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San Petersburgo, ciudad de zares

Por Pixel

San Petersburgo, ciudad de zares
Alejándonos un poco del estilo clásico de la mayoría de los viajes que se cuentan en el blog, y aprovechando la oportunidad única que se nos presentó de viajar a un destino tan lejano y poco conocido pero a la vez, fascinante y con miles de años de historia, acá va nuestra experiencia en el país más extenso del mundo… Rusia.

Moscú-San Petersburgo

Nuestro viaje comenzó el domingo 10 de agosto, en uno de los trenes que recorren los casi 800 km que separa Moscú de San Petersburgo.
Hay varias formas de llegar a San Peter (abreviatura que los mismos rusos) desde Moscú. La primera, el auto, es la menos recomendable para aquellos que quieren hacerse una “escapada” a San Petersburgo, ya que demanda cerca de 10 horas de viaje, sumando a la necesidad de alquilar auto, conseguir estacionamiento (casi nunca es gratuito), que alguno del grupo le gusto manejar lo suficiente como para aceptar perderse parte del paisaje, que alguno cumpla con los requisitos de carnet de conducir (internacional, con validez mayor a un año), etc. No podemos negar la libertad que da el carro de no depender de horarios y de poder realizar cuantas paradas deseemos a lo largo del recorrido, pero...
La segunda opción es el avión. Si bien uno pensaría que es la forma más rápida de llegar, lamento decepcionarlos. Con casi una hora y media de vuelo, más otra hora y media que hay que estar en la sala de ambarque y con las dos horas de anticipación que hay que salir hacia el aeropuerto (nunca se sabe cuanto podés demorar en una autopista moscovita!) llegamos a las 5 horas de viaje. Hay que tener en cuenta también, que el aeropuerto para vuelos domésticos de San Petersburgo, Pulkovo 2, está a unos 18 km del centro de la ciudad, por lo que se hace necesario la contratación de algún taxi para llegar hasta el alojamiento. En definitiva, se demora el mismo tiempo que un tren diurno rápido, y este último no tiene los inconvenientes del traslado, ni del control de equipaje, de pasaporte, ect.
Lo positivo del avión es que hay tan poca demanda que los precios de los pasajes son parecidos a los de un tren de segunda clase.
El tren es la tercera, la mejor y la más utilizada de las opciones para realizar el trayecto.
Hay dos grandes clases de trenes, diurnos rápidos, que demoran cerca de 4 horas , y los nocturnos, 8 horas. Dentro de los primeros, el más conocido es el “Sapsán”, con dos vagones de primera clase (desde €177, asientos de cuero, comida caliente y bebida incluído) y 7 vagones de segunda clase (desde € 98, asiento de tela, comida no incluída), ambas con enchufes al lado del asiento y Wi-Fi gratis. Salen varios de estos por día, desde las 6 am hasta las 8 pm, aproximadamente.
Los trenes nocturnos (en uno de estos viajamos nosotros!) tienen compartimeintos para dormir con dos (primera clase) o cuatro (segunda clase) camas a modo cucheta. Cada cama cuenta con funda del colchón, almohada, toalla de mano, cubrecama (nosé porque no usan sábana) y un estante a modo de “guantera de auto” donde poder guardar todas las cosas que tenés a mano y no se te caen por el movimiento del tren (me encantó!, pero ojo porque es muy fácil olvidarte las cosas!). Hay varios trenes nocturnos (Flecha Roja, Express, Smena, etc), los boletos van desde los €145 en primera clase y €85 es segunda, el servicio de cena y desayuno varía según cada tren.

Nuestra experiencia

San Petersburgo, ciudad de zares

Nosotros viajamos, ida y vuelta, en tren nocturno. Antes de empezar el viaje, me parecía la mejor opción: por el precio, por ahorrarnos dos noches de hotel (cada dólar/euro/peso cuenta!) y por conocer el medio más popular y compartir el viaje con rusos.
El tren salía 23.30 hs asique salimos con tiempo de que nos agarre el clásico tránsito moscovita, y terminamos llegando con una hora de anticipación a la estación. El tren no fue difícil de encontrar, previamente ya habíamos traducido el pasaje electrónico por lo que  ya sabíamos: Поезд (tren) 3A, вагон (vagón) 12, место (asiento) 29, нижнее (abajo) o 30 звонок (arriba). El tren se enciende media hora antes de la partida, y para nuestra sorpresa, el ruso es tan puntual, que salimos hacia San Petersburgo cinco minutos antes de lo que decía el pasaje.
Compartimos camarote con una pareja de rusos, y Alisa, su hijita de 9-10 meses. Una vez más comprobamos que tener primos de todas las edades nos preparó para esa noche, Alisa se despertó cada dos hora llorisquenado, y nosotros tranquilamente volvíamos a dormir. Conclusión, la familia siempre te prepara para las pruebas de la vida.
De rusos no sabemos nada, más que un par de palabras, asique el “puedo sentar a mi hija en tu asiento hasta que arme mi cama” y el “te molesta si bajo la cortina?”, fueron en el idioma universal de las señas. El inglés no es un idioma hablado fuera del ambiente turístico, asique fue muy difícil comprender a la ”provodnik” (la azafata del vagón) cuando nos preguntó que queríamos de desayunar. Por suerte, el padre de Alisa deslizó un “breakfast” y ahí entendimos que nos quería decir. Café (кофе) y té (чай) se dice más o menos parecido, y el acompañamiento fue decisión de nuestro traductor, porque no pudimos entender que nos querían decir en ruso. Terminó siendo una especie de torta frita, un poco más húmeda, con una salsa de frutilla. A mí me gusto, mi hermano no opina lo mismo.
La cena consistió en una bandejita (se puede ver en la foto) que contenía un pancito, para untarle manteca, queso y mermelada, una galletita oblea tipo ópera, un yogurt y una botella de agua. Nuestra recomendación, vayan cenados o con comida porque la badejita es muy prolija y muy rica, pero tiene gusto a poco.
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