así, se puede escribir de un amanecer, de un sentimiento, de una idea o de un estado de ánimo».

Para potenciar este tipo de escritura, y fomentar la lectura, creó este Premio en 2007.


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