San Miguel

Hoy es San Miguel! En algún sitio leí que los santos son aquellas personas que han aprendido a vivir su “hoy“, sacando lo mejor de ellos mismos! Quizás es así, pues no creo en los santos y demonios que las doctrinas predican y las iglesias beatifican, alejando la responsabilidad de ser uno mismo, a la vez santo o demonio, ante las circunstancias cambiantes e imprevisibles de la vida! Es la libertad y dejar fluir el Alma y su amor lo que, en verdad, nos santifica o nos condena! Cielo e Infierno son opciones libres aquí en la Tierra, de quien se acerca a sí mismo o se aleja, respectivamente!

Pero, a pesar de ser mi santo, yo no soy santo ni demonio, soy un ser humano como cualquiera! Con sus fortalezas y debilidades, con sus luces y sus sombras, con sus certezas y sus dudas… aunque éstas dependen de si profundizo en mi Alma o bien me alejo de ella y vivo solo por fuera! En mi interior hay paz y amor y por fuera, conflicto e incertidumbre!

Pero al llamado Arcángel San Miguel, jefe de todos los ángeles, lo representan con alas, una armadura y una espada o una lanza, para protegernos del ángel caído! Supongo que tras demasiados años inmerso en las sombras de mí mismo, al fin debía salir victorioso y quitarme la armadura y abandonar la espada que me protegió, para llegar a la luz! Hoy, sin ser siquiera ángel, ya voy con mi Alma al descubierto, sin temor… y la comparto, con amor! No tengo enemigos, ni me siento herido o amenazado, solo en algunos momentos confundido, como cualquier humano! Confundido ante la falta de amor o la debilidad humana ante el miedo, que es casi lo mismo! Porque con los años descubrí que nuestro peor enemigo es el temor a ser, sentir y vivir lo que soñamos! Y para luchar contra ese enemigo interior no hay mejor armadura y espada que llevar el corazón bien abierto y dispuesto siempre a prodigarlo y compartirlo!

¿Santidad viviendo el hoy? Esa es hoy mi pretensión… y a veces lo logro! Porque soy humano y, de vez en cuando, se cierne el pasado sobre mí y se despiertan mis peores diablos, ahora adormecidos! Y respiro profundamente, cierro mis ojos y sueño en ese arcoiris hoy lejano -pero siempre presente- donde habita mi amor, donde la paz se refleja en las cristalinas aguas de un lago, en un bosque encantado! Y recobro el aliento y recupero el valor de abrir de nuevo mis ojos para soñar despierto y hacer de mi vida un bello sueño! Y aquí y ahora, esté donde esté, mi corazón me despierta con las certeras palabras y señales de mi Alma! Y en ese mismo instante, vuelve ese ángel que soy de mí mismo y de los demás… y me rescata de mi confusión y de mis propias sombras! Y muevo mis alas, aclarando el aire que me envuelve, permitiéndome de nuevo alzar el vuelo… y vivir soñando o soñar viviendo, como cuando era un niño!

Con o sin alas, como te decía, no soy un ángel ni un demonio, sino álguien que hoy solo sabe que debe alzar el vuelo para llegar al Cielo! Me cansé de vivir solo en la Tierra o de tener que cerrar los ojos para seguir volando! Y, cada día más, fundo la sensibilidad del cisne que nada señorial en el lago plateado, íntimo y sereno, con el majestuoso vuelo del águila que surca el amplio y silencioso cielo! Y así se encuentran y se apaciguan mi ángel y mi demonio, demostrándome que en la vida siempre hay luces junto a las sombras, felicidad en la infelicidad, a partes iguales porque forman parte inherente de mí… pero que siempre es posible tener la valentía de ahondar en las emociones más profundas e inquietantes y, a la vez, alzarse sobre ellas y ver la vida desde encima, donde todo es amplio y luminoso, encontrándole su propio sentido y compartiéndolas con amor y ya para siempre, con quien amamos!

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